Un ritual en el Páramo

Esta historia sucede «en un lugar mítico, ficticio, una dimensión diferente a la real, ubicada entre la vida y la muerte», escribe el maestro Agustín Núñez sobre la última obra estrenada de Daniel Gómez, que nos lleva «irremediablemente a la Comala de Rulfo, ciudad fantasma en la que conviven vivos y muertos, alucinaciones y recuerdos».

Un ritual en el Páramo.
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El panorama teatral nacional en las dos últimas décadas se ha visto muy enriquecido con la aparición de nuevos actores. Igualmente, pero en menor escala, se han sumado nuevos valores en la dirección de obras y libretismo. En esta nueva franja podemos situar a Dany Gómez, autor, actor y guionista de teatro y de audiovisual. Uno de sus últimos cortos es 1959, merecedor de varios premios importantes a nivel internacional. Su película Candy Bar obtuvo este año un premio Edda, y hace apenas unas semanas Smart Films le otorgó seis premios a su cortometraje Carmen, filmado totalmente con un celular. Tanto en el teatro como en el audiovisual, se desenvuelve con gran seguridad y rigor en lo que respecta a la producción global, así como en cada detalle. En teatro, no se encierra en un solo género, sino que nos sorprende en cada estreno con diferentes propuestas. Apunta, por lo general, a encarar temas poco comunes dentro de nuestra cartelera teatral. Su última obra estrenada se titula En el Páramo y en ella comparten escena Carmen Briano, actriz de larga trayectoria, y Dani Ruiz, joven valor que asumió este importante desafío con solvencia y frescura.

A Carmen ya la conocemos por su calidad interpretativa desempeñando a cabalidad roles tanto en comedias como en dramas. En esta obra, sin embargo, le tocó enfrentarse con un género bastante particular y difícil, que oscila entre el surrealismo y el realismo mágico. En esta travesía, Dani resulta ser un excelente compañero. Ambos se entregan sin retaceos a articular en forma permanente momentos dramáticamente muy difíciles.

¿Pero dónde transcurre la obra? En un lugar mítico, ficticio, que el autor denomina Páramo, en una dimensión diferente a la real, ubicada entre la vida y la muerte. Esto lo podemos percibir desde que entramos a la sala y notamos que por encima del escenario real levita otro, que es donde se desarrolla la obra. El espacio escénico, totalmente blanco, tiene gran importancia dentro del desarrollo de la trama, ya que está cargado de símbolos y con el cambio de colores en sus luces se van creando las diferentes atmósferas. Gómez construye el mundo de su obra, su Páramo, apoyado fuertemente en lo visual. Un dispositivo escénico central nos ubica ante una cama-tumba. Responsable de la escenografía es el maestro Juan Méndez, y de las acertadísimas luces, Martín Pizzichini. Ambos, desde el principio, conformaron con el director un equipo en la elaboración de la concepción escénica. La incorporación de poemas surrealistas de verso libre nos ayuda a instalarnos en esa especial dimensión. Es importante, por parte del espectador, una apertura de mente que le permita romper esquemas conocidos para poder adentrarse en el mundo del Páramo.

Si hablamos del tiempo en el que transcurre la obra, podríamos decir que ocurre en esos instantes en los que una mujer va dejando este mundo para entrar en el Páramo. Ella es una mujer desesperada, que clama a gritos por ser escuchada, considerada, valorada. Todo indica que tuvo una vida de angustiada soledad, sin poder comunicarse con su entorno, y que sigue aferrada al recuerdo de un amor de sus tiempos mozos. Esa invocación trae a su amor de juventud, con el cual vivió una relación con trágico desenlace debido al abandono de Ella para casarse con otro.

Él, en su aspecto, se conserva intacto, como el día en que murió. Ella, en cambio, se siente «vieja y fea». A partir de allí se da una serie de encuentros-desencuentros, reclamos, justificaciones, odio y amor, como si todo se hubiera metido en una caja que sacudiéramos y abriéramos. Tanto la atmósfera como la concepción de los personajes nos remiten irremediablemente a la Comala de Rulfo (Pedro Páramo), esa mítica ciudad fantasma en la que conviven vivos y muertos, alucinaciones y recuerdos. Los textos son dichos por ambos actores con violentas transiciones que ayudan a potenciar el conflicto. Ella, ávida de cariño y pasión, marca fuerte presencia. Él, aunque por su edad y temperamento exterioriza poco, es capaz de quitarse la vida por despecho. Todo este onírico ritual concluye con un duro parlamento de Él, que evoca el final de tantos «amores eternos»: «Ninguno de los dos eligió al otro. Ese es el chiste». Al final, Él la carga y la posa en su lecho-tumba para abandonar éste mundo. Él, a sus pies, gira y mira al público desconcertado. Y así quedamos nosotros. Sorprendidos. Expectantes. ¡El ritual llegó a su fin!

Ficha técnica

Elenco: Carmen Briano y Dani Ruiz Galli

Libreto original y dirección: Daniel Gómez

Producción: Jazmín Romero y Ciudad Teatro

Escenografía: Juan Méndez

Diseño de iluminación: Martín Pizzichini

Asistencia de producción: Marcos Moreno

Coreografía: Macarena Candia

Mezcla de sonido: Marco Ramírez

Maquillaje y peinado: FaLu Santander

Redes sociales: @ciudadteatropy

arcangel134@yahoo.com

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