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Un niño de cinco años y una mujer de 70 años fueron las víctimas de hombres cuyo comportamiento criminal es imposible de calificar.
Cuesta entender cómo un hombre pueda matar a su hijo, tal como lo sospechan las autoridades.
Un problema familiar no puede llegar a ese extremo. No puede pagar un niño el comportamiento irracional de un hombre que decide poner solución a sus problemas en forma cobarde y ruin.
Esa misma persona (Julio González Cáceres) se ampara en la clandestinidad para evitar a la justicia.
En el otro caso fue víctima fatal una abuela. Su hija quedó herida gravemente y también sufrió lesiones el hijo de esta última.
El supuesto autor fue su yerno Óscar Benítez Bogado.
En común tienen González y Benítez que la justicia se mostró hasta complaciente con ellos, pese a que tenían antecedentes y serias denuncias de violencia doméstica en su contra.
En menor escala ocurrieron otros hechos como el que involucró a una estudiante de periodismo de la Universidad del Norte, que fue víctima de agresión física y verbal por parte de Karmita Osta, propietaria de una boutique. También involucró a Rubén Aníbal Colmán Niksich.
El siguiente episodio fue un “pechazo” que le propinó el guardia de seguridad Pedro Orlando Álvarez a la periodista Fátima Garay en la sede del Palacio de Justicia. Y para cerrar la semana pasada se conoció que el concejal colorado Daniel Centurión agredió verbalmente a la periodista Sandra Ramírez, luego de que casi la atropelló con su vehículo, tras una maniobra imprudente.
Tanto Colmán como Centurión pidieron disculpas por lo ocurrido.
La violencia no tiene justificativo así es que hay que frenarla de inmediato, a partir del mismo repudio ciudadano hacia estos hechos y un comportamiento judicial y ejemplar.
ocaceres@abc.com.py