La insolación no solo arruina las vacaciones, es una seria amenaza para la salud, especialmente en destinos playeros de alta radiación como Brasil.
Sol tropical: el enemigo de las buenas fotos y tu piel
En gran parte de la costa brasileña, el índice de radiación ultravioleta (UV) se mantiene en niveles altos o extremos durante casi todo el año. Esto significa que la piel se quema más rápido, incluso en días nublados, y que el riesgo de golpe de calor aumenta con la combinación de sol directo, humedad y falta de hidratación.
Dermatólogos y especialistas en medicina del deporte coinciden: los turistas subestiman el sol tropical.
Lea más: Consejos para preparar el pelo para el verano
La confusión suele venir de una falsa sensación de seguridad: el viento del mar refresca, la piel se ve solo ligeramente sonrosada en las primeras horas y las nubes dan la impresión de “bajar” la intensidad del sol. Sin embargo, los rayos UV atraviesan las nubes y el daño se acumula desde los primeros minutos.
La regla de oro: organizar el día por el sol, no por la agenda
Para no llegar a la noche con la piel abrasada —y la cara imposibilitada para una foto decente—, el primer consejo es simple: evitar las horas de mayor radiación. En Brasil, esto suele ir de las 10 de la mañana a las 16 horas, con variaciones según la región y la estación.
Quienes no quieren renunciar a pasar el día completo en la playa pueden reorganizar actividades. Las fotos de paisaje, paseos por la orilla y deportes al aire libre son más seguras en las primeras horas de la mañana o al final de la tarde.
El mediodía puede reservarse para almorzar bajo techo, descansar en la sombra de un puesto de bebidas o hacer una pausa en el hotel.
Lea más: Lentes de sol: ¿Cómo comprar los adecuados y evitar lesiones oculares?
La sombra, insisten los especialistas, no es un lujo, sino una medida preventiva. Sombrillas, toldos o la vegetación costera reducen la exposición directa, aunque no la eliminan por completo: la arena y el agua reflejan la radiación, por lo que aun bajo la sombrilla el protector solar sigue siendo obligatorio.
Protector solar: el filtro que decide el antes y el después
Las organizaciones dermatológicas recomiendan en Brasil un protector con factor de protección (FPS) de al menos 30, de amplio espectro (contra rayos UVA y UVB), resistente al agua y aplicado generosamente. El problema no suele ser la falta de producto, sino el mal uso.
Las aplicaciones apresuradas solo en rostro y hombros, con capas finas, no protegen adecuadamente. Lo ideal es aplicar el protector 20 a 30 minutos antes de la exposición y reaplicarlo cada dos horas, o después de nadar, sudar mucho o secarse con la toalla.
Lea más: Havaianas en el ojo del huracán: el boicot de la derecha brasileña que sacude a la icónica marca
Para quienes se preocupan por estar “brillosos”, existen fórmulas de acabado mate para rostro, que reducen el brillo sin sacrificar protección. También son útiles los fotoprotectores en barra para zonas clave como pómulos, nariz y labios, especialmente sensibles a las quemaduras.
Ropa, accesorios y estética: protegerse también es fotogénico
La moda playera puede ser aliada de la salud. Camisas ligeras de manga larga, vestidos amplios, pareos y prendas con filtro UV incorporado disminuyen notablemente la cantidad de piel expuesta.
Los sombreros de ala ancha protegen rostro, orejas y cuello, áreas donde suelen aparecer las quemaduras más visibles —y las arrugas prematuras más marcadas—.
Los lentes de sol con filtro UV también son más que un accesorio: resguardan la vista y evitan que entrecerremos los ojos en todas las fotos.
Para quienes buscan “el bronceado perfecto”, los dermatólogos son claros: no existe un bronceado saludable. El color dorado es, en realidad, un mecanismo de defensa de la piel ante el daño solar. Apostar por un color progresivo, con exposiciones cortas y protegidas a lo largo de varios días, reduce el riesgo de quemaduras graves y de insolación.
Piel clara, piel oscura y niños: riesgos distintos, mismo cuidado
En las playas conviven pieles de todos los tonos. Las más claras se enrojecen y se queman con facilidad; las pieles más oscuras, aunque se enrojecen menos, no son inmunes al daño solar.
El riesgo de cáncer de piel y de fotoenvejecimiento aumenta en todos los fototipos cuando hay exposición intensa y repetida sin protección.
La infancia merece una atención especial. La piel de los niños es más delgada y sensible, y las quemaduras graves en esta etapa se han relacionado con mayor riesgo de cáncer de piel en la edad adulta. En muchas playas ya es común ver a los más pequeños con camisetas de manga larga con filtro UV y gorros tipo legionarios, que protegen también la nuca.
Cuando el sol ya pasó la factura: señales de alarma
Si, pese a las precauciones, aparecen dolor de cabeza intenso, mareos, náuseas, piel muy caliente y seca, o confusión, puede tratarse de un golpe de calor, una urgencia médica.
En esos casos se recomienda abandonar de inmediato el sol, buscar un lugar fresco, hidratarse y, si los síntomas no ceden rápidamente, acudir a un servicio de salud.
Las quemaduras solares severas —con ampollas, fiebre o escalofríos— también requieren evaluación profesional. Romper las ampollas o aplicar remedios caseros agresivos puede empeorar el cuadro y dejar cicatrices.