El torero ecuatoriano Juan Pablo Díaz indulta en su retiro de los ruedos

Francisco RacinesQuito, 20 nov (EFE).- El torero ecuatoriano Juan Pablo Díaz se despidió de los ruedos con un indulto, que le permitió salir a hombros de la plaza "Raúl Dávalos", de la ciudad de Riobamba, en el centro andino de Ecuador, donde alternó con los españoles David Fandila "El Fandi" y Miguel Ángel Perera.

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Perera se fue de vacío, mientras que "El Fandi" se llevó dos orejas, por lo que junto a Díaz salió por la puerta grande de la plaza de Riobamba, que escuchó clarines y timbales tras dos años de ausencia de la fiesta brava por culpa de la pandemia de la covid-19.

Con media entrada en los tendidos, se dio el paseíllo de los diestros por el albero, en una corrida en la que se lidiaron toros del hierro de Ortuño, propiedad del ganadero Retano Terán.

"El Fandi" salió en el primer lugar de la tarde, recibió al burel con una larga cambiada de rodillas, verónicas y chicuelinas, para pasar al tercio de varas y luego al de banderillas ejecutadas por él mismo, con dos pares al natural y el violín como sello de la casa.

Con la muleta estuvo con más entrega que aciertos, ante un astado flojo de remos, pero sobre el que el diestro demostró valor para terminar de una estocada certera que le hizo acreedor a una oreja.

En su segunda aparición, "El Fandi" ejecutó verónicas a otro difícil adversario que fue con mucho esfuerzo ante la cabalgadura y se mostró distraído con los garapullos; aunque el granadino le pudo sacar buenas tandas por el pitón derecho. Un pinchazo y media estocada para recibir una oreja y la fuerte ovación del público.

El segundo de la tarde fue para Juan Pablo Díaz, que lo recibió con una larga cambiada de hinojos, mientras que con la muleta el toro mostró su bravura y permitió el lucimiento del diestro nacional con tandas por ambas manos, ante un público eufórico que pidió con fuerza el indulto concedido por la autoridad, que entregó las dos orejas y el rabo simbólicos.

El segundo de su lote estuvo agridulce, lo recibió con una larga cambiada de rodillas y verónicas con los pies bien plantados en una labor que se desdibujó por la mala acción del picador, que el diestro disipó con su buena actuación con la muleta.

Ahí Díaz mostró su experiencia, supo adornarse con molinetes y generó tandas a pies juntos por ambos pitones, aunque falló con la espada, por lo que recibió un primer aviso y se vio obligado a descabellar. En medio de música y el respeto en los tendidos, el diestro se cortó la coleta para pasar al retiro.

De su lado, Miguel Ángel Perera mostró su toreo clásico con verónicas y chicuelinas, mientras que con la muleta tuvo temple y llevó fijo al astado humillado en cada tanda por ambos pitones y los remates de pecho, jaleadas desde las gradas. El toro se amorcilló tras una estocada certera, que le arrebató el premio.

En el último de la tarde, Perera estuvo impreciso ante un toro con bravura y nobleza, y sólo dejó ver una corta tanda de verónicas con el capote, seguido de una corta faena de muleta en la que todos los pases fueron sueltos. Dos pinchazos y una estocada defectuosa. Silencio.

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