Política y mitomanía

La mitomanía es un trastorno psicológico donde la persona miente tanto que llega a creer su propia mentira. Mitos en griego significa ficción o historia fantástica; mientras que la manía es la costumbre o la conducta compulsiva, caprichosa o repetitiva. Algunos psicólogos sostienen que los individuos adictos a mentir, tal vez buscan la aprobación de los demás o tienen niveles de autoestima muy bajos. Quizás, posean inseguridades, intolerancia o narcisismo patológico. Está asociado a la demencia, altos grados de ansiedad o estrés y falta de habilidades sociales.

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Puede ser que el mentiroso compulsivo construya una realidad distorsionándola totalmente y cuente experiencias absolutamente falsas para impresionar a los demás. Lo peligroso es que la mentira se vuelve un estilo de vida y el entorno llega a desconfiar de estos personajes. SI alguna vez llegan a confesar la verdad, ocurrirá como el caso de los pastorcitos mentirosos que cuando apareció de verdad el lobo, ya nadie los creyó, pues habían mentido tanto.

En la política hay muchos mitómanos. No hay necesidad de ser psicólogos para darnos cuenta. No hay necesidad de observar sus gestos o miradas. No hay necesidad de leer los movimientos de la boca o de las manos. Nada de eso hace falta. Basta con escucharles para comprender la gravedad de sus trastornos psicológicos. Desde las campañas proselitistas ya comienzan a prometer cosas que jamás cumplirán. Son grandes manipuladores. Cuando llegan al poder viven en una campana de cristal y distorsionan la realidad. Viven como autistas, metidos en sus propios mundos, sin querer observar lo que ocurre afuera. Así, te dicen que vivimos en el país de las maravillas, que la inflación es cero y que la inseguridad es solo una percepción que tiene la ciudadanía. Claro, como ellos tienen custodios y guardias de seguridad, ignoran lo que sucede en la vida cotidiana de la gente que anda a pie. Esta que está con el Jesús en la boca, porque cuando sale de su casa, no sabe si retornará sana y salva. Ellos te dicen que los productos de la canasta familiar bajaron y vos te vas a comprobar, que subieron. Puras mentiras.

Sería muy diferente si los políticos se manejan con la verdad. Los ciudadanos tendrían datos e informaciones exactas de la realidad. Si no se falsean las cifras y las estadísticas estaríamos mucho más tranquilos para saber que nos espera en el futuro. La gente del gobierno tiene que sincerarse aunque la verdad duela porque si esconden o distorsionan la realidad, todo se vuelve sospechoso y confuso. Estamos hartos que nos engañen en temas que afectan a todos los paraguayos.

Parece que algunos políticos disfrutan mintiendo al pueblo. Un presidente de la República no puede mentir sobre inflación. Más todavía si es economista. Tampoco lo puede Hacer el ministro de Finanzas sobre la canasta familiar ni otras autoridades importantes. En todo sentido nos han manipulado y engañado. La única forma de salir de esta situación es abriendo los ojos y aprender a ser ciudadanos criteriosos, comprometidos y responsables. Tenemos que informarnos sobre todo lo que sucede en el país en el plano social, político y económico. Sobre todo seguir las sesiones del Parlamento donde se decide el destino del Paraguay. Y especialmente aprender a elegir a las autoridades más potables y confiables, cuando hay elecciones. Tenemos que exigir cuentas claras como electores y actores sociales en el crecimiento de nuestro país. Levantar la voz y participar son las maneras de hacernos visibles antes que el autoritarismo se imponga completamente de nuevo y trate de acallarnos como pasó en la dictadura más larga de América Latina, la de Alfredo Stroessner, una época que preferimos olvidar.

blila.gayoso@hotmail.com

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