El tesoro es administrar bien

Este Evangelio agrega un punto más al tema de las riquezas, ya que esta es una inclinación eternamente resbalosa en la vida.

audima

Jesús hace una revelación que ilumina nuestra existencia: donde está tu tesoro, ahí está tu corazón. Diríamos también: donde está tu afectivo, ahí está tu efectivo, para manifestar que donde ponemos nuestro corazón y nuestro amor, en este mismo sentido pondremos nuestro esfuerzo, tiempo y recursos.

Si uno tiene como “tesoro” a su hijo, entonces se va a dedicar a él de modo constante y generoso. Si es su “negocio” hará lo mismo, si su “tesoro” es estafar y explotar al semejante, también pondrá en esto su empeño y su perversidad.

La primera interpretación de “tesoro” (o de riqueza) es del punto de vista material: bienes, casas, empresas, coches, etc.

Pero hay otros tesoros que valoramos mucho, como la familia, la unión cariñosa entre sus miembros, el diálogo sincero, el heroísmo de saber perdonar, el mutuo apoyo, etc.

Igualmente, el trabajo honesto, realizado con perseverancia y calidad técnica es un tesoro inapreciable.

Podemos orientar nuestro corazón, es decir, nuestra dimensión afectiva, para muchas actividades, y también hacia alguna persona. Jesús nos recomienda que lo orientemos hacia Dios, teniendo como nuestra principal meta practicar sus enseñanzas.

Nos exhorta a ser sabios, por ende, a poner nuestro corazón en la riqueza del cielo, donde el ladrón no roba, ni la polilla destruye y tampoco las macanas de la política estropea.

Dentro de esta perspectiva, Él indica que somos solamente “administradores” de los bienes y jamás realmente sus dueños, pues, tarde o temprano, vamos a dejar todo, y no llevamos nada.

Es necesario querer administrar decentemente los tesoros que tenemos en manos, pues también, tarde o temprano, vamos a rendir cuentas de cómo hemos cuidado de los talentos, cosas y oportunidades que el Señor nos regaló, o sea, nos prestó durante un tiempo de esta vida.

En este trajinar Cristo afirma que hay un estilo para ser administrador fiel y previsor, generando entusiasmo, empleo y prosperidad para muchos. Él desea que el modo de administrar nuestro tesoro nos lleve a conquistar la verdadera riqueza, que es la del cielo.

Sin embargo, hay un peligro muy grande que es administrar de modo irresponsable, maligno, acaparador y derrochador, dejando evidente los malos sentimientos que uno trae en su corazón. Igualmente, Jesús sostiene que esto no terminará de modo impune.

Hoy, es el momento para analizar cuál es el primer tesoro de nuestra vida, y cómo lo administramos y compartimos.

Paz y bien.

Lo
más leído
del día