Elegir y castigar

El voto universal, libre, directo, igual, secreto, personal e intransferible, como lo caracteriza la Constitución y la ley, no lo hemos aún utilizado completamente para a elegir a nuestros representantes y sancionarlos, si se diera el caso.

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No, no se trata esto del repetitivo “votamos pero no elegimos”. No, se trata de que elegimos deliberadamente mal en la mayoría de los casos y lo volvemos a hacer, una y otra vez, con los pretextos de siempre.

El sentido del sufragio no es solamente la oportunidad de elegir y ser elegido, sino también de poder controlar y sancionar a quienes elegimos. Ni siquiera hemos hecho uso eficiente aún de la primera parte: elegir y ser elegido, aunque en las próximas elecciones se presentarán por primera vez varios candidatos que, por fin, se animaron a lanzarse al ruedo.

Nos queda pendiente el derecho y deber de elegir con responsabilidad. Sí, claro, elegimos, pero lo hacemos mal desde que tenemos libertad para hacerlo (1989). ¿O no son suficientes los hechos, situaciones, estados y escándalos de corrupción en que se ven implicados nuestros “representantes”? 

Elegimos mal. ¿Las pruebas? Todos los expedientes que están en la Contraloría, todos los titulares y archivos de la prensa, todos los juicios contra los corruptos en la justicia, todos los nuevos ricos con sus respectivos familiares a costa de la cosa pública.

Claro, casi todos fueron sobreseídos, gracias a la impunidad que al igual que la corrupción tiene nombres y apellidos, cargos, rubros, padrinos y el sello de nuestros votos detrás de cada uno de ellos. ¿O ustedes creen que los corruptos y los agentes de la impunidad no se prevalecen de nuestros votos para hacer valer sus fechorías? Claro que lo hacen, se valen de nuestros votos y de los fueros en que se amparan.

Como electores nos ubicamos en un escenario de fatalismo cómodo, esa manera trágica de pensar que los acontecimientos políticos son inevitables por depender de fuerzas superiores, imposibles de cambiar con simples posturas ciudadanas, y que por ende son cuestiones exclusivas de unas cuantas personas ubicadas en lugares a los cuales jamás podremos llegar.

Entendemos que haya gente, muchísima, que por necesidad de empleo renuncia a la libertad de elegir, que lo hace por imperio del partido que imparte las instrucciones a través de sus diferentes líderes y las bajan a las bases por medio de operadores, que en muchos casos son los jefes y directores de instituciones públicas.

Capaz que este año nos cansemos de figurar en el ranking mundial como los más corruptos, solo superados por otro país sudamericano, y nos preguntemos: ¿por qué está pasando esto? ¿Por qué ocurre y nunca cambia?

La respuesta es sencilla. Basta de ñembotavy, todos sabemos que esto ocurre porque cada uno de los ciudadanos tenemos la libertad de elegir a quienes harán por nosotros la gestión pública, y todas las veces elegimos a gente que nos falla, nos estafa, nos roba. Gente que nos condena al pasado y nos hunde en la pobreza. Gente a quienes nosotros elegimos.

Y los volvemos a elegir en las próximas, y en las siguientes elecciones de las próximas, sin hacer uso de la poderosa herramienta que tenemos a mano: el voto.

El 22 de abril próximo habrá de nuevo elecciones. Si tuviste un compromiso anterior de votar por tales personas o listas a cambio de trabajo o de otros favores, los comicios del 22 de abril son tu oportunidad, no solamente de elegir bien (lo cual se complica por las listas sábana) sino de castigar a quienes se empeñan en quedarse con la plata del pueblo y ubican a nuestro país entre los peores.

Vayamos libremente a las urnas, con la mente puesta en el país, y con un látigo en la mano, pensando en los corruptos agazapados en las diferentes listas. Ejopy gatu chupe, anirekyhyje.

ebritez@abc.com.py

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