Atraco a cajeros, nueva modalidad de una delincuencia desbordada

La creciente “sensación de inseguridad” muestra que la Policía Nacional (PN) está siendo desbordada. Ya no se trata solo de la proliferación de motoasaltantes, de ladronzuelos que roban cables o de atracadores de establecimientos comerciales: en los últimos tiempos han entrado en acción unos delincuentes que rompen cajeros automáticos mediante explosivos o intentan llevárselos mediante un cabo de acero montado en un vehículo robado. La preocupación es comprensible, atendiendo el desarrollo de esta variante delictiva. La inacción policial –por negligencia o complicidad– no debe agravar la zozobra reinante.

Cargando...

La creciente “sensación de inseguridad” muestra que la Policía Nacional (PN) está siendo desbordada. Ya no se trata solo de la proliferación de motoasaltantes, de ladronzuelos que roban cables o de atracadores de establecimientos comerciales: en los últimos tiempos han entrado en acción unos delincuentes que rompen cajeros automáticos mediante explosivos o intentan llevárselos mediante un cabo de acero montado en un vehículo robado, aunque los billetes queden entintados en rojo mediante un dispositivo que funciona en cuanto se pretende forzar la máquina que los contiene, impidiendo así el empleo del dinero mal habido. La preocupación es comprensible, atendiendo el desarrollo de esta variante delictiva, que sería menos arriesgada que irrumpir a mano armada en un banco, a plena luz del día.

Las entidades bancarias empezaron a aplicar ese sistema preventivo hacia 2015, lo que hizo que disminuyera notablemente la frecuencia de los intentos de saqueos de cajeros automáticos; empero, han recrudecido en los últimos tres meses, en los que se habrían registrado al menos ocho casos. El más reciente tuvo por escenario el barrio residencial capitalino de Villa Morra, en horas de la madrugada de ayer y fue protagonizado por tres maleantes que recurrieron a un explosivo a gas, quizá con asesoramiento extranjero, según la PN. Los delincuentes integrarían una banda que está operando sobre todo en el área metropolitana de Asunción y cuyo cabecilla, Odilio Domínguez, miembro del Primer Comando da Capital, fue aprehendido el sábado anterior. El año pasado, este malviviente se fugó de las cárceles de San Juan Bautista (Misiones) y de Coronel Oviedo, lo que sugiere que contaron con la complicidad del personal penitenciario o del policial.

Como el líder de la banda que presuntamente viene cometiendo los atracos está detenido, hace pensar así que muy pronto fue relevado en el mando, o que existen otro u otros grupos dedicados a la misma actividad delictiva. Y así es presumible que se produzcan nuevos ataques si el Departamento Contra el Crimen Organizado, de la PN, no se apresura a desarticularlos. Por de pronto, lo que surge a simple vista es que sería aconsejable reforzar las medidas de seguridad en los locales que albergan cajeros automáticos, y no dejar dichos aparatos a merced de los delincuentes.

Más allá de que la pretensión de quedarse con el dinero ajeno sea frustrada o no por el manchado indeleble de los billetes obtenidos a la fuerza, ocurre que la espectacularidad del modus operandi en cuestión agudiza aún más la inquietud de la gente, porque refleja la impotencia policial ante la violencia ejercida por los soldados del crimen. Dado que al parecer resulta improbable capturar a los autores del hecho punible en el momento mismo de ser cometido, habría que intensificar el trabajo de inteligencia, empezando por la propia PN, ya que los “polibandis” estarían vinculados no solo con delincuentes de poca monta: si el tal Odilio Domínguez está ligado al PCC y ya se evadió dos veces de la prisión, no puede descartarse que haya habido una cooperación delictiva, confirmándose así que el crimen organizado permeó todas las instituciones, como admiten las propias autoridades.

La inacción policial –por negligencia o complicidad– no debe agravar la zozobra reinante. Esta “sensación”, que responde a una triste realidad, conlleva un profundo desasosiego. Los habitantes de este país tienen derecho a vivir sin el sobresalto causado por un explosivo que detona en un edificio contiguo o por un vehículo que intenta arrastrar un expendedor de billetes durante la madrugada: ya es suficiente con que deban soportar los asesinatos encargados por la mafia y los atracos con armas en las rutas, en las tiendas o en las casas particulares. Deben terminar las excusas y las promesas de las autoridades y comenzar una lucha firme y decidida, con resultados tangibles, contra esta agresiva delincuencia que mantiene en zozobra a la población.

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...