Más que un calendario lunar sobre el viñedo

El ritmo del sol y las fases de la luna, la posición de los planetas y las constelaciones son esenciales en el calendario agrícola biodinámico, que se remonta a cien años, pero cuyos orígenes a su vez se inspiran en antiguas civilizaciones. En los viñedos donde la ecología y las prácticas sustentables rigen la vida de los cultivos, es la vivencia cotidiana. Conocimos un buen ejemplo en Luján de Cuyo, Mendoza.

Los viñedos de Alpamanta en Luján de Cuyo, Mendoza. En el fondo la precordillera de los Andes.
Los viñedos de Alpamanta en Luján de Cuyo, Mendoza. En el fondo la precordillera de los Andes.PEDRO GOMEZ

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Como calcado de las crónicas de viajeros europeos que llegaron al Paraguay a lo largo de los siglos, aunque de forma fugaz, a Andrej Razumovsky le gustan el tereré y el mango. Los saboreó durante una grata estadía en nuestro país en 1988, cuando había venido invitado por unos amigos.

No ha olvidado las características de nuestro terruño. Es que para él la tierra y las costumbres, la convivencia armónica con la naturaleza es lo primordial.

El nombre de la bodega de la cual es fundador-propietario (con otros socios) es Alpamanta, que significa en quéchua “amor por la tierra”. El desarrollo y todo el proceso de la vid lo lleva en la sangre.

Los antepasados de Andrej Razumovsky estuvieron muy involucrados con la vid: “La familia de mi abuela paterna tenía viñedos en el Dniestr, en el suroeste de Ucrania, frontera con Moldavia”, comenta.

Mitad austriaco y danés, estudió administración de empresas en Viena, Austria, y trabajó durante 12 años en empresas multinacionales en diferentes rubros en Europa y América Latina en el área de ventas y marketing.

En 1999 llegó a Buenos Aires como director regional de América Latina para la firma de software Amadeus, donde encontró ̶ podríamos decir ̶ el amor verdadero, el de la vida y, por supuesto, el del vino. Luego de casarse con Úrsula, una chef profesional de nacionalidad argentina en 2003, empezó a dedicarse a la producción de vinos cuando compró una finca abandonada de 35 hectáreas en Luján de Cuyo, en 2006.

Razumovzky decidió dedicarse al viñedo a los 40 años. No pocos consideraban una locura esta tarea, pero él estaba decidido pues tenía el ADN y la visión de cuidar el medio ambiente, cultivar sin químicos, aprendió geología, sobre riego de suelo y agronomía. “Era como lo que hacían los hippies”, revela.

No es casualidad que la plantación ocupe la parte frontal del terreno y la bodega hacia el interior, pues lo más importante es la vid. Luego se diseñó y construyó la bodega inaugurada en 2022.

Razumovzky convirtió esa parcela del desierto al pie de la precordillera de los Andes en un verdadero oasis donde actualmente se pueden apreciar coloridas flores acuáticas, lotos, lirios y lilas, en torno al espejo de agua, una laguna autosuficiente que preside la vanguardista construcción que alberga la bodega. El uso de energía solar también es fundamental.

El emprendimiento ganó los Premios Oro Argentina en las categorías de Prácticas sustentables y Architecture/Paisajismo-Best of Winer Tourism (Lo mejor del turismo del vino).

Ciudadano del mundo, reside en Austria, tiene negocios en España, familia y cultivos en Argentina, regresaba de Chile cuando nos hizo de anfitrión en Mendoza como parte del Fam Press de JetSmart y sus vuelos protegidos Asunción-Mendoza.

La filosofía biodinámica

Clarisa Murekian, jefa de hospitalidad de la bodega, escarba entre la hierba que crece y regala flores en las matas de la vid. En sus manos extrae y muestra una porción del humus. Pese al radiante sol y el día después de una tormenta de viento zonda, demuestra cómo el suelo conserva la humedad y las nutrientes para la vid bajo ese colchón verde. A diferencia de otros viñedos donde se observa el suelo totalmente desnudo, en Alpamanta todo es verde y colorido.

La filosofía biodinámica que se aplica en este viñedo surgió con Rudolf Steiner (1861-1925), nacido entonces en el Imperio Austrohúngaro. Fue un hombre multifacético; ocultista, escritor, esoterista, poeta, musicólogo, filósofo, profesor, arquitecto, se destacó en las áreas de medicina, teosofía, fue fundador de la agricultura biodinámica y la medicina antroposófica en las que sintentizó todos sus conocimientos. Tuvo varios seguidores entre quienes se destaca la científica y agricultora alemana María Thun (1922-2012), la que desarrolló el calendario agrícola biodinámico, tal como lo conocemos hoy y que lo sigue desarrollando para cada año la Asociación para la Agricultura Biológico-Dinámica de Argentina.

Todo es natural

En un viñedo ecológico conviven todos los aspectos de la naturaleza. Contribuye en primer lugar el terruño, en este caso ubicado a poco menos de 1.000 metros sobre el nivel del mar y con el suelo compuesto de texturas de arenas, arcillas, limos y calcáreos superficiales. El respeto a ese suelo y esa biodiversidad es fundamental para el equilibrio del ecosistema.

En la viticultura orgánica lo importante es preservar los cultivos de las enfermedades y plagas de la forma más natural, sin la utilización de químicos ni elementos sintéticos como herbicidas o fungicidas.

̶̶̶̶ ¿Influyen los astros en la siembra y en la cosecha?

̶̶̶̶ Si, dice Razumovzky al explicar que los astros y la luna son fundamentales para la expresión de la planta y la uva. Depende de la constelación y la época del año, por eso se usa el calendario de la científica M. Thun, que destaca los días más aptos para cosechar, podar o embotellar los vinos:

“El objetivo es elaborar vinos premium en base al máximo respeto al medio ambiente, implementando prácticas sustentables desde la biodinámica en el viñedo, a la mínima intervención en la vinificación y aplicando insumos y packaging con mínima huella de carbono”.

̶̶̶̶ ¿Y cómo ayudan los insectos?

̶̶̶̶ En la biodiversidad que aplicamos desde hace 17 años con nuestras vides, frutales, olivos y flora indígena, sin la aplicación de químicos, atraemos a todo tipo de fauna salvaje e insectos que conviven con las vides y facilitan generar microorganismos que fertilizan el suelo, y en el caso de las abejas, ayudan en la floración.

̶̶̶̶ ¿Cómo ayudan los animales en la cadena de producción?

̶̶̶̶ Las vacas generan la bosta, de la que se compone el compostaje y ayuda a fertilizar de forma natural el suelo. Las ovejas, aparte del guano, también combaten la maleza dañina. Las gallinas y gansos se comen los insectos, con lo cual combaten a las hormigas, que pueden generar daño en los brotes de las vides a principios de la primavera.

La salud del hábitat a largo plazo

La agricultura biodinámica en este viñedo busca la salud de la finca a largo plazo y contribuir al cuidado del medio ambiente. Durante todo el año realizan aplicaciones de preparados que hacen que las plantas se mantengan fuertes y resistan a las plagas.

Un ejemplo lo apreciamos en los sótanos de la bodega, donde el aire está impreganado de aromas provenientes de las especies medicinales y aromáticas que cuelgan bajo el techo como nuestros abuelos colgaban el tabaco, las ristras de ajos y cebollas o las mazorcas entretejidas de maíz.

Los preparados se guardan en frascos de vidrio que se añejan en baúles o barriles de madera de antaño. En los anaqueles se pueden apreciar los frascos seleccionados y en las paredes cuelgan notas con las proporciones para la mezcla ideal. En los estantes sobresale la gran cantidad de cornamenta de ganado recogida del campo.

̶̶̶̶ ¿Para qué sirve tanta cornamenta de ganado?

̶̶̶̶ Es que la preparación del compost natural es un factor clave que proviene de los desechos producidos en la misma finca a partir de orujos, maleza, bosta de vaca y distintos guanos. El preparado se coloca en los cuernos y se entierra. Al cabo de cierto tiempo, se lo extrae ya listo para aplicar a los cultivos. Todo tiene su tiempo de maceración y descomposición natural para que pueda ser utilizado.

Aquí la cadena natural es muy importante, las plantas e insectos controlan y evitan la proliferación de plagas, y los animales domésticos, como las gallinas, gansos, vacas, ovejas y caballos, hacen lo suyo con los insectos y las hiervas.

El círculo de la producción se completa con la aplicación estricta del calendario astronómico Thun, que pende en la pared y donde se detalla el ritmo de la naturaleza para cada día del año, según la constelación y el ciclo lunar.

Todo cuenta, las constelaciones de fuego (Aries, Leo y Sagitario), las de aire y luz (Géminis, Libra y Acuario), las de agua (Cáncer, Escorpio y Piscis) y las de tierra (Tauro, Virgo y Capricornio) marcan su paso sobre la naturaleza a lo largo del año, de los meses y los días.

Las fases de la luna y la posición en cuanto a la rotación tienen una gran influencia, que varía si es luna llena, nueva, menguante o creciente. Asimismo, se tiene en cuenta si es ascendente o descendente para cualquier intervención en los cultivos.

El calendario marca los días favorables para la siembra, cuidados y cosecha de las plantas con flores, las de hojas, las plantas frutales, hortalizas y los tubérculos.

Manos femeninas

Andrej Razumovzky explica que las mujeres que trabajan en las vides tienen una mano muy delicada y ayudan a ejecutar las tareas que requieren mucho detalle en la planta. “Dentro de la temporada asignamos trabajos a mujeres y hombres, para ejecutar diferentes conducciones en la vid”.

Todo ayuda a lograr un vino biodinámico que se envía a 30 países en toda América, a Europa, Asia y Oceanía. “Sueño con llegar a Paraguay con estas botellas”, afirma Razumovsky mostrando su último experimento, un licor, delicioso aperitivo.

Tradición vitivinícola

Los propietarios de Alpamanta son tres amigos europeos de familias tradicionales vitivinícolas que unieron legado y pasión para dar vida a este proyecto: Andrej Razumovsky, de Austria, y su primo André Hoffman, de Suiza (ambos descendientes de la noble familia vitivinícola Sayn Wittgenstein), y Jérémie Delecourt, francés, cuya familia es propietaria de Chateaux de la Crois Bontar, productor de rosados en la región de Cotes de Provence.

pgomez@abc.com.py

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