Ampliar la discusión

En la semana que comienza mañana, el presidente emitirá el decreto por el que aumenta los salarios mínimos desde el 1 de julio.

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Los, salarios mínimos, porque además del que está establecido para actividades diversas no especificadas, al que nos referimos sencillamente a nivel nacional como salario mínimo; están también los salarios básicos específicos para decenas de actividades diversas como el trabajo en estancias o el que se realiza en los bancos.

El ritual se repite desde hace algunos años en los meses de junio, cuando el Consejo Nacional de Salarios Mínimos (CONASAM), integrado por un representante del gobierno, otro de los empleadores y otro de los trabajadores, recibe el informe del Banco Central del Paraguay con la variación interanual acumulada del Índice de Precios al Consumidor (IPC) y recomienda al Poder Ejecutivo reajustar los salarios en el mismo porcentaje.

Y como en esta ocasión el porcentaje que arroja esa fórmula del BCP es del 5,1 por ciento, entonces la recomendación del CONASAM es reajustar los salarios en la misma proporción.

Las centrales obreras no acompañan esta recomendación, argumentando que hay un desfasaje de más del 25 por ciento entre lo que hoy percibe un trabajador y el costo de vida real.

A nuestro modo de ver plantean un debate interesante, el de la revisión metodológica sobre cómo se establece esa variación de precios acumulada, sobre todo considerando que el Banco Central contempla unos 465 productos en su ponderación y los trabajadores estiman que esto debe centrarse exclusivamente en unos 120 productos considerados como básicos y fundamentales para tener una vida digna.

De hecho el salario mínimo está definido constitucionalmente como vital, a través del artículo 92, y como aquel suficiente para satisfacer las necesidades normales de la vida del trabajador consistentes en alimentación, habitación, vestuario, transporte, previsión, cultura y recreaciones honestas considerándolo como jefe de familia, de acuerdo al artículo 249 del Código Laboral.

Éste último aspecto ya plantea una interesante pregunta sobre la cantidad de personas que se deben estimar para calcular los ingresos necesarios para este trabajador, ¿siguen siendo cuatro en una familia tipo?

Como sea, creemos que se debe ampliar el debate, para redefinir o reafirmar parámetros de cálculos y estimación, con verdades que también tendrían que ser asumidas en este debate.

El reajuste del salario mínimo solo afecta al ingreso de quienes ganan el básico y a quienes ganan un monto ligeramente superior. Por ejemplo, quienes hoy reciben 2 millones 650 mil guaraníes por mes, cobran un salario ligeramente superior al mínimo, y desde el 1 de julio pasarán a formar parte de quienes reciben un salario básico.

O asumir que el costo de vida no es igual en todo el territorio nacional, no es lo mismo una cantidad de dinero determinada para vivir en Asunción o Ciudad del Este, que el costo de vida en alguna pequeña ciudad del interior del país.

El mínimo también en muchos casos es el máximo. Los empleadores argumentan que es una cuestión de mercado, los trabajadores dicen que los salarios no son mejorados porque la necesidad hace que muchos trabajadores calificados y con una calidad laboral que justifica un ingreso superior, deben sin embargo aceptar condiciones inferiores al existir prácticas casi oligopólicas en determinados rubros, que hacen que los principales empleadores se pongan de acuerdo para fijar salarios inferiores.

El debate es interesante y debería darse no en un clima de confrontación entre empleadores y empleados, como si se tratase de enemigos que desconfían unos de otros, sino buscando un equilibrio que instale una relación de aliados entre el empleador quien genera un puesto de trabajo y una oportunidad; y el empleado, quien con su trabajo contribuye a mejorar el patrimonio y bienestar de ese empleador.

guille@abc.com.py

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