Testigos

Prosiguiendo con nuestro Ciclo Laura Márquez (1929-2021), compartimos con los lectores la primera entrega de Testigos, nueva serie, concebida y realizada por Gabriela Zuccolillo, de impresiones, anécdotas, entrevistas, recuerdos, testimonios recopilados directamente de la memoria viva de quienes conocieron a la artista paraguaya fallecida en abril.

Laura Márquez con la pelota de espejos.
Laura Márquez con la pelota de espejos.Archivo, ABC Color

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Testigo I: José Antonio Pratt Mayans

Mi homenaje a Laura (texto de J. A. Pratt M.)

Cuando pienso en ella, la cabeza me da vueltas. ¿Quién era Laura? Indescriptible. Volátil. Inabarcable. Absurda. Volandera. Trágica. Cómica. Profunda. Clásica. Revolucionaria y conservadora. Familiar y apegada a la tierra. Una pandorga sin hilo. Un tiro al aire. Amiga de sus amigos. La mejor enemiga. No dejaba títere con cabeza. Gran actriz. Inolvidable conversadora. Libre hasta decir basta.

Este es el epitafio que a ella le hubiera gustado. Es como una declaración de amor a una época dominada por Edith, Olga y Laura. Tres prima donna assoluta que, como se sabe, solo puede ser una.

* José Antonio Pratt Mayans formó parte del grupo Los Novísimos, que participó de happenings y otras actividades artísticas con Laura Márquez. Reside en España desde hace varias décadas.

Testigo II: Julio González

«El mito del exilio de Laura Márquez me mantuvo vivo» (entrevista a J. González)

De vista, y de saludo, hace siglos, la llegué a conocer a Laura. Es la memoria confusa de un niño que se iba a pedir calcomanías de la primavera en ABC Color y ahí conoció a Laura Márquez.

Yo vivía cerca de ABC, y me iba a recorrer coleccionando pegatinas y calcomanías, tal vez en el 69, el 68, calcomanías del día de la juventud y la primavera. Y estoy pensando que tal vez las diseñaba ella. Un día me voy y pido las calcomanías de regalo y «Ay, se acabó ya mi hijo. Van a traer de la publicitaria, vení mas tarde». Y sale ahí una señora que yo juraría que era Laura Márquez, con su minifalda, con su peinado yeyé, con su vestido estampado con flores y dice «Ay, qué le doy a este niño?», y ahí me dio las que tenia nuevitas.

Y entonces la chica de la recepción me dice: «Ella es Laura Márquez».

También de niño, yo he visto la pelota de espejos, porque yo era muy olimpista, y mi familia también, hubo esa fiesta de aniversario, creo... no recuerdo muy bien, y mi papá nos llevó, y en el medio de la cancha estaba aquella pelota enorme, con los espejos, una escultura alta, y con reflectores que la iluminaban. Espectacular fue... salió en los diarios.

Yo era ya era artista, jajajá; a mí me pareció espectacular.

Entonces, este es el recuerdo de alguien que cree que le conoció. Porque yo la conocí por todo lo que me contaron de ella. Ya no estaba Laura, pero se oía mucho la referencia, «Laura», «Laura…» Yo en un momento escuché hablar mal de ella, y no me gustó. Entonces busqué quién me puede hablar bien de ella. Y así terminé frecuentando el taller de Leonor Ceccotto. Siempre se decía de Laura: «es la pionera».

Yo me hice exiliado porque el mito del exilio de Laura Márquez me mantuvo vivo. Siempre fue la opción última: si yo no puedo, me voy, como Laura Márquez.

Laura ya estaba en Nueva York, y venían obras y cosas suyas. Y veía cosas de diferentes estilos, y todo hecho con genialidad. Incluso cosas que se podrían llamar «pintura burguesa», «académica», tipo impresionismo, unas flores, hechas con manchitas, manchones, hasta una canoa. Recuerdo haber visto un cuadro grande, al estilo impresionista, como si fuera un Monet. Y yo me decía, cómo puede hacer esta señora esto y después unos círculos, unos círculos concéntricos, abstractos, bien abstractos. ¡Y luego sus meses de silencio! Eso a mí me impresionó siempre. Me pareció que era poder aportar después de un Malevich, porque vos ves «Negro sobre Negro» y decís, ya está todo hecho. Y veías que no estaba todo hecho. Que todavía se podía hacer algo. Se podía dar una vuelta de tuerca. Que ese cuadrado podía ser un círculo y que ese círculo podía tener una presión por detrás.

El título luego ya me fascinaba. Me parecía una protesta. Yo a Laura Márquez la ubico en la Contemporaneidad, no en lo Moderno. Las cumbres de lo Moderno son Olga, Edith, Leonor, verdad... y algunos más. Pero Laura, única, inaugura la performática y envolvente contemporaneidad.

* Julio González es dibujante y pintor, expone sus obras desde 1976 en muestras nacionales e internacionales y está radicado en España desde la década de 1990.

gabrielazf@gmail.com

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