Esto al menos es lo que parece, si uno observa la conducta del mandatario y de los políticos que lo rodean. Varios de ellos, incluyendo opositores que, sin hesitar, se pasaron al cartismo y aprovechan también para sacar su tajada. Además, resucitaron a algunos nefastos personajes, como los del clan Zacarías Irún en Ciudad del Este que, en estos días, impunemente, exhiben su poder y su dinero a la vista de la mayoría empobrecida.
Es obvio que para que las cosas cambien en nuestro país y que haya un despegue en su desarrollo, hacen faltas decisiones audaces. A esta altura, ya se ve que el gobierno encabezado por Peña no tiene la menor intención de hacer algo parecido a eso.
Lo más audaz que se le ocurrió a este gobierno fue el programa Hambre Cero, que apunta a resolver solo uno de los varios problemas de la educación: la alimentación de los escolares. Huelga decir que, aunque pueda verse como loable, no alcanza.
Finalmente, esta administración apunta solo a mantener el status quo, que la economía no se desordene demasiado, mantener a rajatabla el alineamiento con los Estados Unidos, etc.
La mayoría de los viajes que hace Peña no sirven más que para que él conozca países utilizando dinero público y él lo sabe, pero no le importa. En el acuerdo que hizo para ser presidente, seguramente está la promesa de que lo blindarán a futuro de cuestiones judiciales.
La pregunta es si todo esto le saldrá gratis al ahora mandatario y a los caraduras y sinvergüenzas que lo rodean.
Puede que si. Pero también es probable que estemos a solamente una chispa de que la cosa estalle. Eso ni siquiera significa que vaya a haber un gran cambio para bien del país. Pero es seguro que quien logre posicionarse en los próximos meses como la mejor opción electoral deberá prometer y luego cumplir que barrerá y hará volar por los aires a todos estos que ahora, alegremente, se ríen del pueblo.
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