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El feminismo no necesariamente es una ideología ni precisa de militancia. Se puede ser feminista exigiendo respeto y reclamando nuestros legítimos derechos.
Las mujeres no somos iguales a los hombres físicamente. Claro que podemos poseer un intelecto brillante como el de un profesional masculino, incluso mucho mejor en ciertos casos. Tenemos capacidad para tomar decisiones acertadas y también contamos con congéneres que pueden competir con el diputado Portillo en decir sandeces. Por eso, las mujeres somos y debemos ser tratadas en igualdad de derechos ante la ley. Aparte de nuestras variadas cualidades, poseemos la facultad de engendrar la vida en nuestro vientre y gestarla allí durante nueve meses, sin dejar por eso de cumplir con la mayoría de nuestras obligaciones laborales.
De mi parte suelo dar una respuesta de humor femenino a esos masculinos que, cuando las mujeres reclamamos nuestros legítimos derechos, nos tildan de histéricas, de amargadas, de falta de cópula.
En todo caso y si midiéramos las circunstancias con la misma vara, también podríamos decir que cuando los hombres están de mal humor es porque tienen un miembro inactivo, jubilado, con dificultades de erección.
Patético resulta cuando son las mismas mujeres quienes despotrican en contra y agreden con furia a las féminas que exponemos ideas como estas que subscribo. Por mencionar un ejemplo: SB, joven y bonita moza, deja en mi muro un comentario hostil: “Sería válido decir entonces que el feminismo está lleno de mujeres resentidas (…)”.
Asusta la virulencia de los mensajes dirigidos a la periodista Menchi Barriocanal en las redes sociales. La mayoría no expone argumentos de interés, y es solo una sarta de frases agresivas y muy groseras, que destilan violencia y odio, parapetándose tras un fanatismo religioso muy extraño. Porque Dios es amor, Dios es perdón, Dios es magnánimo.
En cuanto a la despenalización del aborto, reconozcamos que es parte de una realidad cotidiana que ocurre en el más completo ilícito, exponiendo a la muerte a muchas mujeres, que caen embarazadas por señores que abusan de su poder y son irresponsables depositadores de su semen. La enorme cantidad de padres irresponsables es vergonzosa. Por eso urge un marco jurídico, para que niñas, adolescentes y mujeres cuales sean, tengan la protección de un marco jurídico y dispongan de asesoramiento y atención profesional.
Convengamos que, como dice Frederica Mathewes-Verde: Ninguna mujer quiere un aborto como puede querer un helado, una moto o una camioneta 4x4. Ella quiere un aborto, como un animal en una trampa quiere comer su propia pata. Una mujer que busca el aborto está tratando de escapar de una situación desesperada por un acto de violencia y autopérdida”.