La justicia que necesita Marcelo Pecci

La investigación del asesinato del fiscal Marcelo Pecci ha entrado en sus horas más oscuras desde aquella mañana del 10 de mayo del 2022 cuando el crimen organizado transnacional lo asesinó de tres certeros balazos. La sorpresiva mención de sospechas sobre el expresidente Horacio Cartes y el investigado por narcotráfico Miguel Ángel “Tío Rico” Insfrán, mencionado por el cerebro operativo del crimen Francisco Correa Galeano, ha bastado para hacer brotar todo tipo de dudas, descalificar voces y debatir las certezas que tiene el caso. El fiscal Marcelo Pecci merece justicia. La tibia actuación de la Fiscalía paraguaya para investigar el asesinato de uno de sus miembros, un año y cinco meses después, hace un flaco favor a quien era uno de sus más notables componentes.

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La investigación del asesinato del fiscal antimafias Marcelo Pecci ha entrado en sus horas más oscuras desde aquella mañana del 10 de mayo del 2022 cuando el crimen organizado transnacional lo asesinó de tres certeros balazos. La sorpresiva mención de sospechas sobre el expresidente Horacio Cartes y el investigado por narcotráfico Miguel Ángel “Tío Rico” Insfrán, mencionado por el cerebro operativo del crimen Francisco Correa Galeano, ha bastado para hacer brotar todo tipo de dudas, descalificar voces y debatir las certezas que tiene el caso que ya ha logrado enjuiciar y hasta condenar a todos sus autores materiales en un titánico proceso de pocas semanas. Muchos de quienes hasta ayer felicitaban el trabajo de la Fiscalía colombiana hoy desdibujan una investigación que en pocos días logró demostrar cómo se organizó, se montó y se ejecutó el magnicidio.

El fiscal Marcelo Pecci y sus familiares, así como los magistrados de bien de nuestro país, merecen justicia. No la que sea conveniente y dibujada especialmente para un sector, sino la que sea posible ser demostrada con documentos, pruebas, evidencias e indicios. Se merece una justicia donde no se enturbien procesos hablando de “montajes” para desacreditar los hallazgos; necesita una justicia que no se oscurezca por intereses particulares o políticos. El fiscal Pecci necesita y merece una justicia que sea impulsada y defendida por sus propios colegas, compañeros de causa –varios de ellos amigos– que inexplicablemente han tratado de restarle mérito a las indagaciones del Ministerio Público colombiano después de que inicialmente este fuera felicitado por haber hallado y probado cómo se planificó y consumó el asesinato.

La tibia actuación de la Fiscalía paraguaya para investigar el asesinato de uno de sus miembros, un año y cinco meses después, hace un flaco favor a quien era uno de sus más notables componentes. Luego de llorarlo públicamente y haberle jurado justicia en una marcha, han pasado más de 500 días sin que nada relevante haya salido desde Paraguay. Duele decirlo, pero los mayores –y únicos– hallazgos hasta el momento han sido los producidos por la Fiscalía colombiana a la cual, lejos de apoyarla por lo menos públicamente, la han ninguneado agentes fiscales locales acusando de que el testimonio de Correa Galeano habría sido desmentido por una muy alta autoridad colombiana. Llamativo comportamiento para quienes siempre argumentaron secretismo o confidencialidad hasta para informar al Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados (JEM) sobre el andamiaje del proceso. Más sugestivo porque los comentarios que están haciendo agentes fiscales paraguayos salen a la luz tres meses después de que la Fiscalía local tuviera acceso al dosier donde se acusa a un expresidente paraguayo y a un sospechado por narcotráfico. Y ya ni hace falta mencionar que se abrió una carpeta de investigación penal recién ahora, después de que salieran todos los datos a la luz, y no en julio, fecha desde la cual tuvieron acceso a los informes entregados por Colombia.

Marcelo Pecci merece justicia, no la que anhela un sector, u otro poder no. No la que quiera el cartismo, o la oposición; no la que necesiten fiscales colombianos o paraguayos para contar una historia; no la que desee el poder político dominante en el país, ni siquiera la que contemos los medios de comunicación. El caso del fiscal Marcelo Pecci merece una justicia con todas las letras, donde paguen los que dieron la orden, quienes organizaron su muerte y quienes la concretaron. Los familiares necesitan la paz que da la justicia porque sin ella, nada existe.

Dada la relevancia de los hechos que se están sucediendo, la envergadura de las sospechas que se están manejando, el calibre de los dichos que están saliendo a la luz, es de esperarse que se arbitren los medios necesarios para proteger la vida de quienes conozcan y puedan dar fe de los auténticos hechos ocurridos. El caso del fiscal Marcelo Pecci es una muestra de que hay un poder transnacional que no conoce de fronteras, que tiene la opulencia necesaria para bajar el pulgar, ordenar una muerte y conseguir permanecer en la oscuridad fortalecido con el poder de la impunidad.

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