El amor en tiempos de la IA

Lo que hasta hace poco era “novedad” hoy es moneda corriente. La triple W revolucionó todos los campos de la interacción humana y el amor romántico, o al menos la idea de alcanzarlo, ha cobrado formas de bits y bytes dando lugar a nuevas dimensiones. Lo último de lo último es la inteligencia artificial y su impacto en la vida profesional y cotidiana. La psicóloga Juana Gauto analiza el tema, a propósito de la llegada del Día de los Enamorados.

El amor del tipo “romántico” que ha sido idealizado de muchas formas a través de los cuentos y las novelas ha cambiado bastante en esta época de la inteligencia artificial (IA), reflexiona la psicóloga Juana Gauto.
El amor del tipo “romántico” que ha sido idealizado de muchas formas a través de los cuentos y las novelas ha cambiado bastante en esta época de la inteligencia artificial (IA), reflexiona la psicóloga Juana Gauto.Gentileza

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Mirando hacia el futuro, la inteligencia artificial (IA) podría jugar un papel en cómo definimos y experimentamos el amor. Si bien es improbable que la IA reemplace la necesidad de conexión humana genuina, podría cambiar las dinámicas de cómo las personas se encuentran y se relacionan.

El amor del tipo “romántico” que ha sido idealizado de muchas formas a través de los cuentos y las novelas ha cambiado bastante en esta época de la inteligencia artificial (IA), reflexiona la psicóloga Juana Gauto.

“La finalidad del amor y el emparejarnos no solo obedece a una emoción inherente a querer estar con otras personas, sino que también puede verse atravesada por deseos de pertenencia, reconocimiento, el no querer estar en soledad y cumplir incluso con un propósito de vida”, contextualiza la profesional.

En ese sentido el amor, en su expresión más profunda, es una conexión humana que se manifiesta en emociones, sentimientos y experiencias compartidas. Pero ¿qué ocurre cuando la inteligencia artificial (IA) entra en este dominio tan intrínsecamente humano?

Practicidad vs. autenticidad

Buscando respuestas a estas preguntas la psicóloga Juana Gauto trae a la discusión cómo eran las relaciones antes de que los teclados se interpusieran en la trayectoria de las flechas lanzadas por Cupido.

“Hasta hace muy poco tiempo, lo normal para conocer gente era salir a bailar o a tomar algo en bares y discotecas y no faltaba el amigo o amiga que te presentaba a alguien ‘con quien congeniarías totalmente’, incluso el ‘flechazo’ podría darse en el lugar de trabajo o estudios. Pero eso implicaba que todas las partes interesadas estuvieran presentes, se conocieran físicamente y se llevaran una primera impresión más o menos acertada”.

Sin embargo, en la actualidad, la tecnología ha transformado cómo interactuamos unos con otros, y la IA no es una excepción. Las aplicaciones de citas utilizan algoritmos para sugerir posibles parejas, basadas en nuestros intereses, comportamientos y preferencias. Aunque esto puede simplificar la búsqueda de amor, también se plantean inquietudes sobre cómo puede afectar la autenticidad y profundidad de nuestras relaciones.

Definitivamente, sostiene Gauto, “los avances en la tecnológica con la aparición de los smartphones, las aplicaciones y las redes sociales han cambiado la manera de conocer gente e interactuar con ellas”.

De las cartas a Tinder

Antes eran “las cartas”, hoy accedemos a todo tipo de aplicaciones (Tinder, Bumble), podemos usar Skype, wasapear con la pareja, realizar cualquier tipo de videollamadas, escribir correos electrónicos, permanecer siempre conectados a través de un chat, hablar a cualquier punto del mundo gracias a nuestros celulares... “El amor a distancia, casi, no tiene distancias”.

Pero algunas tecnologías van más allá del simple match. Las inteligencias artificiales como asistentes de voz y chatbots están diseñados para simular conversaciones humanas, ofreciendo compañía e incluso emulando compasión y afecto.

Algunos individuos pueden encontrar consuelo en estas interacciones, especialmente aquellas personas que se sienten solas o aisladas. Aunque no es amor en el sentido tradicional, plantea interrogantes sobre el valor de la compañía, incluso si proviene de una fuente artificial.

¿Es o no es amor?

Mientras algunos ven la IA como un paso hacia un futuro donde las emociones y conexiones humanas son replicadas e incluso reemplazadas por máquinas, otros sostienen que la IA solo puede ser un suplemento a las complejas dinámicas del amor humano. Las IA pueden ofrecer ayuda y conveniencia, pero al final del día no pueden experimentar emociones o desarrollar un vínculo emocional auténtico.

La Lic. Juana Gauto remarca la dualidad de lo que puede ofrecer un algoritmo no necesariamente para encontrar una pareja, sino para buscar nuevas formas de avivar la relación con la que ya tenemos.

“Aunque estos algoritmos parecen todavía bastante imperfectos, como cualquiera puede comprobar en su vida cotidiana, probablemente habrán de ser refinados en no demasiado tiempo, por lo que quizás puedan resultar esenciales a la hora de establecer relaciones sentimentales con otros”, dice.

“Acá el desafío para nuestro tiempo para mantener o comenzar relaciones con otras personas a través de la IA y utilizar estas en la medida justa está en mantener siempre el relacionamiento humano, la convivencia y el contacto físico”.

Anhelos emocionales y físicos

Para la psicóloga, ya sea que hablemos de sexo o amor romántico, los seres humanos estamos biológicamente diseñados para anhelar ambas cosas. Pero si anteponemos o nos centramos tan solo en las ciberrelaciones, esto puede llevarnos a un aumento peligroso de la depresión y ansiedad.

“Hemos visto durante el confinamiento por la pandemia cómo estos trastornos aumentaron exponencialmente, y si le sumamos la falta de interacción social y relacionamiento, va a ser mucho peor”, advierte Juana Gauto.

Desde realidad virtual que permite a las parejas compartir experiencias a pesar de la distancia física hasta IA que monitorea la salud emocional de una persona, las posibilidades son vastas. La cuestión será cómo mantener un equilibrio entre el uso de la tecnología para mejorar nuestras vidas amorosas y la preservación de las conexiones humanas auténticas.

El amor en la era de la inteligencia artificial está lleno de posibilidades y desafíos. La IA puede potenciar y complementar nuestras experiencias amorosas, pero es esencial recordar que el núcleo del amor reside en la humanidad compartida, un territorio donde la IA sigue siendo, por ahora, una acompañante y no una sustituta.

A medida que caminamos hacia un futuro junto a estas tecnologías emergentes, tenemos la responsabilidad de mantener las conexiones humanas en el corazón de nuestra experiencia del amor. “En el mes de San Valentín, el desafío para la sociedad de nuestro tiempo no es tanto poner a la tecnología en el corazón de la gente, sino a la gente en el corazón de la tecnología”, finaliza la psicóloga.

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