Es notable cómo en nuestro país somos adictos a repetir nuestros errores, en el ámbito que fuere. Somos incapaces de romper esa inercia en la que estamos atrapados, y que no nos permite despegar. No solamente no podemos despegar y apuntar hacia mejores condiciones y oportunidades, sino que esa inercia nos lleva cada vez más para el fondo.
El ministro del Interior, Enrique Riera, admitió este lunes que la Policía Nacional está “perdiendo la batalla” contra la delincuencia. No obstante, desde la Comandancia insistieron en que las fuerzas policiales siguen sacando cierta ventaja al crimen organizado, aunque siguen sin poder “cantar victoria”.
Transcurrieron catorce meses de las primeras detenciones de los miembros de una violenta banda de asaltantes que, durante ese período, perpetró al menos 25 robos domiciliarios en la zona sur de Alto Paraná, principalmente en el distrito de Yguazú. Estos meses de incertidumbre fueron una verdadera pesadilla para las 27 familias afectadas, así como para sus vecinos, familiares y amigos, cuyas vidas se vieron significativamente afectadas por esta ola de inseguridad que se apoderó de la zona.
La creciente “sensación de inseguridad” muestra que la Policía Nacional (PN) está siendo desbordada. Ya no se trata solo de la proliferación de motoasaltantes, de ladronzuelos que roban cables o de atracadores de establecimientos comerciales: en los últimos tiempos han entrado en acción unos delincuentes que rompen cajeros automáticos mediante explosivos o intentan llevárselos mediante un cabo de acero montado en un vehículo robado. La preocupación es comprensible, atendiendo el desarrollo de esta variante delictiva. La inacción policial –por negligencia o complicidad– no debe agravar la zozobra reinante.
CARACAS. El Gobierno de Venezuela identificó a “más de 60 individuos” que forman parte de “una gran banda criminal” que operaba desde la cárcel de Tocorón, en el estado Aragua (norte), que fue intervenida ayer, informó este jueves el ministro de Interior y Justicia, Remigio Ceballos.
Desde hace algunos meses, Pilar dejó de ser la tranquila y apacible ciudad, en donde podías dejar tu motocicleta o automóvil con la llave puesta y sin que nadie toque.