A menudo, sin embargo, todo esto es letra muerta, por desidia, inoperancia, inutilidad de las autoridades que deberían velar por el cumplimiento de las normas.
Un caso que preocupa a vecinos del nuevo circuito comercial de la ciudad, ubicado en inmediaciones del puente internacional San Roque González de Santa Cruz, el más importante y transitado acceso internacional de la zona sur del país, es precisamente el incumplimiento de un deber de cuidado del ambiente por parte de unos particulares y las autoridades locales.
A la entrada a la ciudad existen baldíos que son utilizados como vertederos de neumáticos viejos, resultado de un acto repudiable, que colisiona con el más elemental concepto de convivencia ciudadana, por parte de comerciantes que se dedican al lucrativo negocio de la venta de neumáticos a los argentinos.
Muchos de estos comercios –no todos, aclaremos, para no cometer la injusticia de generalizar– arrojan sus neumáticos a estos baldíos, e incurren en un acto que hasta se puede calificar de criminal, atendiendo la proliferación de casos de dengue que tienen abarrotado nuestro precario hospital regional.
Es archisabido que los neumáticos a la intemperie juntan agua de lluvia, y se convierten en criaderos de los mosquitos transmisores del dengue.
Los primeros responsables de esta enojosa situación son los dueños de estas tiendas de venta de neumáticos, y otro tantísimo grado de responsabilidad tienen los propietarios de los baldíos mantenidos cubiertos de malezas, que son aprovechados como depósito de desechos.
Va de suyo la responsabilidad en grado sumo de las autoridades comunales, que no atinan a tomar medidas correctivas, así como la unidad especializada en delitos ambientales del Ministerio Público, que bien puede actuar de oficio ante una flagrante violación al derecho ciudadano de “habitar en un ambiente saludable”, como manda el artículo siete de la Constitución de la República.