Desvelos en cachorros y gatitos: claves para noches más tranquilas y felices

Cachorro de Jack Russell.Shutterstock

Dormir del tirón con un cachorro o un gatito recién llegado a casa suele ser más una aspiración que una realidad. Llantos, maullidos, juegos a medianoche y despertares constantes forman parte del primer choque entre las necesidades del animal y los horarios humanos.

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Especialistas en comportamiento animal coinciden en que gran parte de estos desvelos se pueden reducir —e incluso prevenir— con rutinas claras, un entorno adecuado y expectativas realistas sobre lo que puede conseguirse en las primeras semanas.

Un problema común… y normal

Veterinarios y educadores caninos y felinos insisten en un mensaje clave: el mal dormir en los primeros meses suele ser normal.

Gatito.

Para un cachorro de perro, la primera noche sin su madre y su camada implica un cambio brusco: nuevo olor, nueva cama, nuevos sonidos. El llanto nocturno suele ser una respuesta al estrés, al miedo y, a veces, a la soledad.

En el caso de los gatitos, la situación se complica porque, por naturaleza, los felinos son más activos al amanecer y al anochecer.

“Lo que para nosotros es hora de dormir, para muchos gatitos es hora de jugar”, señalan adiestradores felinos. No se trata, explican, de “mala conducta”, sino de un reloj biológico diferente que puede ir adaptándose progresivamente a la vida doméstica.

Por qué no duermen: hambre, miedo, energía acumulada

Cachorro.

Especialistas consultados resumen las causas más habituales de desvelos en tres grandes bloques:

  1. Necesidades físicas: hambre, sed, ganas de hacer sus necesidades o molestias digestivas. En cachorros, el estómago es pequeño y pueden necesitar más tomas al principio.
  2. Factores emocionales: ansiedad por separación, miedo a la oscuridad o a ruidos desconocidos, sensación de desamparo lejos de la madre.
  3. Exceso de energía: perros y gatos que pasan buena parte del día durmiendo o sin suficiente juego y actividad llegan a la noche “al máximo” de energía.

Identificar qué predomina en cada caso es el primer paso para aplicar soluciones efectivas y no caer en respuestas improvisadas —como dejar al cachorro en la cama “por desesperación”— que después cueste deshacer.

El entorno de descanso: más que una cama bonita

Los expertos recomiendan pensar el lugar de descanso como un “nido seguro”, no solo como un espacio donde el animal “debe” dormir.

Gatito.

Para ambos, cachorros y gatitos, se sugieren algunas pautas comunes:

  • Un sitio fijo y predecible, no cambiante cada noche.
  • Alejado de corrientes de aire, ruidos intensos y paso constante de personas.
  • Con una cama o manta que pueda conservar el olor del hogar y, si es posible, una prenda con el olor de la persona con la que más convive.
  • Luz tenue o penumbra, evitando dejar a un animal muy inseguro en completa oscuridad en los primeros días.

En cachorros de perro, el uso de un transportín (kennel) bien trabajado —asociado a cosas positivas y nunca como castigo— puede proporcionar una sensación de cueva protectora. En gatitos, las camas tipo “iglú” o refugios elevados ayudan a que se sientan más resguardados.

Rutina previa al sueño: lo que pasa antes, se nota después

Adiestradores coinciden en que la “higiene del sueño” empieza varias horas antes de apagar la luz. Para perros, una salida adecuada al final de la tarde o entrada la noche, combinando paseo, olfato y algo de juego, ayuda a reducir la energía acumulada.

Cachorro. de English Cocker Spaniel.

Con gatos, los especialistas recomiendan una sesión intensa de juego interactivo (cañas, juguetes tipo presa) aproximadamente una hora antes de la hora en que la familia quiere dormir. Después del juego, se sugiere ofrecer la ración principal de comida de la noche: muchos gatos, tras cazar y comer, tienden de forma natural a descansar.

En ambos casos, se aconseja:

  • Evitar juegos muy excitantes justo en el momento de meterlos en la cama.
  • Mantener horarios relativamente estables de comida y de descanso.
  • Crear un pequeño ritual repetido (por ejemplo: breve juego tranquilo, agua, caricia, luz tenue), que el animal pueda asociar con el final del día.

Qué hacer cuando lloran o maúllan por la noche

Una de las mayores dudas de los propietarios gira en torno a la respuesta al llanto nocturno: ignorar o acudir. El equilibrio, según especialistas en comportamiento, no es sencillo, pero sí posible.

En cachorros de perro que acaban de llegar al hogar, muchos profesionales desaconsejan ignorarlos por completo la primera noche. El miedo intenso y el estrés pueden perjudicar su adaptación. Una opción intermedia es dejar su cama en la misma habitación —o cerca de la puerta— para que sientan la presencia humana, pero sin subirlos a la cama si esa no será la norma a largo plazo.

En general, se recomiendan estas pautas:

  • Comprobar primero si hay una necesidad real: hambre, agua, ganas de hacer sus necesidades, malestar físico.
  • Atender con calma, sin convertir la visita nocturna en un momento de juego ni de gran excitación.
  • Evitar encender todas las luces o hablarles en tono muy efusivo, para no enviar el mensaje de que la noche es “hora de actividad”.

En el caso de gatos, maullidos insistentes a la puerta del dormitorio suelen responder a la búsqueda de atención, juego o comida. Veterinarios conductistas recomiendan no reforzar esta conducta con premios inmediatos. La clave está en anticiparse: ofrecer juego y comida antes de dormir, y mantener una respuesta nocturna lo más neutra y consistente posible.

Perros vs. gatos: estrategias con matices

Aunque comparten algunos principios, las recomendaciones varían según la especie:

  • Perros:
  • Gatos:

En hogares mixtos —con perro y gato jóvenes—, etólogos recomiendan revisar que cada uno tenga su espacio propio de descanso, respetado por el otro, y que la interacción nocturna no sea fuente de juegos interminables.

Señales de alarma: cuándo consultar al veterinario

No todo problema de sueño es una cuestión de conducta. Los especialistas sugieren pedir cita con el veterinario si:

  • El animal se despierta con quejidos de dolor o se muestra rígido o muy inquieto.
  • Hay vómitos, diarrea, tos o respiración agitada durante la noche.
  • El llanto es intenso, continuo y no mejora nada tras varios días de adaptación y una buena rutina.
  • Un cachorro o gatito que antes dormía bien empieza a desvelarse sin causa aparente.

En algunos casos, pueden existir problemas digestivos, parásitos, molestias musculares o incluso alteraciones neurológicas que interfieren con el sueño.

Cuidado con los atajos y los mitos

Los expertos consultados advierten contra soluciones rápidas y poco reflexionadas, como el uso de sedantes sin supervisión, castigos por llorar o encerrar al animal en espacios demasiado reducidos sin una buena habituación previa.

Tampoco recomiendan recurrir automáticamente a dormir con el cachorro o gatito en la cama si eso no encaja con el proyecto de convivencia a futuro. Este tipo de decisiones, explican, conviene tomarlas sabiendo que, una vez instauradas, son difíciles de revertir sin generar estrés en el animal.

En cambio, apuntan a tres pilares efectivos y sostenibles: paciencia, coherencia y anticipación. Un entorno seguro, rutinas claras de día y de noche, juego bien distribuido y una respuesta serena a los despertares nocturnos suelen traducirse, con el tiempo, en noches más tranquilas tanto para los animales como para sus cuidadores.

Mientras tanto, coinciden, conviene recordar que la etapa de desvelos con cachorros y gatitos, aunque agotadora, es transitoria. Con manejo adecuado, la noche deja de ser campo de batalla y se convierte, poco a poco, en espacio de descanso compartido.

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