El rugby como práctica deportiva fue concebido originalmente -al igual que la mayoría de los deportes- exclusivamente para varones, pero ya es practicado desde hace varios años también por mujeres. Su origen se remonta a la ciudad del mismo nombre en Inglaterra en la primera mitad del siglo 19, donde apareció de una forma muy poco convencional: Durante un partido de fútbol, un muchacho habría tomado la pelota y corrido hasta la línea contraria, festejando allí un tanto imaginario. Esto llamó la atención de alguien que tuvo una visión y rápidamente una cosa llevó a la otra; se redactaron los primeros lineamientos de lo que serían las reglas y rápidamente cobró notoriedad y aceptación entre la gente.
Dos aspectos muy interesantes: Sobre su origen, que se dio de forma bastante informal y hasta considerado en sus inicios como un juego de patanes, muy pronto y gracias principalmente a las reglas de juego perfectamente establecidas, todo el entorno y su práctica en particular se basaron siempre en sus 5 principios: Integridad, pasión, solidaridad, disciplina y respeto. Tanto dentro como fuera de la cancha, estas reglas se respetaron siempre sin discusión, por lo que es común escuchar decir que la gente de rugby “es diferente”. Por otro lado, también es destacable que, debido claramente a su origen inglés, tuvo especial difusión en las islas británicas y en los territorios que formaron parte de ese Imperio como Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica, lo cual resulta evidente hasta hoy.
La práctica llevada a cabo en estos países y regiones literalmente desde niños explica la penetración y difusión como también el nivel de juego: En los 10 mundiales disputados desde la creación de la Copa del Mundo de Rugby en 1987, Sudáfrica ganó en 4 ocasiones, Nueva Zelanda 3, Australia 2 e Inglaterra en una. En relación a esta Federación Mundial, que maneja presupuestos enormes, puede decirse que nunca hubo escándalos de malversación de fondos ni uso indebido de los mismos, tampoco se dudó de las sedes elegidas para disputar los campeonatos ni menos de los ganadores. Lo que se dice, todo es manejado entre caballeros.
Se practica en muchos países del mundo, contando actualmente con millones de seguidores, y es recurrente la forma en que siempre vuelven a ser valorados los principios del deporte, que marcan a sus jugadores y fanáticos dentro y fuera de las canchas. De Sudamérica, compitieron esta última vez Uruguay, Chile y Argentina, los dos primeros con mucha garra y claramente ganando aún experiencia, pero sin la madurez requerida para alcanzar instancias superiores y de la Argentina no hace falta comentar que tiene un altísimo nivel y, sin dudas, es “nuestro” representante sudamericano que nos deja bien parados siempre.
Dentro del campo de juego, el réferi se dirige únicamente a los respectivos capitanes para dar instrucciones particulares, y eventualmente indica en voz alta alguna falta o instrucción general a los jugadores. A pesar de ser un deporte de contacto y sumamente físico, se producen muchas menos infracciones que en el fútbol. Y es notable ver a estos verdaderos gigantes aceptar sin replicar las sanciones que eventualmente les son aplicadas: Nadie reclama, nadie se altera ni tampoco agrede.
Desde las graderías, el público alienta con algunos -pocos- cánticos, y más bien sigue con atención el partido festejando las jugadas más arriesgadas e inteligentes, inclusive las del rival. No se producen enfrentamientos verbales entre las hinchadas, y los cantos soeces son algo totalmente impensable entre los fanáticos de la ovalada. Otro detalle: En las graderías -por lo menos en Europa- es permitido el consumo de cerveza, sin que esto afecte de ninguna manera la conducta de la gente, salvo claramente disfrutar algo “aditivada” del juego y relajarse más. La cerveza también está presente en el famoso “Tercer Tiempo”, después de los partidos, en que ambos equipos comparten juntos con genuina camaradería.
Dicen que el fútbol nació como una práctica para dandys y el rugby de pendencieros, pero por distintas razones esta ecuación se dio vuelta con el paso del tiempo. Sobre esto, basta con observar lo que ocurre en nuestro país y en los vecinos para disipar cualquier duda. Desde luego que está bueno promocionar los deportes masivos, más aun considerando el enorme negocio que gira en torno a los mismos y las oportunidades que generan… pero qué bien estaría adoptar un poco de las reglas del deporte inglés para jerarquizar otras prácticas deportivas.