El texto titulado “Las elecciones de cada lustro” señala lo siguiente: “Cada lustro revivimos el ritual de las elecciones generales en Paraguay. A diferencia de otros países, nuestra ley electoral mantiene el periodo de cinco años, lo que se dice un quinquenio o lustro”.
Añade: “La palabra lustro -refiere- tiene su raíz en la palabra latina “lustratio”, que hace referencia a un rito de purificación romano que se realizaba cada cinco años, rociando con agua, para asegurar la protección divina y liberar de malos espíritus. En la tradición griega se asocia con la κάθαρσις (catarsis), que también se realizaba cada cinco años, pero unida a la purificación de delitos cometidos para descontaminar el lugar o la persona. Tanto en la cultura romana como en la griega, este ritual iba asociado a procesiones y sacrificios y a la participación de personas referentes del culto, buscando el favor de la divinidad”.
“Escuchando y acompañando las campañas electorales y tratando de acercarme al fenómeno social que acompaña el momento del sufragio, cada lustro percibo que se vuelve a repetir algo muy similar a aquellas costumbres grecolatinas”, afirma.
“Este importante acontecimiento del calendario cívico, a más del sentido específico de hacer realidad el derecho y el deber ciudadano de elegir autoridades para un nuevo gobierno democrático, condensa sentimientos, simpatías y rivalidades, batallas dialécticas y sueños, celebración y augurios victoriosos, campañas épicas y una retórica floridamente apoteósica, que de una u otra forma implícita o explícita transmiten el mismo mensaje: el clamor de una limpieza”, expresa el obispo de la Diócesis de Encarnación, monseñor Francisco Javier Pistilli Scorzara.
Lea más: Obispo de Encarnación invita a dejar de lado la division por navidad
“La parafernalia partidaria derrocha en energía y recursos, desplegando cartelería, publicidad audiovisual, presencia mediática en redes. Todo vale para lavar la cabeza del adversario y presentar al candidato que trae la fórmula de la purificación. La mejor imagen, el eslogan pegadizo, el cliché mesiánico, la profecía del caos del enemigo, el sino amenazante de oráculos políticos confabulados contra la estrella de los candidatos, el aura de grandeza de los predestinados, junto con opíparos banquetes, vernáculas tertulias, reencuentro con raíces culturales, nuevo diseño del imaginario futuro; todo conjuga en este montaje que se promociona como una epopeya nacional, anhelando la llegada del campeón, del héroe, que ha de encarnar todos nuestros sueños, derrotar a nuestros hados fantasmales, poner fin a nuestra penuria y hacer renacer la esperanza”, reflexiona.
“El resultado de la votación es el apogeo poético del vencedor, el clímax legendario de sus seguidores, y el perigeo de los contendientes que se sumergen en el albur del fracaso, bajo el omen del retorno de desagravio, de la fatídica revancha y el presagio de maldición del calcañar de Aquiles de los vencedores, hasta el próximo lustro”, indica el párrafo siguiente.
“Los rituales hacen parte de la vida social. Hacen realidad sensaciones colectivas o canalizan necesidades que difícilmente se pueden explicar. Sin embargo, la exagerada expectativa y la inversión que acompaña la batalla electoral, que un buen entendedor comprende como estrategia y no como mito, alimentan temporalmente la ensoñación, de la que pronto volveremos a despertar, pues no es infrecuente que queriendo lavar la cabeza del asno perdamos la lejía y el trabajo”, dice otra parte del escrito divulgado.
“Ante este embrujo cultural ancestral, del que queremos despertar, prefiero la sobriedad del compromiso cívico y la responsabilidad ciudadana con el bien común. No me hago ilusiones respecto de los candidatos. En agosto iniciarán un gobierno, con la misión de mantener en marcha el aparato estatal al servicio de todos, en las realidades que nos interesan y afectan como sociedad. Las promesas y compromisos que hayan hecho para llegar a ocupar los cargos asociados a la soberanía nacional no deben interferir en el sagrado compromiso de asegurar, defender y promover la vida digna, justa y fraterna, el desarrollo oportuno y necesario en base a conocimientos y tecnologías, la administración eficiente y transparente de recursos, la inversión seria e inteligente en el presente y en el futuro próximo de nuestras generaciones”, agrega.
Lea más: Encarnación: con una procesión, celebran aniversario
Añade el obispo: “Pero confieso que mantengo un sueño, y este sueño es que dejemos de soñar en soluciones mágicas o en purificaciones o purgas milagrosas. Cumplamos nuestro compromiso, no trafiquemos con el voto, elijamos lúcidamente y aseguremos nuestra perseverancia y lucha cotidiana por el bien. Que desde el momento de ir a entintar el dedo, busquemos juntos una ética clara, que dignifique a todos y nos eleve moralmente, una comprensión antropológica y social que fortalezca el sentido de humanidad y de comunidad, una madurez capaz de hacer frente al tiempo y a las circunstancias con inteligencia, fraternidad y previsión prudente. Creo que así es como el favor divino se suma en el diálogo creyente, no mitológico”.
“30 de abril de 2023 es un día para hacer lo que debemos hacer, sin procrastinar la vida que necesitamos cuidar con hechos. El próximo gobierno dispondrá por favor de los electores de 1825 días, más dos en los años bisiestos de 2024 y 2028. Cada día cuenta. Hagan que rinda”, expresa finalmente el mensaje.