Una advertencia para los brutos y los arrogantes

Honor Colorado, o cartismo, que gobierna la ANR y tiene capturadas varias instituciones del Estado, está constituido, mayoritariamente, por figurones dedicados al mercantilismo político, al tráfico del poder y a la usurpación de dinero público, como en el caso de los nepobebés, y es un peligro para nuestra desnutrida democracia. Pero su arrogancia recibió una alerta que no esperaba.

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Los estudiantes de universidades nacionales se movilizaron en todo el país, como no se recuerda que lo hubieran hecho en nuestra historia, no solo para repudiar una ley aprobada a los atropellos, sino para enfrentar a la prepotencia cartista. Una movilización que floreció y fructificó ante: 1) la necesidad de defender el Arancel Cero y demás proyectos financiados con el Fonacide; 2) el grotesco atropello con que se aprobó el proyecto Hambre cero en el Senado; 3) el menosprecio y los insultos que recibieron tales estudiantes de parte de las voces del Quincho.

Una característica de Honor es el obrar por reacción instintiva, primitiva, sin que intervengan la racionalidad ni la conciencia de que sus decisiones repercuten en la vida de la nación. HC activa por consignas y no por razonamiento ni sensatez.

Sus voceros o sus referentes no se caracterizan por la brillantez de su dialéctica ni por la mesura de sus actos. Comenzando por su jefe y siguiendo por el Ejecutivo, que cada vez que habla expone su limitadísimo entendimiento, desdice aquello de que “es una persona preparada”, desconoce la prudencia y banaliza su investidura.

Y después viene el grueso de la tropa (algunos, bien gruesos). Esa tropa no contribuye a hacer amena la relación del movimiento con la ciudadanía ni a encauzar el honorcoloradismo en la institucionalidad. Comenzando por el presidente por adelantado del Senado, Bachi Núñez que, apelando al sociolecto griego de Yamil Esgaib, es un kanguero. Y hablando de Yamil, su fino olfato para detectar olores en testas estudiantiles debería girar hacia su entorno familiar. Más ahora, que fue pillado en un caso de nepobebé que lo tenía muy bien escondido. Su hija mora en Londres a costa del presupuesto de la Cancillería, con un salario de 21.900.000 guaraníes, unos 2.900 dólares. A propósito, habría que preguntarse si no hay tráfico de influencia del diputado. Su hija es solo bachillera sin mérito académico que la habilite para ocupar cargo alguno en una embajada tan importante y con un salario que roza lo suculento. Jamás habría entrado por “méritos propios”. Está ahí por su padre cartista. Si se detectara tráfico de influencia habría causal de pérdida de investidura. Pero para los cartistas las formalidades legales están por debajo de su poder. Para eso “somos mayoría y mandamos”.

Esta insolencia tuvo una respuesta juvenil a la que todavía le están buscando la vuelta. El cartismo es bravuconería tosca, y una jugada inteligente, como la estudiantil, le sacudió en su mayoría necia. Le pasa porque abusa de la vulgaridad y desestima la reflexión. Una advertencia para su brutalidad.

nerifarina@gmail.com

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