Asegurá la salud de tu mascota: chequeos pre-viaje esenciales

Perro en la veterinaria.Shutterstock

Con la llegada de las festividades, viajar con mascotas se convierte en una práctica habitual. Sin embargo, ignorar las revisiones veterinarias previas puede transformar un viaje familiar en un riesgo de salud significativo para los animales y sus dueños.

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A medida que se acercan las fiestas, aeropuertos, rutas y alojamientos “pet friendly” se llenan de familias que viajan con sus animales de compañía. Pero mientras las maletas se preparan con antelación, la salud de perros y gatos suele quedar en segundo plano hasta el último momento.

Veterinarios de distintos países coinciden en un punto: sin una revisión previa en la clínica, el viaje puede convertirse en una experiencia de alto riesgo para la mascota… y también para sus dueños.

La mayoría de las aerolíneas, hoteles y, en algunos casos, las propias normativas regionales exigen documentos y vacunas específicas. A esto se suma el estrés del traslado, los cambios de clima y de rutinas, que pueden desencadenar problemas de salud latentes.

Perro en la veterinaria.

Por eso, la recomendación profesional es clara: al menos dos o tres semanas antes de salir, la mascota debe pasar por una revisión médica integral.

A continuación, los cinco chequeos que los especialistas consideran ya no opcionales, sino prácticamente obligatorios, antes de cualquier viaje de fin de año.

1. Certificado de salud y examen clínico completo

El primer paso, y el más evidente, es el examen general. No se trata solo de “ver si todo está bien”, sino de dejar constancia escrita de que el animal está en condiciones de viajar.

Perro en la veterinaria.

Muchas aerolíneas y alojamientos exigen un certificado de salud emitido por un veterinario dentro de un plazo concreto —a menudo, de 5 a 10 días antes del vuelo o del ingreso.

En esa consulta se revisan:

  • Temperatura, frecuencia cardiaca y respiratoria.
  • Estado de piel, ojos, oídos y boca.
  • Peso y condición corporal.
  • Auscultación cardíaca y pulmonar.
  • Palpación abdominal y exploración de articulaciones.

El objetivo es detectar problemas que podrían agravarse con el viaje, como infecciones respiratorias leves, otitis, problemas cardíacos no diagnosticados o dolor articular. Un perro con artritis, por ejemplo, puede tolerar el día a día sin grandes gestos de dolor, pero sufrir seriamente en trayectos largos y en espacios reducidos.

Además, en esta visita el profesional verifica si el animal cumple con las condiciones físicas que exige el medio de transporte. Algunas aerolíneas tienen restricciones para razas braquicéfalas (como bulldogs o pugs) por su mayor riesgo respiratorio, especialmente en bodegas de avión. Sin ese aval médico previo, el viaje puede terminar cancelado en el mostrador del aeropuerto.

2. Vacunas al día… y específicas según el destino

El segundo chequeo “obligado” es el estado del calendario de vacunación. No basta con que el perro o el gato “tenga las vacunas de cachorro”; es crucial comprobar fechas, refuerzos y, en algunos casos, aplicar dosis especiales según el destino.

En una revisión pre‑viaje, el veterinario suele:

  • Confirmar que las vacunas básicas (como moquillo, parvovirus y leptospirosis en perros, o las combinadas en gatos) estén vigentes.
  • Revisar la antirrábica, que para muchos países y regiones es obligatoria y debe estar aplicada dentro de plazos concretos.
  • Valorar vacunas adicionales según riesgos del lugar de vacaciones: por ejemplo, contra leptospirosis en zonas rurales o muy lluviosas, o frente a enfermedades transmitidas por mosquitos o garrapatas en áreas endémicas.

Si se trata de un viaje internacional, el control se vuelve aún más estricto. Algunos países exigen además análisis de sangre (como prueba serológica de rabia) realizados con meses de antelación, por lo que los profesionales insisten en que los dueños se informen con tiempo. Dejar este punto para la semana previa al viaje suele ser garantía de problemas.

Incluso en desplazamientos nacionales, estar al día en vacunación no solo protege al animal propio, sino que reduce el riesgo de brotes en hoteles caninos, guarderías y espacios compartidos.

3. Desparasitación interna y externa: un requisito sanitario clave

Ni los controles fronterizos ni los reglamentos de muchos alojamientos pasan por alto a los parásitos. Las desparasitaciones internas (contra gusanos intestinales) y externas (pulgas, garrapatas, ácaros) son otro de los pilares de la revisión pre‑viaje.

En la clínica, el profesional revisará el historial de desparasitación y, según la fecha del último tratamiento, puede indicar:

  • Un comprimido o pipeta antiparasitaria de amplio espectro.
  • Un collar repelente, especialmente útil en áreas rurales o de alta presencia de garrapatas y mosquitos.
  • Un antiparasitario interno, fundamental si el animal va a convivir con otros en residencias o guarderías.

Este punto tiene un doble impacto sanitario. Por un lado, protege al perro o gato frente a parásitos que pueden transmitir enfermedades graves. Por otro, evita que el animal actúe como vector y lleve pulgas, garrapatas u otros parásitos a nuevos entornos: alojamientos turísticos, casas de familiares o incluso zonas naturales protegidas.

En algunos viajes internacionales, la desparasitación interna debe realizarse dentro de un plazo concreto antes de cruzar la frontera y quedar registrada en el pasaporte o cartilla sanitaria del animal. Sin ese registro, la entrada al país puede verse denegada.

4. Identificación, microchip y documentación en regla

Aunque pueda parecer un aspecto más administrativo que médico, la identificación correcta de la mascota se considera hoy parte esencial del “chequeo pre‑viaje”. Para los veterinarios, revisar el microchip, la cartilla y la documentación es tan importante como auscultar el corazón.

En la consulta, suele comprobarse:

  • Que el animal tenga microchip implantado (obligatorio en muchos países para perros y, cada vez más, también para gatos).
  • Que el número de microchip coincida con el de la cartilla sanitaria o pasaporte.
  • Que la base de datos correspondiente tenga los datos de contacto del dueño actualizados.
  • Que el pasaporte o cartilla lleve todas las firmas, sellos y registros al día.

Este punto tiene consecuencias prácticas muy concretas. En un entorno desconocido, el riesgo de que un animal se pierda aumenta: puertas que se quedan abiertas, ruido de fuegos artificiales en fin de año, multitudes en playas o plazas. Si el perro o gato no tiene una identificación fiable, las posibilidades de reencuentro se reducen drásticamente.

La mayoría de las aerolíneas y hoteles que aceptan mascotas exigen ver la cartilla y, en el caso de viajes internacionales dentro de algunas regiones, un pasaporte específico para animales de compañía. La revisión pre‑viaje es el momento de detectar cualquier falta de sello, firma o número que pueda convertirse en un problema en el tránsito.

5. Evaluación de estrés, conducta y enfermedades crónicas

Más allá de vacunas y papeles, los especialistas subrayan un último punto, a menudo ignorado: la salud mental y el manejo de enfermedades crónicas durante el viaje. No todas las mascotas toleran bien los cambios de entorno, el encierro del transportín o las horas de trayecto en coche o avión.

Durante la revisión, muchos veterinarios abordan preguntas como:

  • ¿Cómo reacciona el animal en el coche o en el transportín?
  • ¿Ha mostrado signos de ansiedad, agresividad o mareos en desplazamientos anteriores?
  • ¿Sufre alguna enfermedad crónica (cardiopatías, diabetes, insuficiencia renal, epilepsia) que requiera medicación o control especial?

En función de las respuestas, el profesional puede:

  • Ajustar dosis de medicamentos crónicos y pautar horarios adaptados al viaje.
  • Recomendar fármacos específicos para el mareo o la ansiedad, o alternativas no farmacológicas (feromonas, entrenamiento progresivo al transportín, cambios en la rutina).
  • Desaconsejar ciertos tipos de viaje en animales muy mayores, con problemas cardiacos avanzados o con dificultades respiratorias severas.

En el caso de gatos, especialmente sensibles a los cambios, esta evaluación resulta clave. Muchos desarrollan síntomas de estrés intenso (apatía, agresividad, problemas urinarios) tras un viaje mal planteado.

Un buen asesoramiento previo puede llevar incluso a decidir que, para algunos felinos, es mejor quedarse en casa al cuidado de una persona de confianza que afrontar un traslado largo y ruidoso.

Viajar con responsabilidad: planificación con semanas de antelación

Los cinco chequeos —examen general y certificado de salud, vacunas, desparasitación, identificación y evaluación de estrés y enfermedades crónicas— forman ya parte del estándar que recomiendan los profesionales antes de que una mascota se suba a un auto o avión en plena temporada alta.

El mayor error de muchos propietarios es dejar la visita veterinaria para los últimos días, cuando ya están los pasajes comprados y las reservas hechas. Esto limita el margen de acción: hay vacunas que necesitan tiempo para generar inmunidad, desparasitaciones que se exigen en plazos concretos y, sobre todo, condicionantes médicos que pueden requerir cambios en el plan de viaje.

Para evitar sorpresas de último minuto en el mostrador de una aerolínea o en la recepción de un hotel, los veterinarios recomiendan:

  • Pedir cita al menos dos o tres semanas antes del viaje.
  • Llevar a la consulta toda la documentación disponible del animal.
  • Informarse con antelación sobre los requisitos sanitarios del destino y de la compañía de transporte elegida.

Viajar con animales de compañía es cada vez más común, pero también más regulado. La revisión pre‑viaje no es solo un trámite para cumplir normas: es una herramienta para proteger la salud y el bienestar de la mascota en una de las épocas más intensas y cambiantes del año.

En plena temporada de fiestas, una consulta a tiempo puede marcar la diferencia entre unas vacaciones tranquilas y una emergencia veterinaria lejos de casa.

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