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Cada año en la Basílica de Caacupé se congregan miles de peregrinos, paraguayos y extranjeros, durante la festividad mariana, que motiva a los vendedores ambulantes a ofrecer sus mercaderías en la zona sacra, incluida la plazoleta y dentro de la Basílica. Esto ya no será posible desde el 28 de noviembre hasta que finalice el octavario, el 15 de diciembre, debido a la vigencia de una ordenanza que prohíbe el acceso al Santuario, la plazoleta y las aceras del lugar de oración.
Olga Esters, vendedora de imágenes y rosarios, que se ubica desde hace más de 10 años frente al Santuario, manifestó indignación por la normativa que limita a los vendedores. Indicó que es una falta total de consideración que el rector, padre Benítez, no tenga en cuenta la necesidad de los trabajadores caacupeños, pues la mayoría depende de los ingresos generados durante la festividad.
“Nosotros pedimos que al menos en la vereda nos permitan trabajar, pero no quieren”, dijo.
Añadió que ya fueron informados por la Policía municipal de que desde el 28 de noviembre todos los vendedores ambulantes deberán ubicarse a dos cuadras de la Basílica. “Los que no respeten esa ordenanza se les incautarán sus productos”, indicó.
Mencionó que el problema que cada año tienen es que todos los trabajadores que son de Caacupé tienen la remera y el carnet de identificación, pero llegan vendedores de otras ciudades que no tienen el uniforme que “logran entrar dentro del Santuario y hacen sus ventas como si nada”, dijo con indignación la trabajadora.
Mirian Fernández, quien también se dedica a la venta de rosarios, señaló que esta situación perjudicará a numerosos vendedores, que se sabe obtienen mejores ventas dentro del predio de la Basílica. “Nosotros no molestamos a los peregrinos, solo tratamos de trabajar”, expresó.
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Canillas clausuradas
Otra queja que realizó Mirian Fernández es que el presbítero Benítez clausuró todas las canillas que están dentro de la explanada de la Basílica para que presuntamente los trabajadores ambulantes no lo utilicen. “Cómo nos va a negar el agua también; esto nos parece demasiado”, dijo.
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El rector de la Basílica, Pbro. José Benítez, manifestó que se clausuraron las canillas porque hay personas que las dejan abiertas. “Desperdician el agua y ensucian, no se respeta el Santuario”, dijo.
Aclaró que la ordenanza municipal fue emitida para que los vendedores no utilicen las veredas ni el predio del Santuario para hacer sus ventas. Explicó que esto fue decisión de la Municipalidad de Caacupé porque los vendedores muchas veces son muy inconscientes y no se dan cuenta de que ya son invasivos con los visitantes
“Incluso durante la misa ofrecen sus rosarios, velas y sillas. Molestan e incomodan a los que van para orar”, dijo el rector.
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“No es que no queremos que nadie trabaje, se les indica a todos dónde podrán ubicarse, que es a dos cuadras de la Basílica. El peregrino llega a Caacupé con acoso de los vendedores. Estamos tratando de que esto no sea un caos”, enfatizó el rector José Benítez.