Campeones en excusas

¿A quién no le ocurrió?: Habiendo realizado en tiempo y forma los trámites previos, presentado las copias correspondientes y abonado las tasas, cuando fuimos a retirar el documento requerido nos dijeron que aún no estaba. “No puede ser” pensamos mientras verificamos la contraseña y vemos que sí, es la fecha correcta. Y se la mostramos al funcionario con mucha seguridad y aplomo, convencidos de que la presentación de la misma con ese dato va a cambiar mágicamente su respuesta original. Detrás del mostrador y con el papelito en la mano, vuelve a posar la vista en la pantalla que tiene enfrente y, dependiendo del humor con que haya amanecido, nos responderá con mayor o menos amabilidad “el sistema estuvo con problemas, por qué no vuelve la semana entrante, seguro que ya va a poder retirar”.

Cargando...

Así, salimos de la repartición estatal maldiciendo por lo bajo toda la lenta burocracia, caminando hasta el estacionamiento privado donde dejamos nuestro vehículo, y pretendemos pagar la tarifa con un billete grande. “No tengo para tu vuelto, ¿no tendrías más sencillo” nos dice el muchacho en la cabina, a lo que le respondemos -mintiendo- que no, es todo lo que tenemos y agregamos “vos tendrías que ver antes para dar tu cambio”. La sonrisa del joven se desvanece y de mala gana rebusca en su cajón para seguidamente entregarnos desordenados un montón de billetes chicos y monedas. Más tarde y de puro tekoreí controlamos una vez y constatamos que nos dio de menos… mala nuestra, perdimos doble esta vuelta.

Estas situaciones tan incómodas, son lastimosamente rutinarias en el día a día, donde enfrentamos y nos enfrentan eludiendo la verdad o la forma real en que se dieron las cosas o el estado de las mismas. Desde una cuenta que no pagamos a tiempo porque no nos llegó una plata con la que contábamos, pasando por una reunión a la que no fuimos “porque viste que se agotó la batería de mi celular y no te pude avisar”, hasta llegar a esperar más de una hora a la pareja amiga en el restorán y tener que escuchar cuando llegan “aaayyy perdón, nos fuimos a buscar a los chicos al intercolegial y se nos fue la hora”, somos víctimas y victimarios de las excusas.

Kokoi Kenji, en sus magistrales disertaciones sobre las claves del éxito personal y de las organizaciones, centra sus agudas observaciones sobre el desarrollo de tres áreas básicas de la disciplina. El coach y orador internacional de origen japonés-colombiano, invita a las personas a reforzar sus habilidades sobre la base de la organización, la limpieza y la puntualidad.

Con maestría y mucho humor, refiere casos de la cotidianeidad latinoamericana, en las que el uso y abuso de las excusas siempre están a la orden del día. Gusta de usar en todas sus disertaciones la expresión “la disciplina tarde o temprano vencerá a la inteligencia”, e invita a apuntalar estos principios para el crecimiento individual como también colectivo de las sociedades.

Lastimosamente el caché de este profesional es bastante alto y su agenda apretada, porque sería bueno preguntarle qué se hizo para conseguir que el japonés que llega tarde al trabajo, sencillamente informe que “llegó tarde” y lo compense de alguna forma. Mientras tanto, tendremos que seguir interpretando por qué cuando aquí alguien llega después de hora le dice al jefe “hubo un accidente enorme y se trancó todo el tráfico”, e incluso se enoja cuando percibe algún gesto de duda ante la excusa manifestada.

Nuevamente, aquí aplica una expresión de los orientales, que si bien no es demasiado simpática sí resulta absolutamente válida: “Tu problema es tú problema, no mío”. Somos proclives a trasladar a los demás, y perjudicarles, debido a causas que en realidad solamente son atribuibles a nuestra falta de previsión. Kenji cuenta igualmente que, en Japón, si alguien dice “estoy llegando ahora mismo” literalmente la gente mirará hacia arriba y los costados esperando que esta persona aparezca. Y bueno, por aquí puede significar que uno llegue en 45 minutos a una hora, porque “justo mi señora usó el auto para irse un ratito al súper”.

Las excusas no nos molestan tanto cuando nos sirven para justificarnos. En cambio, sí estorban cuando somos víctimas de ellas, y peor aun cuando, de tan reiteradas, como que ya ni nos sorprenden. Pero no hay que perder la esperanza, en algún momento, esperemos no tan lejano, se comunicará oficialmente que ningún sistema informático en ninguna parte volverá a caerse nunca jamás, y que todas las consecuencias de la pandemia han sido superadas. Hasta tanto, se recomiendan mucha paciencia, abnegación y valor.

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...