Candiles de Semana Santa, una tradición que se mantiene

Candiles sobre las murallas de una vivienda del barrio Kennedy de Caacupé, este viernes.Desiré Cabrera

Los candiles que los pobladores antiguos de zonas rurales utilizaban como lámparas domésticas artesanales desde la época colonial, antes de la llegada de la electricidad o los veladores a gas o queroseno, se han convertido en un elemento para iluminar las procesiones, especialmente en Semana Santa.

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Por las restricciones que se imponen en la cuarentena sanitaria, las procesiones están prohibidas para evitar la aglomeración de personas.

Pero eso no evita que Evelia Velázquez enseñe a sus nietos a seguir la tradición, iluminando la muralla de su casa y dando el ejemplo a sus vecinos del barrio Kennedy de Caacupé.

Candiles sobre las murallas de una vivienda del barrio Kennedy de Caacupé, este viernes.

La elaboración de los candiles tiene su arte. El trabajo comienza con la búsqueda de una fruta como pomelo, apepu o naranja hái.

La fruta es cortada por la mitad, dejando solo la corteza como una vasija o cuenco vegetal. En el medio se fija un trozo de piolín con un poco de barro que servirá como mecha.

Luego se derrite sebo o grasa de vaca para vertir dentro de los candiles, dejando que salga un extremo del piolín. Una vez que la grasa se enfría, queda solidificada y el candil está listo para usarse. El fuego dura entre tres y cuatro horas.

La iniciativa recuerda al yvága rape de Tañarandy, donde cada Viernes Santos se encienden más de 20.000 candiles preparados por los vecinos.

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