El gobierno colorado Cartes/Abdo nos anunció, como gran cosa, esta semana que pasó, que está “negociando” con cinco laboratorios (que no mencionó) la adquisición directa de la vacuna para el mes de febrero en el mejor de los casos, para adelantar el suministro del sistema de la Organización Panamericana de Salud, previsto recién para junio.
México, Chile y Costa Rica nos confirman que el gobierno colorado Cartes/Abdo carece de iniciativa y que prefiere ubicarse siempre en el furgón de cola del Continente; que no tiene ninguna ambición para poner a nuestro Paraguay a la vanguardia de nada.
Estamos en un lamentable medio de la tabla de testeos de covid-19 por millón de personas, entre los más atrasados de América Latina, pero no es por falta de dinero, que el pueblo paraguayo proveyó abundante y generosamente al gobierno, sino por falta de competencia, honestidad y liderazgo, que se quieren encubrir con discursos ridículos sobre categorías no mensurables acerca de que “tenemos el mejor sistema de salud del mundo en términos de entrega del personal de Salud”.
Es una falacia mal intencionada decir que los médicos paraguayos se dedican más que los médicos costarricenses o suecos a combatir el covid-19, y aunque no lo fuera, es imposible de medir la dedicación de paraguayos o suecos.
Ese tipo de retórica autocompasiva, lacrimosa, diseñada para suplantar al razonamiento, es la característica central del discurso político nacional, en el que se usa la lástima para justificar la violación de la ley y finalmente el robo y la arbitrariedad.
Lo prueba el incendio de las viviendas instaladas tranquilamente sobre y en la calle Comuneros de nuestra capital, que destruyó las mismas y también los anexos del Cabildo de Asunción, ciertamente horrendos y merecedores de demolición, pero no por la vía del hecho.
Pregunté en mi cuenta de Twitter: ¿Por qué había casas ahí? ¿Con padrinos se puede ocupar una calle? ¿Y las normas que rigen para todos los demás? ¿Los paniaguados pueden ocupar calles y plazas y los demás tenemos que cumplir sus leyes? ¿Con qué derecho piden a los demás que cumplamos las leyes?
¿A los ocupantes ilegales de una calle, les habilitan una plaza como refugio, la plaza de Armas, nada menos?
Sufre, nuestro país, la perversa acción de un grupito de oportunistas morales que justifica cualquier abuso de los prebendarios con la excusa de un supuesto “estado de necesidad”. No sabía yo que el “estado de necesidad” se soluciona destruyendo la ciudad. Es un gran descubrimiento.
Pregunté en Twitter si quieren, por esas acciones, el Nobel de la Paz.