El freno de mano

El turismo en Itapúa, especialmente en su capital, Encarnación, experimenta un crecimiento exponencial en materia de consolidación de una industria. Su principal temporada es la de verano, pero encuentra ventanas durante el año para mantenerse a flote. A pesar de ello, el avance en la materia adolece de un “freno de mano”, que ralentiza el posible crecimiento y fortalecimiento del turismo en la región. El poder político de turno se vuelve clave para aprovechar un apogeo de la perla escondida, o en contrapartida, un negocio más para los amigos de siempre.

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¿A quién no le ha pasado? Aborda su vehículo y lo siente pesado, lento y posiblemente teme que esté averiado. Al asomarse a la derecha, una pequeña y hasta hace unos instantes imperceptible palanca que activa el “freno de mano”, es el causante. Con temor la desactivamos, esperando haber llegado a tiempo y no haber dañado algún sistema del coche.

Experiencias como la de Encarnación han inspirado para mirar con ojos más serios a la industria turística en un país mediterráneo como Paraguay. Asumiendo la adversidad, con voluntad y una pizca de fortuna, se puede lograr consolidar un destino de calidad para los turistas. Esa evolución continúa en proceso y en crecimiento.

El “pecado” más grande del encarnaceno fue elegir una gestión municipal opositora al Gobierno central. Son 10 años de alejamiento progresivo y constantes de todas aquellas instituciones nacionales, que deben cumplir un rol importante en una de las tres ciudades más importantes de nuestro país. El “castigo político” es entonces el primer nivel de ese freno de mano, que priva de importante infraestructura a una ciudad que apunta al turismo, esto sin dejar de ver malas decisiones del propio gobierno local.

El ejemplo del Mundial de Rally es pertinente para graficar un posible segundo nivel de freno, más incisivo que el primero. El megaevento parecía un pastel tan grande, que era imposible que no le toque un pedazo de ella a cada uno. No obstante, el poder económico con tendencias monopólicas y vinculadas al poder político de turno, nos dio una lección: “Todo beneficio es centralizable”.

Entonces, si bien hubo grandes beneficiados, muchos se quedaron en la expectativa. ¿Cómo se puede fomentar la inversión en la industria turística, si no se abren oportunidades de crecimiento?

En consecuencia, ¿dependemos de grandes eventos para ver migajas de una gran masa de turistas que pasan por la ciudad? Hay grandes iniciativas locales que rompen con esta lógica, como la fiesta de año nuevo, que atrae a cerca de 80.000 personas al año; o el Carnaval que este año tuvo 56.000 espectadores. Cada fin de semana de verano son alrededor de 30.000 los turistas en la ciudad.

Será imperioso encontrar el modo de desactivar el “freno de mano”. El primer paso es darse cuenta. Cuando suceda, esperemos llegar a tiempo, antes de que la corrupción y el oportunismo terminen dañando el potencial de desarrollo para esta pujante región del país.

sergio.gonzalez@abc.com.py

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