Fabi y yo estamos unidos por un arnés y un mosquetón, o mejor dicho, yo estoy unido a él. En la explicación previa insistió en que diera “pasos largos”. Entonces, vamos ganando velocidad hasta que llega la brutal sacudida en la espalda.
Durante la corrida, el parapente, de 41 metros cuadrados, se llena de aire y comienza el despegue. Nos balanceamos, me zumban los oídos y el viento me corta la cara. Las estribaciones de los Alpes de Algovia, en el sur de Alemania, se extienden bajo nosotros a la luz del mediodía y desde las alturas contemplamos bosques, praderas y flancos rocosos.
Fabi tiene todo bajo control. Yo siento que otra persona maneja mis movimientos, como si me hubieran catapultado a una película que se reproduce ante mis ojos. La diferencia es que esta vez yo también soy protagonista.
La perspectiva es irreal, la posición de sentado con los pies colgando es sorprendentemente cómoda. El pulso se lentifica, pero la tensión se mantiene. El vuelo hacia las profundidades del valle de Pfronten, cerca de la localidad de Füssen, durará algo menos de veinte minutos.
En el territorio de las águilas
Fabian “Fabi” Bendlin tiene 30 años. Es ingeniero mecánico de profesión, y piloto biplaza de vuelos en parapente como ocupación secundaria.
“Allí arriba entrás en una zona nueva a vista de pájaro. Los humanos estamos hechos para estar siempre en tierra. Y ahora lo hacemos en el aire, en el territorio de las águilas. Es lo más bonito que hay”, comenta.
¿Realmente lo es?, me pregunto. ¿Qué es lo que me impulsó? Hay varias respuestas, pero en resumen son: probarme a mí mismo, la emoción de lo nuevo y la confrontación consciente con el propio miedo a las alturas.
¿Qué mueve a otros que hacen algo así? “Para algunos, es una experiencia única en la vida que les han regalado por su cumpleaños. Otros quieren probar cuál es su límite para enfrentarse a situaciones arriesgadas”, relata Fabi.
El experto en vuelo en parapente asegura que en el aire, la única tarea del pasajero es disfrutar todo, emocionarse y relajarse.
La adrenalina en el aire
Las comunas turísticas que se dedican a comercializar experiencias de adrenalina pura con actividades en el aire quieren diferenciarse de otras regiones, ya sea con el parapente, como aquí en Algovia, con saltos en paracaídas o con las siempre nuevas y aún más espectaculares tirolinas.
Solo hace falta echar un vistazo a las redes sociales para darse cuenta de que muchos turistas solo buscan el autobombo y mostrar unas vacaciones emocionantes. Las fotos de personas elevándose a cientos de metros por encima de las montañas probablemente impresionarán más a sus seguidores que una imagen panorámica “aburrida” desde un mirador.
Por supuesto que para algunas personas la emoción y el elogio exagerado de sí mismo van de la mano, pero eso no se aplica a todo el mundo. Así que aún cabe la pregunta: ¿Por qué la gente parece estar más dispuesta a correr riesgos precisamente en vacaciones?
Hacer algo fuera de lo común
La psicóloga alemana Christina Miro, especializada en viajes, tiene una respuesta: “Durante un viaje, dejás tu entorno familiar y seguro y te dirigís a un lugar lejano y casi desconocido”, señala.
En el proceso, los viajeros perciben automáticamente nuevos estímulos, continúa Miro. Y esto los hace más espontáneos y aventureros que en la rutinaria vida cotidiana. “Tienen más ganas de probar algo nuevo”, precisa la especialista.
La propia psicóloga sucumbió también a la tentación de “hacer algo loco o fuera de lo común”, ya sea parasailing en el Mediterráneo o paracaidismo en interiores.
“La recompensa es un sentimiento positivo, además de la satisfacción y la gratitud por estar vivo”, describe Miro el estado posterior a la experiencia. Asimismo destaca el orgullo de haber conseguido superar el miedo, y también el alivio y la alegría por haber terminado y que todo saliera bien.
Puedo confirmar esta impresión. Eso es exactamente lo que pasa por mi mente después del vuelo en parapente: orgullo, alivio y una buena sensación.
Fabi y yo aterrizamos según lo previsto. A continuación, él pliega el parapente para el siguiente pasajero. “Nunca es aburrido, cada vuelo nuevo es impresionante”, resalta Fabi, y agrega que muchas personas repiten la experiencia. Yo, sin embargo, no estoy tan seguro de querer hacerlo nuevamente.