Las manos mágicas de una partera

Alfa Serafina viuda de Aranda, más conocida entre sus pacientes como doña Alfa, fue una de las primeras egresadas de la carrera de Obstetricia de la Universidad Nacional de Asunción, en 1953. Desde entonces no se ha cansado de ayudar a las madres a dar a luz, profesión en la que ya lleva casi siete décadas.

Alfa Serafina viuda de Aranda.
Alfa Serafina viuda de Aranda.ARCENIO ACUÑA

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Con más de medio siglo de profesión doña Alfa siente una pasión y ama su labor de traer niños al mundo a pesar de estar retirada. “A lo largo de su vida profesional se dedicó con toda pasión a la obstetricia”, cuenta Antonio, uno de sus cinco hijos, su portavoz en esta ocasión.

Alfa de Aranda nació en Asunción el 1 de agosto de 1930. Cuando su padre, Fidel Delgado, le aconsejó que estudiara una carrera, porque consideraba que una mujer debía tener una profesión, optó por la carrera de Obstetricia. Sus primeros acompañamientos como partera fueron en las casas de sus pacientes, ya que en esa época, la mayoría de los partos se daban en los mismos hogares de las parturientas.

En esos años, Barrio Obrero estaba dividido por una gran zanja, la famosa Salamanca, que, ante una emergencia por inicios de parto, ella debía atravesar bajando por el borde del barranco hasta llegar al arroyo y de ahí volver a subir para pasar al otro lado. No existían puentes ni caminos empedrados. Su carisma y vocación se fueron extendiendo de boca en boca y, de esa forma, llegó a ser muy conocida hasta hoy día en todos los alrededores. Alfa se casó un día de primavera de 1958 con Cesáreo Aranda Valdez, su compañero por 56 años, que en esas noches le alumbraba el camino para cruzar la zanja, a veces con una linterna, a veces con un “lampíun”.

En el Hospital Barrio Obrero

Entretanto, también ingresó como funcionaria y formó parte de una de las primeras remesas de profesionales que tuvo el Hospital Materno Infantil del Barrio Obrero, nosocomio en el cual permaneció activa hasta la década del 80. Una vez concluidas sus funciones en ese centro asistencial, fue invitada a trabajar en la Clínica Capellanes del Chaco del Barrio Republicano, donde a pesar de la precaria infraestructura de entonces y gracias a todo el plantel de profesionales pudo acompañar en el parto a mujeres de escasos recursos del barrio y de la zona del Bañado Sur.

Entre alumbramientos de las mujeres, Alfa crió cinco hijos y una ahijada: Bernardo, Luz María, Víctor, Ladislaa, Antonio y Pabla. También, guiada por su deseo de colaborar a mejorar la salud de las madres, especialmente a las de situación de extrema pobreza, con el apoyo de un equipo de colaboradores y a través de la sociedad San Vicente de Paul vio la importancia de contar con un dispensario en el barrio donde vivía, y logró que se pudiera habilitar un local de salud en el barrio Silvio Pettirossi, dentro del predio de la escuela Virgen de los Dolores.

Luego de casi dos décadas, gracias al apoyo de empresas solidarias y la comunidad con sus colaboraciones, pudieron erigir un puesto de salud, deseo tan añorado por doña Alfa, donde ayudó a generaciones de parturientas hasta bien cumplidos sus 80 años. El centro sanitario continúa activo y ofrece servicios gratuitos a los pobladores del barrio y a todo aquel que se acerque al local.

Fundadora de sociedades

Profesional activa, Alfa Delgado de Aranda es socia fundadora de la Sociedad de Obstetras del Paraguay, en diciembre de 1962. También es socia fundadora del Colegiado de Obstetras del Paraguay, declarado de interés nacional por Decreto Nº 17650/02. Asimismo, ayudó a fundar la Escuela de Obstetricia Rural.

Alfa Delgado siempre luchó por la defensa de la vida. Toda esta labor, de alguna manera, hizo que su familia sea parte de su vocación, ya que su marido y sus hijos eran los más afectados por sus apresuradas corridas al hospital. Para ella, no había domingos, feriados, festividades de Navidad o Año Nuevo e, incluso, cumpleaños de sus hijos cuando era llamada para acudir a un parto.

Alfa de Aranda ejerció la tarea docente en la Escuela de Obstetricia Rural. Siempre con el afán de servir a su comunidad, a la par de la salud física, se ocupó de la salud espiritual. Fue miembro del Movimiento Hijas de María, en la iglesia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de Asunción, en la década de 1940. Y miembro y fundadora de la Legión de María en el Paraguay (década de 1940) en la Iglesia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, y en la década de 1950 en la iglesia del Santísimo Redentor. Miembro y fundadora de la iglesia del Santísimo Redentor en 1950, donde también se desempeñó como catequista. Por todos estos servicios a su comunidad, el 7 de septiembre, día del centenario de la Legión de María, Alfa de Aranda será homenajeada en la iglesia Perpetuo Socorro.

Hoy, a los 91 años, dentro de lo que puede recordar, tiene momentos imborrables y aún siente en su ser la vocación de esta profesión que tomó como parte de su vida. Sus mayores méritos se pueden percibir en las muestras de satisfacción y agradecimientos que recibe permanentemente de personas que fueron sus pacientes y de los que ayudó a traer al mundo. Dicen que las manos que reciben a un recién nacido son como las manos de Dios. Tal vez, por eso, personas como Alfa de Aranda se distinguen del montón, por esas manos mágicas que ayudan a traer una nueva vida, una esperanza al mundo.

Día de la Obstetricia

Antiguamente, se solía relacionar el trabajo de obstetra únicamente con el momento del parto, pero su labor abarca mucho más. Es que no solo ayudan a traer vida al mundo. También se encargan de acompañar y contener a la mujer antes, durante y después de dar a luz.

En reconocimiento a esa labor, desde 1962, cada 31 de agosto se celebra el Día Internacional de la Obstetricia, en homenaje a San Ramón Nonato, patrono de las obstetras, embarazadas y parturientas.

El dato

En Paraguay existen unos 2.600 profesionales obstetras; 2000 trabajan en servicios del Ministerio de Salud. El 90% son mujeres (MSPyBS).

mpalacios@abc.com.py

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