Amor en tiempos de Tinder: la influencia de las redes para hallar pareja mediante un “match”

Llega el día más esperado por los románticos, por los que viven enamorados del amor y sueñan con sentir mariposas en el estómago. Sin embargo, los tiempos cambiaron y hoy ya casi no se escriben cartas de amor ni se lleva serenatas. El amor puede estar a sólo un “match” de distancia.

El amor y los tiempos modernos.
El amor y los tiempos modernos.

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La tecnología cambió nuestro mundo en varios aspectos, desde la telemedicina, banca web, el código QR, hasta hacer “match” para encontrar el amor. Llegaron para revolucionar nuestra forma de comunicarnos e interactuar con los demás, comenta Rocío Paredes, psicóloga y sexóloga clínica. Las redes sociales son un factor fundamental para los tiempos modernos.

Las redes influyen bastante en nuestro día a día para todo. Muchas personas aprovechan la función que tienen de conectar personas con una serie de gustos y necesidades similares, por lo que si uno está buscando encontrar alguien compatible, internet da esa posibilidad, asegura.

El tiempo vale oro

“El ritmo de vida que llevamos, donde cada vez se comprende más el concepto de que “el tiempo vale oro”, empuja a recurrir a las redes sociales como un “solucionador de problemas” o para “encontrar todo lo que uno busca”, explica.

Las nuevas reglas del amor

El tradicional cortejo (seducir, enamorar, comprometerse) o los tres meses para conocerse quedaron atrás.

Las nuevas reglas del amor, en tiempos modernos, se reducen a 30 minutos de “stalkeo” en redes sociales.

Conocer al amor de tu vida puede estar a un click de distancia. Eso suena bastante tentador entendiendo el contexto de acortar procesos”, sostiene.

De las cartas con perfumes a un stiker de corazón

“La mente hace todo. Sabemos que el mejor afrodisíaco es la mente. Yo creo que la inmediatez del internet marca la diferencia, con las cartas que pasaban días, hasta meses, para tener noticias del otro. Ahora con el “análisis” del estado de WhatsApp, una foto, o un posteo con una atenta dedicatoria, arrancan los mismos suspiros del otro. Ambas formas (carta o por redes) sirven como disparadores de emociones. Lo que tienen en común es que sí o sí se debe dar en algún momento el contacto cara a cara para concretar algo con el otro”, expresa.

Una flor, un emoji o un meme: todo es válido

Son nuevos códigos de comunicación y una cuestión generacional que copiado o no, la iniciativa misma de hacerlo, lo hace especial.

El amor es ciego: es decir, lo que haga el otro siempre le va parecer único, igual si lo dice con una flor o con un emoji o hasta con un meme.

El amor saca nuestro lado creativo: la persona que está enamorada busca la forma de expresar lo que siente y se ingenia para enamorar, hasta usando Inteligencia Artificial, no es algo 100% suyo pero no deja de ser creativo.

“La vieja escuela”

“No podría decir si la vieja escuela es mejor o no para enamorar o seducir, hay personas que se conmueven profundamente con las expresiones clásicas del amor como un ramo de rosas o salir a cenar por el aniversario o día de los enamorados, pero son aprendizajes que tienen que ver con una cuestión generacional. El amor se vive de acuerdo a ‘bajo el sol que nos tocó nacer’; es decir, depende mucho de la cultura, las creencias y valores personales de cada uno”, sostiene.

También resalta la importancia de no dejar de creer en el amor como una construcción diaria con la persona que se elige y nos elige, porque se está perdiendo un poco ese concepto, “no digo que sea malo o bueno, solo pasa”, hoy día todo más práctico, rápido y descartable.

La realidad hoy son las redes. Enamorar con emojis, robar suspiros con un reels, o simplemente impresionar con un video y una dedicatoria romántica o una selfie en medio de situaciones o acontecimientos que van pasando cada día como un flash”, grafica la profesional.

Pero también manifiesta que ningún meme, por más creativo que sea, o un emoji con ojos de corazón, por más que sean formas de expresar lo que se siente, podrán reemplazar un ardiente beso o un “abrazo de oso” con el ser amado.

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