El guapo’y ausente y la patria nueva que reverdece

«El guapo’y de la cárcel de Emboscada ya no está, pero sí están Celsa y Derlis y varios de los de entonces que seguimos siendo los mismos», escribe el profesor Santiago Caballero luego de ver la película «Guapo’y» (Sofía Paoli Thorne, 2022), que, después de ser exhibida en más de diez países y premiada en varios festivales internacionales de cine, se ha estrenado en Paraguay.

Celsa Ramírez en el documental "Guapo’y" (Sofía Paoli Thorne, 2022)
Celsa Ramírez en el documental "Guapo’y" (Sofía Paoli Thorne, 2022)

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El 24 de octubre pasado fue un día memorable para mí. Asistí a la presentación del documental Guapo’y y abracé, después de unos 45 años, a la querida amiga Celsa Ramírez, cuya vida se expone en el filme. Con sobriedad y fidelidad sobresalientes, la directora y guionista Sofía Paoli Thorne nos muestra los ocho años de apresamiento y torturas de Celsa, a la par de los diez años de iguales condiciones de su mamá, María Lina, ya fallecida.

El título, Guapo’y, se refiere al enorme árbol del patio de la cárcel de Emboscada donde fueron a parar los cientos de apresados en la gran redada de fines de la década de 1970. A su sombra se preparaban y servían las comidas, se festejaban los cumpleaños, se participaba de peñas, de obras teatrales, en fin, formaba parte de la vida de los reclusos.

Uno de los eventos relatados por Celsa en el documental es la celebración de los cumpleaños de los niños nacidos en el cautiverio. Nada faltaba, ni las tarjetitas de convite ni las sorpresitas. Con ternura, Celsa muestra cada objeto confeccionado en medio de la escasez y transmite, sin palabras, un halo de cariño a toda la sala. Me remitiré a una experiencia similar. Por aquel tiempo, el día de mi cumpleaños, me visitó la mamá de una de mis amigas presas; me entregó un sobrecito con varios caramelos y una tarjetita adornada con hijos de colores donde se podía leer: «¡Felicidades, Santiago! De Tola, Olga, Nenena». Conservo hasta hoy la tarjetita.

Pero el guapo’y ya no existe, narra Celsa. Lo derribaron. Gigantesco como era, lo eliminaron desde sus raíces. No queda ya su acogedora sombra. Fiel al «odio a los árboles» profetizado por Rafael Barrett, la urgencia de nuevos pabellones lo eliminó como se descuajan hoy hectáreas de bosques. ¡Qué dolorosa paradoja! Intentaron arrancar de raíz los ideales de libertad, de justicia, de solidaridad, y se las toman con el guapo’y y los bosques centenarios.

Conocí a Celsa una madrugada en el local policial de Presidente Franco y Nuestra Señora de la Asunción. Tendidos en el piso, intentábamos dormir en medio del terror, pues «es en las noches o las madrugadas cuando vienen a llevarte para las torturas», como me advirtieron los ya conocedores de los sistemas. Aquella madrugada me asustó el llanto de una criatura. Para mi tranquilidad, no estaban de guardia los que nos prohibían hablar; entonces me acerqué, y vi a una mamá que intentaba tranquilizar a su pequeño, de uno o dos años. Me dijo que era el hijo de Derlis Villagra, desaparecido, y que ella era Celsa, la esposa. Intercambiamos unas palabras más. Yo sabía del caso de Derlis, muy sonado: el régimen lo declaraba «desaparecido» pero circulaba la mala noticia de que lo asesinaron. Con la pena en el alma, miraba a la valiente mamá, sencilla, directa, tranquila, al cuidado de un nene todavía incapaz de entender la desgracia.

Pasaron los años. Me enteré de la libertad de Celsa y su hijo. Nos comunicamos por teléfono hasta este día en que la volví a ver y a conocer su historia completa gracias al documental.

El guapo’y ya no está. Están Celsa y Derlis y varios de «los de entonces» que seguimos siendo los mismos. Celsa cura las secuelas de la tortura en su cuerpo con los remedios de la mamá, de las abuelas, remedios yuyos; ejecuta a la perfección el arpa y sonríe con la alegría de vivir en la búsqueda de la libertad, de la justicia, de las cercanías dialogantes. Un obispo amigo me contó que en aquella vorágine fue a interceder por los presos ante el ministro del Interior y que este le dijo, entre otras cosas: «Estamos asombrados de la valentía de estos jóvenes, mientras los nuestros sólo quieren puestos relevantes y buen sueldo». Sin embargo, hoy sabemos que, a pesar de lo expresado, torturaron, asesinaron, expulsaron a aquellos a quienes supuestamente admiraba el señor ministro. Los «suyos» fueron después calificados como los de la «tierna podredumbre».

El guapo’y de Embocada ya no existe. Sí germinan, florecen y dan frutos aquellos jóvenes que entonces encarnaron el ideal de una patria nueva, «libre de ataduras, sin miedo a metrallas».

Ficha Técnica / Guapo’y

Título original: Guapo’y.

Género: Documental.

Dirección: Sofía Paoli Thorne.

Guión: Sofía Paoli Thorne.

Fotografía: Delfina Margulis.

Música: Dahia Valenzuela.

Compañías: Coproducción Paraguay-Argentina-Catar; Tekoha Audiovisual.

Intervenciones: Celsa Ramírez Rodas, María Lina Rodas, Derlis Villagra Ramírez.

Duración: 71 min.

País: Paraguay.

Año: 2022.

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