Las preguntas del MEC

Aunque nunca nos enteramos qué pasó exactamente con el último multimillonario censo aplicado en Paraguay... el MEC nos sorprendió con una nueva modalidad: el primer censo registro o el primer registro censal. Una de las dos, o las dos juntas, o ninguna de las dos.

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Entre los documentos escolares de la semana que pasó mis hijos me acercaron lo que parecía una encuesta –de cuatro páginas– que había que responder: el Registro Estudiantil.

Cuando vi el volumen de datos que iba a contestar supuse había información adicional académica que el MEC desconocía sobre nuestros hijos. ¿Qué datos más faltaban? El MEC sabe perfectamente sus identidades, los grados que cursan, los colegios y escuelas. Las libretas pasan por el Ministerio y las Supervisiones, lo sabemos desde que éramos escueleros.

Al ver el resto de las preguntas, mi asombro y eterna desconfianza se desbordaron. Querían la dirección exacta de nuestra casa, los números de teléfono de línea baja y celulares; qué comodidades tiene la casa, los tipos de piso que tenemos, en qué trabajamos los padres y en qué puesto laboral estamos. Había que consignar electrodomésticos y hasta las enfermedades que pudieran tener nuestros hijos.

¿Era esto un registro estudiantil... o un censo? Y si era un censo, ¿los datos socioeconómicos no son secretos como lo manda la ley? Y si era un registro para saber quiénes son estudiantes, y repitentes, ¿esos datos ya no obran en las mismas Supervisiones del MEC?

Soy una de las que recibe a diario ofertas de supuestas bases de datos de IPS, del BNF, de las telefónicas, de algunas sociedades de ahorro y hasta de cooperativas.

¿Qué pasará en el futuro si ese señor –que me hizo ganar por teléfono una casa en San Bernardino porque mi número salió sorteado– me llama la próxima vez con todos los datos de mi hijo? ¿Buscaré a Riera que me dijo que se hace responsable mientras esté? ¿Buscaré a Horacio Cartes?

¿Qué pasaría si ese banco de datos –donde nos hacen constar enfermedades de nuestros hijos– es usado en el futuro para discriminarlos laboralmente por alguna dolencia?

Cuando consulté todo esto por redes sociales al ministro Riera, él contestó que el objetivo era evitar los alumnos fantasmas. Sin embargo, este interrogatorio –lejos de inventariarlos– ayudará a inventarlos más; no todos los padres estamos en condiciones de responder –y escribir– las respuestas con opciones diversas que plantean.

Cuando me soplaron que se está pidiendo a los colegios que la información sea datada a febrero del 2015, ya no me tragué el adefesio. ¿Será que hubo algún proyecto con fondos previstos para este registro -que debió hacerse en el pasado- y no se hizo?

Cerré las hojas y consulté con un abogado. Y aunque mi decisión personal ya estaba tomada, terminé de reafirmar mi negativa la tarde que le planteé periodísticamente al Ministro Riera todas estas dudas y él me dijo… que tenía las mismas.

¿Quién responderá nuestras preguntas? Porque las del MEC no responderé yo.

mabel@abc.com.py

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