Casas de crédito: nuevo jugador en esquema de supervisión del BCP dará claridad al sistema

Se desconoce con exactitud la cantidad de casas de créditos que funcionan en el país, pero se sabe con certeza que han mostrado un crecimiento sostenido, al considerar datos del Censo Económico de la DGEEC, que al cierre de 2011 registraba a 13 casas de crédito, que hoy rondarían 200. Un total de 132, según la Cámara de Empresas de Crédito (Crecer), y 106 de acuerdo a las inscriptas en Seprelad. Para este año se tiene previsto que ingresen al circuito de regulación del BCP, lo que representa un verdadero avance en la transparencia y en el saneamiento de la estructura financiera del país.

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El auge de las casas de créditos, también conocidas como “banca de la sombra”, ya que no se encuentran reguladas por el Banco Central del Paraguay (BCP) pese a prestar servicios financieros, se posicionaron en el país principalmente luego de la entrada en vigencia en el año 2015, de la Ley Nº 5476 “Que establece normas de transparencia y defensa al usuario en la utilización de tarjetas de créditos”. En efecto, como resultado de la disminución del crédito disponible en las tarjetas, un segmento significativo migró a las casas de créditos. 

La normativa había sido creada con el objetivo de limitar las tasas de interés que las instituciones financieras venían cobrando a sus clientes por el uso de las tarjetas de crédito. Y en este sentido, antes de la implementación de la normativa, la tasa de interés aplicada a los plásticos era en promedio de 40%, mientras que actualmente se ubica en torno al 14%. 

Es pertinente recordar que las tarjetas de crédito, de débito, tarjetas de descuentos o de promociones, son elementos importantes dentro de las economías nacionales e internacionales, debido a que brindan a los individuos una serie de facilidades en el momento de realizar compras o transacciones financieras en general. 

En particular, las tarjetas de crédito permiten a sus usuarios endeudarse hasta un límite de préstamo, es decir, comprar o consumir servicios y bienes hasta el monto habilitado por la entidad financiera. 

La practicidad de las tarjetas facilita, además, que una persona pueda seguir consumiendo, aun cuando no posea efectivo en mano, siempre y cuando se comprometa a pagarlo regularmente.

Se desvirtuó el espíritu de la ley

El espíritu de la Ley de Tarjetas era el de beneficiar a los grupos de menores ingresos, dinamizando el consumo y como consecuencia del abaratamiento del crédito, partiendo también de la ley de la demanda, que indica que cuando disminuye el precio (interés), la cantidad demandada aumenta, siempre que la población beneficiada se mantenga. Sin embargo, el efecto de la normativa ha arrojado resultados adversos, es decir, la pérdida de los plásticos, por ende, la salida del circuito financiero formal de personas cuyos ingresos son considerados bajos, pero no así para los grupos de personas con altos ingresos, quienes aprovecharon las ventajas en el uso de los plásticos a tasas inferiores. 

Comportamiento de tarjetas y nuevo endeudamiento 

Los datos revelan el cambio de comportamiento en el número de tarjetas pertenecientes a la procesadora Bancard circulando en el sistema. 

Antes de la ley, las tarjetas Clásicas, cuyos tenedores eran los de menores ingresos, representaban más de 705.000, pero dos años después, la cantidad se redujo a 590.000 plásticos en uso. Frente al crecimiento que han registrado las Tarjetas Premium, donde de más de 33.000 plásticos circulando, el número aumentó a más de 52.221. Es decir, la cantidad de tarjetas de crédito Clásicas cayó 16%, y las tarjetas de crédito Premium crecieron en alrededor del 57%. 

Mientras que el número de plásticos total, discriminada por entidad, tanto en los bancos como en las financieras, las bajas son similares. En 2015, antes de la implementación de la Ley de Tarjetas, los bancos contaban con más de 954.000 plásticos en el mercado, pero el número fue disminuyendo hasta rondar las 854.000 tarjetas. 

En tanto que las financieras también reportaron una caída de estos instrumentos de pagos de 77.000 a poco de 45.000 en el sistema. Así como el número de tarjetas salido del sistema fue importante, el volumen de recursos que circulaban también, reduciendo considerablemente la disponibilidad de ingresos de aquellos grupos de personas que poseían las líneas de crédito menores y quienes ante esta nueva realidad recurrieron a otro tipo de fondeo como el endeudamiento en las casas de crédito. 

Las informaciones recogidas muestran cómo el grupo de medio bajo fue el que tuvo una “excesiva” deuda en el hogar, mientras que el medio alto mantuvo un endeudamiento “adecuado”. Además, se observa que los créditos solicitados y obtenidos fueron de “emergencia”, considerando el monto de los préstamos.

En el caso de las personas que requirieron una sola vez el crédito, el 70% lo hicieron por montos que van por valores inferiores de G. 1.000.000 a G. 2.000.000; mientras que el 55% recurrió dos veces a un préstamo de G. 1.000.000 a G. 2.000.000. 

Encarecimiento del crédito 

Y de acuerdo con un sondeo realizado por MF Economía, las tasas efectivas de financiamiento subieron para los segmentos de menores recursos, teniendo en cuenta que tanto las casas comerciales como las de créditos aplican una tasa de interés entre el 80%, llegando incluso hasta el 99%. 

En el caso de la compra de electrodomésticos, la financiación propia a 12 meses de plazo le puede costar a una persona el doble del valor del producto adquirido. Antes de la Ley de Tarjetas, pagaba una tasa del 40%, pero sin el plástico, la alternativa es la de un financiamiento personal. 

En cuanto a los préstamos concedidos por las casas de créditos, las tasas no distan mucho unas de otras, es decir, entre un crédito de G. 1.000.000 y G. 3.500.000, las tasas que deben pagar se encuentran por encima del 85%. 

Los números presentados y desagregados solo demuestran que el crédito para la clase de menor ingreso se encareció. 

Algunas personas, quizá, recurrieron a ajustarse a su nueva realidad, pero una gran mayoría debió hacer frente con préstamos de pequeño volumen y a un alto costo, tal como se observó en los datos presentados. 

Esto, considerando que los bancos y financieras están obligados a ofrecer un servicio al público ajustado a normativas del BCP, es decir, las tasas que cobran por los créditos a sus clientes son conforme a los límites de las tasas usurarias. Sin embargo, las casas de créditos, al no estar reguladas por el BCP, sus probabilidades de ajustarse a las mismas son nulas.

“Banca de la sombra”

Es relevante remarcar que las casas de créditos son firmas que se constituyen legalmente como una empresa comercial. Sin embargo, son conocidas como “banca de la sombra”, ya que se dedican a la actividad financiera, sin estar sujetas a las regulaciones por parte del Banco Central del Paraguay porque no captan dinero del público para posteriormente prestarlos, como sí lo hacen los bancos y financieras. En este caso, los bancos sirven como intermediarios financieros porque toman depósitos de los ahorristas y los prestan cobrando un interés mayor que el que pagan a los ahorristas, a fin de obtener una ganancia. Mientras que las casas de créditos lo hacen cargando el riesgo en las tasas que cobran a sus clientes. 

Y la decisión en el cambio de las reglas de juego en el sistema financiero con la Ley de Tarjetas se convirtió en una verdadera oportunidad para las casas de créditos, que comenzaron a ganar terreno al ser una alternativa más accesible, sin mucho protocolo en cuanto a requisitos para acceder a un préstamo para las personas que quedaron fuera del circuito financiero formal. 

Al respecto, los números muestran el importante peso de las casas de crédito en el país como los datos que revelan la cartera de tarjeta de crédito de los bancos y financieras, frente a los recursos que manejan las casas de crédito.

Mueven US$ 550 millones

Los bancos manejan recursos en concepto de plásticos circulando por alrededor de US$ 454 millones, las financieras, en tanto, por US$ 15 millones. Mientras que los fondos administrados por las casas de crédito ascienden a unos US$ 550 millones, según datos de la Cámara de Empresas de Créditos (Crecer). 

Con la incorporación de las referidas casas de crédito, remesadoras de fondos, operadoras de medios de pago electrónico, entidades que presten servicios de pago móvil o electrónico, o cualquier otra entidad que preste servicios de medios de pago en general, sean entidades integrantes del sistema financiero o no dentro del campo de regulación del Banco Central del Paraguay, representa un verdadero avance en la transparencia y en el saneamiento de la estructura financiera del país, abriendo paso a una competencia más equitativa entre jugadores, ajustados a leyes vigentes y a la oportunidad de que las personas puedan decidir con mayor información los compromisos financieros que tome. 

No obstante, se hace necesario revisar el alcance de otras normativas como la Ley de Tarjetas, teniendo en cuenta que el impacto, de acuerdo a los datos, no terminó beneficiando al grupo que se buscaba proteger, sino que incidió en su comportamiento financiero, excluyéndolo del sistema financiero considerado formal. 

* Para este año se tiene previsto que casas de crédito y otras firmas comerciales ingresen dentro del circuito de regulación del BCP, tras modificación y ampliación de la Ley Nº 489/95 Orgánica de la banca matriz. Con esta normativa, el BCP cuenta con potestad de conceder y revocar licencias así como regular, supervisar y sancionar a casas de crédito y otras empresas que actúen en el mercado.

* Desde la banca matriz anunciaron que la entrada de este sector requerirá un detallado estudio de mercado como tamaño de las compañías que operan en el país, composición de balances financieros, recursos que manejan, volumen de su cartera de crédito, etc., que permitirán conocer el funcionamiento y la relevancia de estas empresas en la estructura económica y financiera del país.

*  Los bancos manejan recursos en concepto de plásticos circulando por unos US$ 454 millones, financieras por US$ 15 millones, mientras que los fondos administrados por las casas de crédito ascienden a unos US$ 550 millones, según la Cámara de Empresas de Créditos (Crecer), lo que muestra el importante caudal de dinero movido por estas firmas.

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