Los ciudadanos deben interpelar con firmeza a los candidatos electorales

El ciudadano iteño Sergio Núñez –de raigambre colorada– expulsó ignominiosamente de su casa al candidato de ese partido a senador Ángel Ramón Barchini, a la concejal de Ñemby Giani Ramírez, candidata a diputada, y a un grupo de seguidores. Sus visitantes le habían traído “la posibilidad de tener un presidente decente, como Santi Peña”, pero tuvieron que salir con el rabo entre las piernas, tras ser tildados de “prebendarios, zánganos y hurreros”. Según el indignado compatriota, no habrían tenido la “altura moral para venir a hablar a un paraguayo” al que le quitan el pan para vivir bien. Su enfado contra los que “quieren avasallar con mentiras” alienta la esperanza de que, más temprano que tarde, este país se libre de los farsantes que se aprovechan de la ignorancia perpetuada, por ejemplo, por un sistema educativo tan desastroso como el sanitario.

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Es plausible, pues, la reacción del mencionado compatriota, pues hace tiempo que la gente debería haber interpelado a quienes, sean del partido que fueren, acuden al elector con promesas recurrentes, que luego nunca cumplen, ya sea desde los más altos cargos nacionales como los departamentales y locales.

Quienes se postulan a los diversos cargos electivos se limitan a generalidades, ofreciendo el oro y el moro, sin explicar cómo harán realidad anuncios como el de Santiago Peña, que está “a favor de un Paraguay que progresa, de un Gobierno que cuida a su gente y que va a trabajar para que cada paraguayo viva mejor”. Tampoco tienen en cuenta las competencias del órgano al que aspiran: un candidato al Congreso es capaz de prometer cualquier cosa, aunque no sea mucho lo que un legislador puede lograr por sí solo, más allá de vender su voto, practicar el prebendarismo o dedicarse al tráfico de influencias. Son tan ocurrentes las “propuestas” de los candidatos que bien podría figurar entre ellas un proyecto de ley que declare abolida la pobreza.

Como no están sujetos a mandatos imperativos, no se les puede exigir que apoyen o rechacen alguna iniciativa, so pena de perder su escaño. Son irresponsables, tanto como sus respectivas organizaciones políticas, de hecho vacías de contenido doctrinario: se diría que la ANR nada tuvo que ver con la gestión gubernativa de los últimos diez años y el Frente Guasu no apoyó una inconstitucional iniciativa reeleccionista, al igual que ciertos connotados senadores liberales. Resulta que los politicastros no solo confían en la ignorancia del electorado, sino también en su desmemoria: la candidata vicepresidencial Soledad Núñez siguió siendo ministra de Horacio Cartes tras el asalto policial a la sede del PLRA y la muerte resultante del joven Rodrigo Quintana.

La indignación que se percibió en la firme actitud del compatriota iteño, quien encaró con fuertes palabras al exsenador colorado y exembajador en Qatar Ángel Barchini –quien pretende volver a la legislatura– le hizo notar al político que él llegó al lugar en una lujosa camioneta, mientras él cumplía con todas sus obligaciones impositivas “para que ustedes (la clase política) puedan vivir así”. Remató su fuerte reconvención repitiéndole una y otra vez: “estamos podridos de ustedes”.

Volvemos a aclarar que el fenómeno se presenta en todos los partidos, en candidatos que se atornillan en los cargos electivos desde hace varios años sin haber contribuido en absoluto a mejorar la pésima situación de nuestro país, muchos de los cuales no solo están sospechados de corruptelas y deberían ser cuestionados en tal sentido en vez de apoyarles en base a sus ya conocidas promesas mentirosas o de dádivas con las que se aprovechan de las extremas necesidades de la gente.

El Paraguay les importa un bledo a la mayoría de los políticos. En verdad, muchos han cumplido sus promesas de conseguir progreso, solo que, lamentablemente, eso ocurrió y ocurre en lo personal, mientras el Paraguay continúa con sus precariedades de siempre. Es el momento de que la gente interpele, como el compatriota iteño, a quienes se le acercan con su bagaje de promesas que olvidarán apenas pasen las elecciones. Por tanto, ciudadanas y ciudadanos paraguayos, es el momento de valorar sus votos en las cercanas elecciones para extirpar a quienes por tanto tiempo han venido deshonrando sus cargos o se han venido forrando con la “viruta” que aporta –según la jerga política– la gente “común” con sus impuestos.

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