Más locales con carteles de “alquilo” y en algunos casos “vendo” forman parte de la otrora turística calle Palma, hoy con aire de abandono y sobre la cual irónicamente opera la sede central de la Secretaría Nacional de Turismo (Senatur). Y ante los ojos de este ente estatal se acentúa el vacío que dejan las empresas nacionales y de emblema internacional, que se retiran tras varios años de apuesta.
En los últimos años, y con varias actividades, se buscó recobrar el brillo de esta histórica y emblemática calle, pero tales acciones no perduraron. Son varios los factores que se le atribuyen a este abandono, como la incontrolable y cada vez más alta inseguridad, la falta de incentivos, alquileres e impuestos elevados y otros.
Muchos aun no se explican cómo es que la inseguridad puede reinar a solamente metros y determinado radio de la Comandancia de la Policía Nacional, que funciona a pasos de Palma, calle en la que periódicamente saquean los amigos de lo ajeno.
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Para algunos encargados de negocios, no existen garantías para seguir apostando al centro, en el que se dan cada tanto manifestaciones y bloqueos. Afirman que la baja en la cantidad de compradores afecta enormemente la facturación.
Comparan escenarios del centro capitalino con otras ciudades
Y mientras el centro pierde comercios, otros barrios recobran y viven una fiesta con mucho bullicio mediante iniciativas impulsadas especialmente por el sector privado.
Como ejemplo están las acciones que se desarrollan en los barrios Villa Morra, Recoleta y alrededores, con foco en la gastronomía y el entretenimiento, atrayendo a muchas familias y grupos de amigos.
Estas acciones, que mayoritariamente se dan al aire libre, también cuentan con el apoyo de la Municipalidad y la Policía Nacional. No obstante, los asistentes afirman que tienen su diferencial frente a Palma.
“Sobre Palma resulta incómodo sentarse a comer. Al llegar te asedian los cuidacoches, luego los niños y adultos mendigos, se volvió muy insegura”, indicó uno de los participantes de uno de los eventos celebrados ayer sobre la calle Alberto de Souza, en Recoleta, con custodia policial y cuya entrada contaba con detector de metales.
En este sitio, también los emprendedores expusieron sus piezas creativas y para las mascotas se colocaron comederos. A cuadras de esta actividad se llevaban además a cabo dos ferias gastronómicas, una en Plaza de las Américas y la otra en el Centro de Convenciones Mariscal.
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Gran aceptación
Juan Carlos Guerrero, socio de la Asociación del Barrio Mariscal, núcleo que agrupa a empresas y trabaja en acciones de impacto para la comunidad, resaltó el alcance de este tipo de actividades que tienen como punto de cita la calle, porque atrae mucha gente y genera un efecto dinamizador en otros sectores económicos.
En cuanto al centro capitalino, expresó su deseo de tener un restaurante en el casco histórico, pero que la inseguridad es un punto que sin dudas está alejando a quienes lo desean.
A su vez, Karina Giménez, expositora de una de las ferias, expresó su contento por la algarabía que se da en algunas calles. “Está muy bueno porque nuevamente hay movimiento”, subrayó y acerca de la calle Palma, remarcó que le falta recuperar su magia y que ojalá vuelva a ocurrir.