La Navidad, más allá del simbolismo religioso, es una época en que muchos niños de los poblados más alejados reciben un poco de atención en medio de las múltiples precariedades en las que viven. Es el momento en que los actores solidarios de la comunidad se organizan para hacerles llegar un pequeño obsequio que, en consecuencia, inunda de sonrisas a los más inocentes.
Cada comunidad se organiza de manera distinta, pero el objetivo es siempre el mismo: llegar a los niños vulnerables, quienes quizá no tengan la posibilidad de tener un juguete nuevo cada año.
Si tuviéramos que graficar las zonas donde la escasez golpea más fuerte, los datos coincidirían con los poblados alejados y olvidados, con claras excepciones en los grandes centros urbanos. La fórmula se repite en la mayoría de los 30 distritos del particular departamento de Itapúa: mientras más distante de un buen camino o de las escasas rutas, mayor es la dificultad para que las comunidades alcancen el desarrollo.
Las lluvias recientes transformaron los caminos de tierra en verdaderas canchas de lodo, listas para atrapar a cualquiera que se atreviera a cruzarlas. Durante la fiesta de Navidad, que suele ser de reencuentro con las raíces, los pobladores de las ciudades regresaron a sus pueblitos. El resultado fue un sinfín de videos virales en internet mostrando cómo los caminos están en pésimo estado.
En lo personal me tocó profundamente ver cómo pobladores de la Compañía Karumbey, del distrito de Jesús, compartían un video en el que un vecino disfrazado de Papá Noel recorría la comunidad en tractor, acompañado de un grupo de niños sonrientes.
Más allá de la bella iniciativa de no olvidar a quienes históricamente viven en la indiferencia, es lamentable constatar cómo la corrupción continúa desangrando a un pueblo que no tiene tregua y sigue recibiendo estocadas de cada jefe comunal. Casos como este muestran las consecuencias de las malas gestiones de la administración pública, que muchas veces creemos lejanas y ajenas, pero que afectan lo cotidiano. Lo que debería ser una festividad que alivie la carga de todo un año de esfuerzos, se torna una lucha contra algo tan natural, como una simple lluvia de temporada.
Es necesario tomar conciencia de que nuestras decisiones en las urnas pueden hacer que Papá Noel vuelva al trineo, o que dependa de tractores para llevar sonrisas y esperanzas a los niños en Navidad.
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