Los que tuvimos madres que fueron maestras fuimos afortunadas (a pesar de la “tortura”), porque aquellas tareas extras solucionaban el aburrimiento y enderezaban la pereza de no querer estudiar; ellas nos dejaron un legado maravilloso, sin precio material: saber escribir y hablar bien, por ende, poder pensar, bien/mal, con dudas y certezas, pero siempre con las herramientas necesarias.
La pobreza de vocabulario es una de las deudas más dolorosas que tenemos. Por otro lado, la pronunciación; se criticó la escritura de “Semiyita” y “Estreyita” pero, sin embargo, reflejan la manera que muchos paraguayos jóvenes y no tanto, hablan hoy, parece que ya mucho antes de este escándalo se perdió la letra Ll, de los “Semillita” y “Estrellita” originales. Es muy vergonzoso también escuchar a profesores universitarios y otros profesionales de los medios masivos o del ámbito artístico pronunciando mal las letras y palabras.
Para aprender a leer, escribir y hablar no solo hace falta ir a la escuela, además hay que reforzar en la casa. Y solucionen en pareja quién refuerza qué. Hay que recuperar hábitos de estudio diarios, no para rendir sino para aprender. Debemos tener un buen diccionario presente siempre en un lugar de la casa (el celular no es lo mismo, porque ahí no se busca por abecedario), papel y lápiz a disposición o una pizarra, porque cuando hay dudas ortográficas no hay mejor método que escribir la palabra.
Luego, imprescindible como el aire, la lectura. Muchos venimos de la época regida por “la letra con sangre entra”, pero además era socialmente humillante no haber leído algo de la buena literatura: “¡¿Cómo que no leíste nunca nada?! ni Julio Verne, Emilio Salgari, Jack London, Daniel Defoe…?” Las películas no sustituían al libro como ocurre hoy día. Y mismo en el colegio sí o sí teníamos que leer, no había internet para bajar nomás el argumento, “Rosaura a las diez”, “Juvenilia” o “Corazón” entre tantos otros quedaron grabados en mi memoria de estudiante. Fundamental recuperar la lectura a la siesta o el pequeño libro de bolsillo. El verano y las vacaciones regalan tiempo para leer. No nos perdamos esa riqueza. “Adquirir el hábito de la lectura y rodearnos de buenos libros es construirnos un refugio moral que nos protege de casi todas las miserias de la vida” (W. Somerset Maugham).