Sigan jodiendo

Lo mejor que puede ocurrir al actual gobierno es contar con una oposición, que además de política sea legítima, transparente y por tanto democrática. Tengo la sensación de que quien menos creará problemas a este gobierno es justamente la oposición política, pero cuando hablo de problemas me estoy refiriendo a situaciones que nada o poco tienen que ver con propuestas, desarrollo de ideas y proyectos, rechazos, objeciones argumentadas y alternativas más convenientes para la población.

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Me refiero a situaciones creadas por intereses espurios, indignaciones inventadas para maximizar supuestos errores de gestión de gobierno, exposiciones oportunistas y magnificadas de los tristes panoramas de nuestros eternos problemas de pobreza y abandono, entre otras cosas.

Estas indignaciones, supuestamente espontáneas, se tratarán de exhibir como iniciativas ciudadanas. Un anticipo de ello lo pudieron ver en la “manifestación de repudio” por la política exterior del gobierno. Lo que se pudo ver ahí en realidad es la forma de operar de los políticos con rendiciones de cuentas pendientes sin mostrar la cara, para que luego los parlamentarios del cartismo levanten en el Congreso y en otras tarimas políticas la bandera de la oposición sobre esos temas, “haciéndose eco” de las inquietudes de la ciudadanía.

Pero el ensayo de disgusto contra la firma del Pacto Mundial para una Migración Segura y Ordenada fue todavía inocente, no obstante lo cual los manifestantes lograron un rápido impacto. Aún falta utilizar mejor los rumores maliciosos, la desinformación, la mentira, las provocaciones, simulacros, inconductas pagadas y tantos otros tipos de provocar situaciones para debilitar un gobierno, que si arranca débil mucho mejor para el plan.

¿De qué estamos hablando? De que si la oposición política –esa que intentó ser gobierno pero perdió con sus candidaturas partidarias en las elecciones generales y pasó a ser el contrapeso del poder que está constituido por un partido que sí ganó las elecciones–, si esa oposición, repito, no ejerce su rol de manera leal con los principios democráticos, operará otra “oposición” artificial que empleará la pirotecnia necesaria y suficiente para convencer cuanto antes a la población que el gobierno no funciona.

Obligará al gobierno a defenderse en vez de avanzar en la gestión, y a la oposición a permanecer callada para no aparecer pegada a proyectos mafiosos y coincidentes con iniciativas autoritarias.

¿Cuál es el gran problema? Como el sueño de todo gobernante es tener de su lado a la oposición, ocurre que ella tiene el complejo de no caer en la apariencia de una actitud entreguista (zoquetera en nuestro diccionario caníbal) por el hecho de acercarse al oficialismo.

En el cuadro actual de situación, el oficialismo está en el Partido Colorado (abdismo) y la oposición está en el Partido Colorado también (cartismo). No hay que hacer mucho esfuerzo para descubrir que el cartismo tiene más elementos que el abdismo para controlar la situación. ¿Perseguirlo? Sería otorgar al cartismo el único elemento del cual carece aún para sobrellevar la cruz de una víctima acosada y hostigada por el ogro cruel y despiadado que persigue al pueblo. Así, en cuestión de tiempo, la fruta estará madura y lista para caer. La oposición –la que perdió las elecciones– no el movimiento del partido en cuya interna perdió las elecciones, tendrá que plegarse en una acción conjunta y armoniosa del único desenlace posible.

Por eso decía al comienzo que la mejor forma de gobernar este país es con una oposición vigorosa, que se siente –sin complejos– a dialogar con el gobierno sobre lo que hay que hacer, con qué recursos y probables resultados, en qué lugares, para qué grupos humanos vulnerables y en qué tiempo actuar. Pero para eso también es tiempo de que el político colorado deje de joder con su fanatismo ciego y cavernario –y viceversa– de no juntarse con liberales y zurdos.

¿Quieren seguir jugando con la paciencia de la gente y especialmente de los pobres? ¿Quieren seguir jodiendo con la impunidad? Háganlo y no se quejen cuando los militares vuelvan al poder (vean Brasil) o cuando los violentos –supuestos ejércitos populares aliados a cárteles– sean dueños de sus vidas y hacienda.

ebritez@abc.com.py

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