
A solo dos meses de la anterior gran crisis de inseguridad, nuestro país va alcanzando nuevamente alarmantes picos de delincuencia, aunque ahora la situación pareciera ser más grave con los cada vez más constantes casos de sicariato. El centro de Asunción, literalmente, se volvió una “tierra de nadie”.

Un hombre atemorizado denunció a la comisaría Tercera de Asunción que fue raptado por varios días presuntamente por una banda criminal. El mismo expresó que fue llevado hasta Itá y, cuando fue traído de vuelta a Asunción, se escapó de sus captores ante una oportunidad y pidió auxilio a la Policía Nacional por la situación de peligro en el que se encontraba.

CAACUPÉ. Vecinos del Barrio Buena Vista de esta ciudad están hartos de los adictos y rateros que rondan por el barrio. Solicitan mayor seguridad y piden más presencia policial en la zona. No descartan hacer “justicia por manos propias”, si la situación se descontrola.
El art. 175 de la Constitución establece que la institución policial está en “... dependencia jerárquica del órgano del Poder Ejecutivo encargado de la seguridad interna de la Nación”; es decir, del Ministerio del Interior. Pese a esta clara disposición constitucional, el ministro Arnaldo Giuzzio cree que para tener una mayor intervención en las decisiones tomadas en ese ámbito, es necesario modificar la Ley Orgánica Policial (LOP) para introducir en el organigrama a un “representante político” del Poder Ejecutivo. Como se ve, bastaría con que el Ministerio trate de ejercer las facultades que le confiere, a más de la Constitución, su propia ley orgánica. Para el ministro siempre hay un obstáculo: si no es la ley, es el presupuesto. Mientras tanto, los delincuentes se están apoderando de distintas zonas del país.
A esta altura de los acontecimientos, mucha gente se estará preguntando: ¿quién nos protege de la Policía? La pregunta parece exagerada porque dentro de la fuerza, con toda seguridad, existen efectivos honestos y dedicados a su trabajo, pero mientras las autoridades de la institución, con el auxilio de la Justicia, no aparte las manzanas podridas de las sanas, la población seguirá poniendo a todos en la misma bolsa, y la aparición de los agentes le generará temor antes que una sensación de seguridad, como en la época de la dictadura de Stroessner. Solamente en la semana que pasó, la institución policial estuvo en la picota por varios hechos muy cuestionables, siendo uno de los más comentados el falseamiento de datos en el parte policial, descubierto tras un accidente de tránsito en Santa Rosa del Aguaray.
Entre tantas cuestiones que quedaron para el próximo año, una de las principales es, sin duda, resolver el problema de la criminalidad y la inseguridad que afecta al departamento de Amambay, y principalmente su capital Pedro Juan Caballero, que una vez más ha sido el tema recurrente a lo largo del año que va culminando.