“Él Mató” conquista a pulso de rock independiente y consciente

La agrupación El Mató a un Policía Motorizado actuará hoy a las 20:35 en el escenario La Trastienda del festival en línea.gentileza

Con un camino cimentado en la honestidad de sus búsquedas sonoras, la banda argentina Él Mató a un Policía Motorizado emergió orgánicamente del under llevando sus ideales artísticos a nuevos horizontes. Actualmente el grupo platense es una de las propuestas musicales más sólidas del vecino país. Su vocalista, Santi Barrionuevo, charló exclusivamente en entrevista telefónica con ABC Color.

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La excusa gracias a la cual Santi conversó con ABC Color es el Festival Online Cosquín Rock, del que formará parte con su banda, ya que tocarán hoy en el show que se transmitirá por streaming. Los tickets se pueden adquirir en la web cosquinrock.net.

La banda ya pisó suelo paraguayo en varias ocasiones, a medida que realizaba ese camino emergente, conquistando cada vez más puntos del globo. Pero su origen se da ya en 2003, en su ciudad, donde fueron abriéndose paso entre guitarras distorsionadas, letras cargadas de sinceridad y sobre todo la amistad de sus integrantes. Esa suma de condimentos y el pulso certero de saber lo que querían los llevó incluso ya a escenarios de Estados Unidos y Europa.

Ahora pasan un periodo más reposado, obligadamente por la cuarentena estricta que viven en Argentina. Este contexto que estamos atravesando mundialmente, a Santiago lo encuentra precisamente en su ciudad, desde donde pasa los días en compañía de su perro de 16 años.

“Estamos descansando un poco, obviamente obligados por todo esto, pero lo tomamos así como un descanso para hacer otras cosas que a veces no podemos hacer por el ritmo que tenemos en nuestras vidas cotidianas. También es un momento de reflexión”, afirmó el músico, quien también reconoció que esta es su vivencia, aclarando que “hay un contexto social económico que es malo y que hay bandas que realmente la están pasando muy mal, pero esperamos que pronto todo se pueda solucionar”, señaló.

Contrariamente a muchos, ellos no compartieron mucho por streaming, pero ahora esta oportunidad será para la banda un reencuentro. No obstante, Santi ya actuó en la previa al Cosquín el pasado sábado 1 de agosto junto con Los Pericos, algo que calificó de “intenso” y de gran disfrute, no solo porque le “encanta” la banda de reggae, sino por el hecho de volver a tocar. “Más allá de que era por streaming se vivió ahí en la intimidad esa adrenalina, los nervios, la ansiedad de un show, y el estar ahí con compañeros me hizo decir: Uy ¡cuánto extrañaba esto!”, reconoció.

–¿La creatividad cómo convive con todo este contexto?

–En un momento traté de hacer algo, pero tampoco le puse mucho énfasis porque sentía que no podía proyectar en el tiempo, porque no se sabe bien qué va a pasar en el futuro. Pero yo necesito algo –y esto es algo muy particular, porque uno puede hacer una canción y hay herramientas hoy en día como para estar en tu casa encerrado y poder hacer cosas, lo entiendo– pero siempre para mí una canción, un disco, siempre fue como el principio de algo, el principio de una gira, de una aventura, y ahora no, entonces eso a mí me traba, siento que es algo incompleto.

–En esos primeros años de 2000 cuando ustedes surgen, el panorama era devastador en Argentina: crisis económica, la tragedia de Cromañón, por citar. Pero ustedes nacieron con un sonido como refrescante ¿Esta realidad podría surtir el mismo efecto con nuevas bandas?

–Yo creo que sí. El otro día cuando viví la experiencia de Los Pericos pensaba: “Si podemos zafar del coronavirus va a haber una explosión muy grande, va a haber una sensación no solo desde lo creativo sino que también la gente va a vivir de vuelta experiencias, cosas que ya sabemos que nos gustan pero que cuando te las cortan y después volvés a eso es como que explotan. Y en lo creativo también, este momento de reflexión, de encierro, de correr un poco el eje, de pensar las cosas desde otro lado, siempre es bueno para el proceso creativo, y de esto van a salir cosas buenas, estoy de acuerdo.

–Hablando de explosiones y nuevas etapas, reescuchando sus grabaciones siempre quise saber sobre su transición sonora ¿Qué los fue llevando a nuevos lugares?

–Yo creo que es el paso del tiempo. Es haber recorrido un cierto lenguaje y el haberlo abordado en todo sentido y a partir de eso decir: “Bueno, vayamos para otro lado, exploremos otras cosas, que es un poco también la parte lúdica de todo esto, de jugar con eso, de salirse un poco de esa zona de confort y empezar a explorar otras cosas”. Obviamente que en los primeros discos no teníamos los recursos que tenemos ahora y era hacer con lo que había; eran grabaciones caseras en estudios caseros de amigos que nos ayudaban, que igual lo disfrutamos un montón. En aquel momento pensar que podías grabar un disco en una casa también era una especie de algo nuevo y que estaba bueno experimentarlo. Después hubo un cambio cuando nos conectamos con Eduardo Bergallo y fuimos a grabar “La Dinastía Escorpio” en ION, mítico estudio de Buenos Aires; ahí sí nos salimos de la cosa casera, fue trabajar con herramientas nuevas en todo sentido.

–Pero fue una transición muy grande.

–(Risas) Sí, lo notamos un montón, fue todo nuevo. Igualmente en ION, por cómo fueron las sesiones, que era como tocar en vivo, decidimos captar eso. Eduardo nos decía: “A mí lo que me pasa con la banda es que la escucho en vivo y siento otra cosa, otra vibra”, entonces captamos eso. Pero cuando empezamos a pensar “La síntesis O’Konor” nos corrimos de eso. Volvimos a una cosa más de laboratorio, pensamos la producción desde otro lado. Dijimos de hacer las canciones, los arreglos y las formas sin pensar en el vivo, en si eso lo podemos llevar a cabo, si encaja, lo vemos luego si cómo adaptarnos; como si fuese una película, hacer lo que se te imagine que venga e ir probando. A mí eso me gustó mucho la previa y cuando lo estábamos armando y cuando terminamos de grabar en el estudio Sonic Ranch (Texas, EE.UU.). Ahora te puedo decir que es el disco que más me gusta. También siempre uno va acompañando a la época, sin renegar obviamente de nuestros discos anteriores o de esa falta de recursos y técnicas diferentes. Pero esta experiencia fue genial.

–¿Cómo fue el proceso entre La Síntesis O’Konor y La Otra Dimensión? Porque los discos juntos son como un universo solo pero a la vez diferentes.

–Es verdad, siempre tenemos un poco el ojo en que el álbum tenga su personalidad, su forma, eso siempre está presente. Pero la verdad que con “La Otra Dimensión” no fue tanto en lo buscado sino que se dio de una cosa de decir: “Hagamos con esto, saquemos este disco como la otra parte de “La Síntesis O’Konor”, pero a la vez cuando empezamos a armar y empezamos a ver la recorrida, decíamos que es como más luminoso que “La Síntesis” por más que es parte del mismo universo, pareciera que contesta a “La Síntesis” que es un poco más oscura, y nos encantó. Después son cosas que están ahí, son nuestras canciones. Por ahí no estaba tan planeado de decir “esta va a ser la parte más luminosa de la otra”, como el ying yang. Capaz es algo que está pasando en un segundo plano en nuestras cabezas.

–Parece como un proceso cinematográfico. Además te convocaron a componer para una peli (La muerte no existe y el amor tampoco) y sé que estabas curando un ciclo de cine independiente ¿Qué tanto hay de lo cinematográfico en la obra de Él Mató?

–La verdad que mucho, mucho, en todo sentido, en lo visual cuando pensamos el arte de la portada o los afiches, y toda esa recorrida un poco de narración tiene que ver mucho con el cine o con una idea que dispara cosas, imágenes. Y lo musical también, hay ciertos climas que uno los puede imaginar acompañando a una escena, algún paisaje, y eso sí está todo el tiempo presente, hasta canciones que hablan puntualmente de películas, pero sí es innegable que el cine es una influencia muy importante.

–¿Tus películas favoritas?

–Un montón, yo soy muy fan por ejemplo de Star Wars, y justamente en la canción “Dos galaxias” dice “Cuando Luke miraba el cielo”, que es la escena clásica de Star Wars donde Luke está mirando dos soles en el desierto. Pero después me gusta mucho el cine, ya no sé si decir que tengo algo favorito porque estoy todo el tiempo atento a eso.

–En todo este recorrido es inevitable notar también cómo trascendieron porque conquistaron más allá del under ¿Cómo fue ese proceso?

–Fue como dándose de una manera muy natural y muy gradual, de la nada, de ser una banda de La Plata, de las afueras de la capital, y sin mucha ambición más que la de sacar discos, mostrarlos, salir a tocar, generar una excusa para viajar, para recorrer el país, todo se fue dando de a poquito. Así fue creciendo a nivel de conocimiento porque venía cada vez más gente a vernos, y ahora en estos últimos años podíamos tocar en pequeños estadios, cosas que para nosotros eran impensadas pero la disfrutamos un montón. Disfrutamos también que haya sido gradual, no es que un día sacamos un tema que pegó mucho y de repente había un montón de gente. Siempre fue a nuestro ritmo y eso te permite la independencia, hacer las cosas como querés, cuando querés, trabajar con amigos, con gente que vos quieras unir a tu proyecto. Todo eso lo disfrutamos en el sentido que es la única recorrida que tenemos para comparar con otras posibles, pero sabemos que es la que armamos nosotros para que nos acompañe en cada cosa de nuestro parecer, nuestro sentir con respecto a la música, con respecto a toda la aventura que es tener una banda y para nosotros eso es innegociable.

–Pensando en festivales pareciera que en ciertos puntos del mundo está más abierto el pensamiento de la curaduría. Algunos ya eligen además por el gusto y no ya tanto por lo comercial solamente.

–A mí eso me parece espectacular y lo vivimos cuando fuimos a Europa por primera vez, donde la verdad no nos conocía nadie, pero dimos un concierto como un showcase en el marco del Festival Primavera Sound. En el público de casualidad había curadores del festival, y les gustó tanto la banda que nos convocaron para el año siguiente. Y mirá lo que es esto, es lo básico que uno debería esperar de un festival de música, que el que lo arme te convoque porque te gusta lo que hacés, no más allá de si vendés tickets o no. Yo creo que eso está pasando y sobre todo en el Cosquín lo noto. Incluso quizás en los primeros años era más la muestra de lo que era el rock argentino y de las bandas más convocantes, pero eso se fue abriendo por esto que decís vos. Y eso también le da un color al festival, y también la gente curiosa gustosa de la música se acerca y descubre cosas nuevas. Todo esto además tiene que ver con este espíritu de la época de tener tanta información, y que el curioso tiene la bendición de decir: “Soy curioso y tengo todo a mano en el celular”. Además hay tantas bandas que proponen otra cosa, más diferente; eso es un poco lo que está pasando en esta época que es muy ecléctica, que el abanico musical es muy amplio.

–¿Cómo ves a las escenas en Argentina, hay más dinamismo, novedades o por decirlo de alguna manera frescura fuera de Buenos Aires?

–Sí totalmente. Yo creo que justamente hay ciertas explosiones que pasan en las capitales y después eso se va expandiendo. Pasó eso quizás en la década pasada con La Plata y Rosario, que estuvieron en su ebullición, y ahora noto que va pasando más allá en Mendoza, Córdoba o Tucumán, y para mí eso es espectacular. Hay como pequeñas movidas, y sobre todo esa cosa de no depender tanto de la centralidad de Buenos Aires, porque es como una desgracia que un país tan grande esté siempre tan pendiente de lo que pasa en una sola ciudad, y ver que hay proyectos que pueden llamar la atención en el sentido de obviamente la prensa, los medios, todos los canales de TV –aunque las radios más importantes están en Buenos Aires y eso no se va a mover–, pero pueden pertenecer a ese espacio, poder pasar su música por esos medios pero sin tener que mudarse. Que puedan vivir y convivir en su lugar de origen y después obviamente viajar para tocar. Pero había una época donde una banda si quería que le vaya bien, entre comillas, tenía que sí o sí mudarse a capital, y ahora eso no es necesario y está bueno.

–Ese dinamismo del que hablás pasa también con los estilos, por ejemplo el rock convive con los demás estilos que están casi al estatus popular que tenía el rock antes.

–Totalmente. Uno lo puede hasta chequear estadísticamente. Seguramente muchos son los que a la tarde escuchan trap y a la noche escuchan rock, no sé, o viceversa (risas). La nueva forma de consumir cultura que tiene que ver con las platafomas y las redes sociales permiten eso, que todo se mezcle, y que esa idea del rock que muere se va achicando, es una idea que ya viene de hace un montón. Pero creo que es como decís vos, exactamente, que evidentemente lo juvenil o lo que llama la atención como novedoso, que quizás en otro momento tenía que ver siempre con el rock, ahora está en otro lugar. Yo creo que el rock siempre estuvo en la periferia, siempre representó algo que la juventud decía: “Me gusta el rock porque no tiene nada que ver con esto, con mi vida cotidiana, con mis padres, con la tele, los diarios”, entonces siempre fue algo periférico y abrazaba esos espíritus y buscaba esa cosa diferente, entonces quizás en algún punto si el rock vuelve a ubicarse en un lugar de periferia, por lo menos en ese sentido de no estar en el centro de la atención, quizás sea bueno y sea algo que reafirme su espíritu original. No sé hasta qué punto igual pueda volver a ese estado, porque como decías vos sigue siendo muy popular y en Argentina sobre todo, que es un país muy rockero, y puede convivir totalmente con lo otro. Esa cosa de competencia de otro momento yo creo que se rompió. No hay que estar todos peleando por estar en MTV o peleando por una radio o por un diario. Hay un montón de medios como para buscar nueva información, entonces eso como que se dispersó.

–No obstante el camino para cualquier cosa cuesta.

–Sí. Cualquier camino cuesta. Si un artista nuevo decide dejar de lado esa parte de la independencia para trabajar con un sello grande no es que todo va a ser fácil. Todo proyecto artístico –desde la semilla que dispara todo, que es la canción, la composición, lo creativo–, todo eso tiene su recorrida, su complejidad, y después hay que negociar con ese sello a ver si los dos quieren lo mismo para el proyecto. Después hay que preparar los shows, hacer un montón de cosas, y nadie le va a poner el cariño a tu proyecto como vos. Entonces siempre el artista, sea independiente o esté trabajando con un sello grande, tiene que entender eso, que el cariño y el amor por sus cosas lo tiene que tener todo el tiempo alerta y pendiente. El camino de la autogestión y la independencia obviamente es complejo, uno tiene que hacer un montón de cosas desde lo más chiquito hasta lo más grande, y si te va bien esas cosas generan un montón de otras cosas y obviamente podés ir armando un equipo que te ayude, se va haciendo una cosa más grande, y a mí me encanta porque se arma una especie de familia creada por vos. No es que tenés un sello con gente que ya trabaja desde antes que no sabés ni quiénes son, pero bueno hablo igual siempre desde nuestra experiencia, que a nosotros nos encanta, que nos permitió vivir un montón de aventuras. Obviamente tiene todo ese lado de esfuerzo, y después cuando llegan esos triunfos se vive el triple.

–Parte de esta autogestión los trajo a Paraguay en un par de oportunidades junto a justamente la autogestión de bandas de aquí ¿Cómo recuerdan a esos shows?

–Exactamente. Fueron viajes increíbles y que me dio lástima porque no se pudo continuar. En Brasil y en Paraguay no pudimos presentar los últimos discos y me da cosa. Ahora pasó esto y me da todavía más tristeza pero siempre esperando que en algún momento podamos hacerlo. Pero los mejores recuerdos, noches increíbles, mucho cariño, mucho calor, calor humano y calor real, pero yo soy fan del calor así que a mí me encantó (risas).

–Finalmente si todo esto que está pasando nos impulsa a cambiar, o a ser o hacer algo diferente como humanidad ¿Qué te gustaría que sean las cosas que giren hacia otra dirección?

–A mí lo primero que me gustaría es que salga una real política para los que más sufren con todo esto, que evidentemente son los pobres, los marginados, todos los que se salen del sistema, que la pandemia está dejando en claro que son cada vez más en Argentina. La pobreza ha de estar en el 50% lo cual es una tragedia incalculable. Y que en la pos pandemia se van a realmente ver todas las cosas que pasa en la sociedad cuando la gente está desesperada porque no tiene qué comer, no tiene recursos, está marginada, no tiene trabajo, pero necesitamos de políticas un poco más audaces y que realmente se cambie un poco el paradigma. Es muy complejo, porque estamos hablando de una estructura establecida de años con un montón de poderes interesados en que eso no cambie, pero estas realidades son insostenibles y se va a tener que hacer algo. Entonces espero eso, que haya equilibrio, que no se viva esta desigualdad que es la que después trae un montón de cosas. Y a quienes eso no interesa, quienes están en un lugar privilegiado, entiendan que van a vivir un contexto de locura, desesperación, violencia y les va a afectar también. No se puede vivir en un mundo así y la van a pasar mal todos. Así que espero eso de los gobiernos, que tengan la audacia de entender que cuando pasa una tragedia, ya sea crisis económica, pandemia, siempre los que pagan son los marginales y los pobres, pero bueno, esperemos lo mejor.

victoria.martinez@abc.com.py

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