Una tradición que cobra vida desde hace más de 40 años

Sara Amarilla Martínez, junto a su esposo, Pedro Benito Gugliotta y el pesebre que preparan en San Lorenzo.Lucía González

Con los recuerdos que guarda de su niñez, prepara doña Sara Amarilla Martínez, junto a su esposo, Pedro Benito Gugliotta, un gigante pesebre desde hace 40 años en San Lorenzo. Ambos, ya bisabuelos, ocupan un poco de su tiempo desde el mes de septiembre de cada año para alistar los objetos que colocarán en el pesebre.

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La recreación del nacimiento del niño Dios está ubicada en el barrio San José de la ciudad de San Lorenzo, en la calle Cnel. Bogado casi Mario Meyer en la vivienda de doña Sara, una amable señora que nos cuenta la vivencia de su niñez, y las ideas que le genera la experiencia que tuvo en su infancia y le sirven para armar uno de los pesebres más peculiares de la ciudad.

Al tradicional establo, donde se encuentran el niño Dios, María y José, el Ángel Gabriel, el pastor, los Reyes Magos, y todos los animales, se suman otros espacios. La cocina campestre, tan rústica como se la puede observar en las imágenes, donde no solo se puede ver una cocina a leña a fuego vivo, sino también un estante de madera, en donde guarda las tazas, vasos y cacerolas enlozadas, los cubiertos que usaba su abuela de manera cotidiana cuando doña Sara era una niña.

Pesebre en San Lorenzo

A lo mencionado, agregó un sector de lavadero. “Como antes se usaba, con palanganas, jabones, a lo yma”, unos banquitos para sentarse”, nos enseña Sara, y comenta que hasta el trapo colgado en el tendero tuvo en cuenta para que el lugar sea realmente un verdadero lavadero de cubiertos.

Lavadero

Este año agregó otro espacio, la zona de venta de los remedios refrescantes junto a una mesa y silla, que según dijo fue toda una odisea conseguir uno de los elementos. “Fui hasta el mercado de San Lorenzo para conseguir un mortero usado. De todo hice para que me pudieran vender el que usan los vendedores de remedio refrescante, pero no tuve éxito”, contó con mucha picardía.

Recuerda, que tuvo una infancia feliz, y que su familia era la más conocida en la ciudad de Ñemby, del barrio Pa’i Ñu, lugar donde tenía su residencia su abuela. Comenta que su abuelo iba hasta San Lorenzo en carreta para llevarle todas las cosas que necesitaba para armar su pesebre cuando empezó a vivir en San Lorenzo.

“Me traía huevos de aves, que pintábamos a carbón, también usaba los colores que me daba una fruta, todo era natural, porque no había nada para comprar. Antes armar un pesebre era muy especial, pero cada año fui cambiando. Antes era chiquitito mi pesebre y luego fui agregando más y más cosas”, comenta.

Como detalle y para culminar el relato dijo que sus bisnietos son los principales actores porque son los que se encargan de poner al niño Dios en el pesebre. Este año, sus bisnietos Renzo Agustín Burgos de 2 años, y Renata Burgos de 8 años, hijos de Macarena Gugliotta, la nieta mayor, fueron los encargados de poner al Niño en su lugar.

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