Bukele, primer presidente reelegido en democracia en El Salvador pese a la Constitución

San Salvador. El presidente autodenominado “dictador más cool del mundo”, Nayib Bukele, concretó este viernes su reelección en los comicios presidenciales de El Salvador, a pesar de que la Constitución lo prohíbe, convirtiéndose así en el primer mandatario en lograrlo desde que su país se sacudió de una larga dictadura militar y cerró 12 años de guerra civil.

El presidente salvadoreño Nayib Bukele junto a su esposa Gabriela Rodríguez después de las elecciones presidenciales.
El presidente salvadoreño Nayib Bukele junto a su esposa Gabriela Rodríguez después de las elecciones presidenciales.065723+0000 MARVIN RECINOS

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Nayib Bukele, presidente de El Salvador, concretó su reelección en los comicios presidenciales, pese la Constitución lo prohíbe.

Con el 82,66 % del respaldo gracias a unos 2,7 millones de votos, en un país con más de 6 millones de habitantes, Bukele capitalizó su popularidad basada principalmente en su política de mano dura contra las pandillas, que también le suma adeptos en buena parte de Latinoamérica.

A diferencia de 2019, cuando se alió con la extrema derecha para derrotar en primera vuelta a los partidos tradicionales, Bukele llegó a los comicios del 4 de febrero con la sartén por el mango.

Las puertas de la reelección

Para alcanzar la Presidencia en 2019 Bukele vio frustrada su aspiración de hacerlo con su partido Nuevas Ideas (NI) y después con sus aliados de Cambio Democrático (CD), por lo que usó de vehículo electoral a la Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA), de extrema derecha, pese a que se había comprometido en no buscar alianzas con este sector.

En 2021, ya con su partido Nuevas Ideas (NI) inscrito formalmente y con las alarmas encendidas, por lo que diversos sectores llamaron una deriva autoritaria de su parte, su popularidad le permitió a NI ganar la supermayoría en el Congreso, lo que zanjó su camino a la reelección.

En su primer día de trabajo, el 1 de mayo de 2021, la legislatura dominada por NI destituyó a los magistrados de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema y nombró en su lugar a exasesores del Gobierno y exabogados de altos funcionarios, todo sin seguir el proceso legal establecido.

De paso, fue removido el fiscal general de la época y se nombró a Rodolfo Delgado, que había sido asesor de un banco estatal y, de acuerdo con diversas investigaciones de medios locales, quien habría sepultado las investigaciones por supuestos actos de corrupción en medio de la pandemia de la covid-19.

Los nuevos magistrados constitucionalistas emitieron en septiembre de 2021 un auto para cambiar una interpretación de la prohibición de la reelección.

Los jueces “leales” al Ejecutivo, nombrados así por Estados Unidos, dijeron que la Constitución prohibía la reelección por un tercer mandato y no por un segundo consecutivo. Es así como Bukele vio abiertas las puertas para seguir en el poder Ejecutivo, al menos hasta 2029.

"No, no hay reelección (en El Salvador) y yo estaría fuera de la Presidencia a los 42 años", decía Bukele en marzo de 2021 en una entrevista que concedió a dos youtubers mexicanos.

De la confrontación a una guerra popular

El mandato de Bukele, antes de los comicios intermedios, se caracterizó por la confrontación con el Congreso de mayoría opositora y la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema.

Marcó su estilo de gobierno lo sucedido el 9 de febrero de 2020, cuando ingresó a la sede del Congreso con su batallón de seguridad, policías antimotines y soldados armados con fusiles de asalto para presionar por un préstamo.

Tras orar en el sitio del líder parlamentario, Bukele salió para encontrarse con sus seguidores y dijo: “Si quisiéramos apretar el botón, solo apretamos el botón” y pidió paciencia a sus seguidores, quienes gritaban “¡insurrección, insurrección, insurrección!”.

Ya con el Congreso bajo su influencia, la confrontación se mantuvo con los partidos de oposición y sus alcaldes, a quienes se les retiraron los fondos que por ley debía aportarles el Gobierno. Se sumó la comunidad internacional y la prensa.

La popularidad de Bukele se volvió incombustible con el lanzamiento de su “guerra contra las pandillas”, cuya continuidad es la piedra angular de su reelección.

A finales de marzo de 2022, una escalada de homicidios atribuidos a las pandillas se cobró en tres días la vida de más de 80 personas, por lo que Bukele pidió al Congreso un régimen de excepción.

Suspendidas las garantías constitucionales, como el derecho a la defensa, la Policía y el Ejército procedieron a realizar masivas detenciones sin órdenes de captura en zonas populares del país.

Esta “guerra” ha dejado más de 76.000 detenciones y ni las más de 6.000 denuncias de atropellos a derechos humanos y las advertencias de organizaciones, como Amnistía Internacional, de que se está gestando una crisis de derechos humanos sin parangón desde que terminó la guerra civil en 1992, han podido con el respaldo popular a su protector y artífice: Nayib Bukele.

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