Caacupé 2025: Monseñor Collar alerta sobre pobreza extrema, narcotráfico y trata en Paraguay

Monseñor Pedro Collar lamenta la indiferencia ante la pobreza, el narcotráfico y la trata de personas

El obispo de Ciudad del Este, monseñor Pedro Collar, lanzó un fuerte mensaje sobre la realidad social del Paraguay y cuestionó la indiferencia frente a problemas que golpean al país, como la pobreza extrema, el narcotráfico y la trata de personas. Advirtió que la nación arrastra heridas abiertas que afectan a miles de paraguayos y que requieren acciones urgentes, honestas y concretas por parte de todos los sectores. Fue durante la misa del cuarto día del novenario de la Virgen de Caacupé.

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Mons. Collar expresó que no es posible permanecer indiferentes cuando tantos paraguayos viven sin tierra, sin techo y sin trabajo.

Resaltó que la pobreza extrema, el narcotráfico y la trata de personas golpean al país.

También recordó la presencia de comunidades indígenas que sobreviven pidiendo limosnas en las calles, la violencia en todas sus formas, el hacinamiento en las penitenciarías y los abusos de poder que continúan repitiéndose sin consecuencias. Dijo que estas realidades “duelen” y que no pueden seguir siendo normalizadas en una sociedad que se dice cristiana.

El obispo insistió en que el Paraguay necesita autoridades verdaderamente comprometidas con el bien común, capaces de actuar con honestidad y responsabilidad. Afirmó que, aunque la Iglesia llame a la conversión personal, los problemas estructurales demandan decisiones valientes desde las instancias de poder.

“El país necesita autoridades honestas que trabajen por el bien de todos”, expresó, advirtiendo que la indiferencia y la autorreferencialidad tanto en la política como en la Iglesia terminan apagando toda misión de servicio.

“El bien común”

Mons. Collar señaló que el bien común no es una teoría ni una idea abstracta, sino la expresión concreta del compromiso por la dignidad humana. Aseguró que construir una sociedad justa y solidaria implica mirar al otro con misericordia, promover estructuras que favorezcan a todos y fomentar la fraternidad como base de cualquier proyecto social. Destacó que el amor cristiano se vuelve más eficaz cuando se trabaja por un Paraguay donde nadie quede excluido.

El prelado también subrayó la importancia del diálogo social como camino para sanar las divisiones y las polarizaciones que fracturan al país. Dijo que dialogar significa escuchar, respetar y buscar soluciones creativas que permitan la reconciliación y la convivencia pacífica. Al referirse a la sinodalidad, afirmó que la Iglesia está llamada a caminar unida, a valorar la voz del otro y a construir una comunidad donde cada persona se sienta parte activa del Cuerpo de Cristo.

Hablar con el corazón

En su reflexión, también exhortó a los sacerdotes a vivir con mayor cercanía y entrega hacia el pueblo. Señaló que un sacerdote que no escucha no puede hablar al corazón, y que quien no se arrodilla no puede levantar a los caídos.

Recordó que Cristo camina, y que por tanto el pastor también debe caminar hacia los alejados, los heridos, los rotos y los olvidados, sin aislarse ni convertir su vocación en un privilegio.

Finalmente, exhortó a todos los paraguayos a reconocer que el país pertenece a todos, y que la transformación social solo será posible si cada persona asume su responsabilidad en la construcción de condiciones dignas para la vida. Encomendó al Paraguay a la Virgen de Caacupé, pidiendo que inspire a vivir la solidaridad, la entrega y el servicio hacia quienes más sufren.

Peregrinación Nacional del Clero en Caacupé.

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