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Luego de la maravillosa Creed y la ligeramente menos potente pero aún sólida y musculosa Creed II, la serie finalmente termina de salir de la sombra de la saga Rocky en una tercera entrega que entrega un asombroso despliegue de maximalismo emocional y alta energía cinética, un anime deportivo con actores de carne y hueso en que peleas por cinturones de boxeo son solo la fachada de una atrapante guerra entre hermanos que buscan exorcisar demonios que han tomado la forma del otro hombre en el ring.
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Adonis Creed (Michael B. Jordan) se ha retirado como campeón invicto de boxeo, y ha pasado tres años como entrenador y promotor de nuevos talentos cuando una figura de su pasado reaparece en su vida: Damian Anderson (Jonathan Majors), su mejor amigo en su adolescencia, una joven promesa del boxeo que vio su carrera truncada al acabar en prisión. Tras casi dos décadas tras las rejas, Damian está dispuesto a apostarlo todo y destruir a quien sea por cumplir su viejo sueño de ser campeón, y sus métodos obligan a Adonis a dejar el retiro para un enfrentamiento de puños y emociones, de resentimientos y arrepentimientos.
Tomando la silla de director además de protagonizar frente a las cámaras en esta tercera película, Michael B. Jordan hereda mucho del lenguaje visual que el director Ryan Coogler utilizó en la primera Creed, filmando las peleas de forma frenética, pero con gran claridad visual, metiendo la cámara directamente a la acción, haciéndola bailar y esquivar en sincronía con los peleadores.
Pero en vez de quedarse con eso y hacer una imitación formalmente correcta de las películas anteriores, Jordan inyecta tanto a la acción como al drama una infusión de sus propias influencias artísticas, viéndose de manera especialmente notable la inspiración de la animación japonesa de la que el actor y director es un fan confeso.
Primerísimos primeros planos de ojos y partes de cuerpos ilustran cómo los personajes se percatan de algún punto débil en su rival mientras la acción se congela; el encuadre de un buen número de escenas tiene un nivel de expresividad dramática que recuerda a algún panel de manga en que dos rivales clavan la mirada en los ojos del otro a través de una barrera física que ilustra su distanciamiento emocional.
Esa influencia llega a su máxima expresión en la pelea final, que comienza como cualquier otro gran duelo pugilístico de las películas anteriores, pero alcanza un nivel de desesperación y sobrecarga emocional que Jordan visualiza reduciendo el mundo entero al ring y los dos hombres en él, y transformando ese ring a medida que el pasado que ambos comparten comienza a apoderarse de ambos y tomar forma física. Es un momento increíblemente audaz y único dentro de las sagas Rocky y Creed, que no llega al surrealismo, pero plasma visualmente, de la forma más directa posible, la noción de que el combate de boxeo es solo la forma física en la que Adonis y Damian están teniendo la conversación que ambos llevaban años deseando y necesitando.
Salvando las diferencias, la forma en que Jordan presenta la pelea como un momento deportivo que trasciende las barreras de lo real recuerda un poco a una película que sí era una adaptación directa de anime: la magistral Meteoro de las hermanas Wachowski.
Esa audaz presentación visual, sumada a un guion de Keenan Coogler y Zach Baylin que, más allá de algunas imperfecciones – la película tiene un curioso hábito de hacer que sus personajes de vez en cuando parloteen los temas y conflictos que la película ya dramatizó perfectamente sin la necesidad de tal exposición, y uno o dos momentos se sienten como drama forzado o apresurado sin total justificación - está extremadamente bien trabajado y muestra un gran cuidado al detalle, hacen que la historia mecánicamente simple de Creed III se enriquezca con una gran complejidad emocional, visualizada de la forma más grandilocuente posible.
Incluso detalles que parecían menores en la personalidad de Adonis en las películas anteriores, como su tendencia a ocultar ciertos aspectos de su vida a sus seres queridos, son recontextualizados y promovidos a grandes motores de drama y conflicto.
Y aunque el trabajo actoral de Jordan, de Tessa Thompson como su esposa Bianca, de Wood Harris – quien aprovecha con gusto el rol expandido que tiene en esta película - como el entrenador de Creed o de Phylicia Rashad como Mary Ann, la madre de Adonis, sigue siendo tan sólido como es de esperarse de actores que vuelven a personajes que llevan casi una década interpretando y conociendo, indudablemente el que se lleva la película consigo es Jonathan Majors.
Damian es, fácilmente, el mejor y más interesante antagonista de esta larga saga desde el Apollo Creed de Carl Weathers, proyectando profundidad a la par que exuda peligro e intimidación tanto con su imponente físico como con la constante declaración de guerra de su mirada. Majors, totalmente desaprovechado hace poco en la última Ant-Man, aquí vuelve a demostrar ser un dínamo de carisma y talento, uno de los nuevos grandes a tener en cuenta en Hollywood.
Y en torno a Damian hay que aplaudir de nuevo el guion de Coogler y Baylin, lleno de sutilezas y ecos poéticos que le dan una profundidad inusual para el antagonista de un drama deportivo - un momento especialmente ingenioso es una brevísima conversación entre Damian y Bianca en la que este básicamente resume todo su personaje y sus motivaciones en una línea al preguntar a Bianca, quien ha dejado de cantar y se dedica a producir música para otros artistas en un intento de proteger su audición en degradación, qué se siente escuchar su canción ser cantada por otra persona.
En cuanto a la ausencia de Rocky Balboa, que posiblemente moleste a algún que otro fan, la verdad es que el personaje de Rocky ya recibió tres finales perfectos a su historia en las últimas tres películas. Traerlo de vuelta una vez más era más que innecesario y dejarlo retirado para expandirse sin tener que vivir bajo esa sombra es el mejor homenaje que esta película podía haber hecho al icónico personaje y al gran trabajo de Stallone.
Creed III no llega a ser el nocáut en el primer round que fue la primera película sobre el hijo de Apollo Creed, pero a pesar de perder uno o dos rounds termina alcanzando una victoria incuestionable y contundente.
Calificación: 4/5
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CREED III
Dirigida por Michael B. Jordan
Escrita por Keenan Coogler y Zach Baylin
Producida por Michael B. Jordan, Sylvester Stallone, Ryan Coogler, William Chartoff, Jonathan Glickman, Elizabeth Raposo, Charles Winkler, David Winkler e Irwin Winkler
Edición por Jessica Baclesse y Tyler Nelson
Dirección de fotografía por Kramer Morgenthau
Banda sonora compuesta por Joseph Shirley
Elenco: Michael B. Jordan, Tessa Thompson, Jonathan Majors, Wood Harris, Phylicia Rashad, Mila Davis-Kent, Florian Muntenau, Tony Bellew, Thaddeus J. Mixon, Spence Moore II, Canelo Álvarez, Selenis Leyva