La perversa agenda globalista contra la agricultura y la ganadería

Desde la propia Naciones Unidas (ONU) con el acompañamiento de organizaciones como la “Open Society” del multimillonario George Soros y con el también magnate Bill Gates con su fundación “Bill and Melinda Gates” desde el lanzamiento de su reciente libro “Cómo evitar un desastre climático” así como el programa “Green Deal” implementado por el Partido Demócrata en los Estados Unidos para imponer impuestos a los países que carezcan de políticas contra el cambio climático, se está nuevamente ante el objetivo de perjudicar a países como Paraguay, que precisamente producen alimentos desde la agricultura y la ganadería.

Se está nuevamente ante el objetivo de perjudicar a países como Paraguay, que producen alimentos desde la agricultura y la ganadería.
Se está nuevamente ante el objetivo de perjudicar a países como Paraguay, que producen alimentos desde la agricultura y la ganadería.Archivo, ABC Color

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Por fortuna y es de destacar, nuestro ministro de Agricultura, el ingeniero Santiago Bertoni, obsequió al país un regalo institucional mediante una correcta y firme posición en la precumbre en Roma sobre sistemas alimentarios llevado a cabo el pasado miércoles. Dijo, entre otras cosas, que la agricultura empresarial es parte de la solución y no el problema como pretenden hacernos creer algunas ONGs ambientalistas.

A vuelto la arremetida contra la agricultura y la ganadería desde una línea de pensamiento a considerar. La misma se origina en la década de los años ‘90 del siglo pasado, cuando sectores de la izquierda se percataron de que la agricultura y la ganadería con criterios empresariales empezaron a mostrar indicios de un sorprendente éxito.

Del fracaso al éxito

Ocurrió que las familias empobrecidas que había originado el estatismo mercantilista se fueron convirtiendo en empresarios, en pequeños emprendedores. Y lo hicieron porque las fracasadas políticas de redistribución de tierras con las llamadas reformas agrarias habían fracasado.

No se redistribuyeron los títulos de propiedad, se fijaban precios a los productos, todo lo cual acarreó que los únicos beneficiados fueran los políticos aprovechadores. Campeó la dependencia política. Todo ello terminó por restar los necesarios incentivos para elevar la producción y la productividad en el campo.

Los pocos bienes y grandes sueños de las familias que pusieron todo de sí habían sido engañadas por el populismo de las medidas de redistribución de tierras y de riqueza mediante agresivas políticas estatistas. El resultado fue un colosal fracaso. Surgió entonces lo que hoy se llama el agronegocio, que llegó hasta la misma ganadería.

La inversión en tecnología, tratamientos genéticos, prácticas de suelos y pastos, semillas, el regadío artificial así como las mejoras en general habrían de quedarse y mejorarse porque sencillamente resultaron exitosas. La producción en terrenos de pequeña y mediana superficie, lugares donde se luce por su laboriosidad el genuino agricultor y no solo el campesino, se fue fortaleciendo con mejores ingresos así como afectando la autoestima personal.

Pero nuevamente la izquierda encontró un motivo para contrarrestar aquella revolución pacífica en la agricultura y ganadería empresarial. Inventó un nuevo motivo para volver a poner al capital y al trabajo en aquella profunda enemistad eterna que el marxismo había propuesto en su momento.

Pronto la propaganda anticapitalista encontró un nuevo motivo de “lucha”. Aceptaron que se había elevado la producción y la productividad como nunca antes en el campo (de hecho los números así lo dicen), pero que también –según ellos– había surgido un gran problema o mejor dicho dos problemas concretos: 1) El aumento de las desigualdades y 2) El aumento del calentamiento del planeta.

Aumento de las desigualdades

La tan mentada desigualdad fue prontamente desvirtuada y no por el discurso ideológico, sino por la realidad. Las pruebas son irrefutables. En efecto, la falsa propaganda anticapitalista de la desigualdad terminó por ser desechada por hechos incontrovertibles.

Si bien el índice de Gini habla de la desigualdad, dicho indicador no toma en cuenta que siempre y en todo momento hay una transformación de avance de los sectores socioeconómicos pobres hacia la clase media en comparación a los que todavía están por salir de la pobreza pero que lo harán si se garantizan los derechos de propiedad, libertad con un sentido de administración de justicia que garantice a las personas, sus bienes y contratos.

En las últimas décadas la más importante transformación mundial ocurrió en la década de los ‘90 cuando los países que lograron el crecimiento económico también consiguieron el progreso en un sentido no solo económico, sino también cultural, educativo y de mejores oportunidades para las familias más pobres.

Pero eso poco y nada le interesa a aquella retórica comprometida en defender la idea de la eterna lucha de clases convertida hoy día en un permanente conflicto. Entonces apareció el nuevo discurso que más bien es un libreto repetitivo fundado en que mientras que los que se dedicaban a ser empresarios agrícolas se volvían ricos, los que seguían en la agricultura de subsistencia tradicional eran cada vez más pobres.

Fincas empobrecidas

La realidad es que la sobreexplotación del suelo sin inversiones ni tecnología y sin semillas tratadas hacen que la mano de obra se eleve, alcanzando incluso a los niños, que así deben acompañar a sus padres a tareas que van más allá de sus esfuerzos. El problema está en otra parte. Las fincas empobrecidas por siglos de sobreexplotación y sin los incentivos de la ciencia y sin los estímulos que ofrece la propiedad privada hace que el rendimiento por hectárea sea tan exiguo como sucedía con las generaciones de los abuelos y más aún de los que hoy están en esa situación.

Hoy si en realidad se desea hacer el bien a las familias y en especial para los niños y jóvenes del campo, la propiedad privada, la seguridad, los tractores, el regadío artificial, la genética, las maquinarias y hasta los sistemas satelitales son irremediablemente necesarios e insustituibles.

El calentamiento global

Provocado por el hombre o por las oscilaciones de nuestro planeta, sin duda que existe un cambio climático; pero siempre hubo y seguirá existiendo. Pero no solo los ambientalistas disfrazados en la agenda globalista sostienen la necesidad de restringir la agricultura y la ganadería debido a que según ellos la concentración de carbono en la atmósfera guarda directa relación con aquellas actividades de producción de alimentos.

El Acuerdo de París y otros documentos hablan de imponer impuestos a la actividad industrial y sectores involucrados. Sin embargo, solo los volcanes arrojan a la atmósfera muchos más gases que todos los vehículos de motor del planeta.

Todavía más, las oscilaciones en los llamados “Ciclos de Milankovitch” establecen que la órbita terrestre, esto es, la inclinación del eje de giro que cambia cada tantos miles de años, finalmente regulan las radiaciones solares y por tanto la cantidades de hielo acumulado. Pero no, para la famosa Greta Thumberg en su libro “Cambiemos el mundo”, ahora mismo es necesario que los gobiernos impongan impuestos que dificulten la actividad industrial, la ganadería y la agricultura.

Calidad de vida

El resultado será que la gente en el mundo verá disminuida su calidad de vida. Claro, a Greta financiada por Soros como también a Bill Gates con su libro “Cómo evitar un desastre climático” lanzado este año, todo ello les tiene sin cuidado. Por cierto, Bill Gates es un verdadero falso gurú ambientalista. Un cínico que no tiene recato alguno en hacer multimillonarias inversiones en Exxon, Chevron, Shell y Big Oil, un sector precisamente no tan “ambientalista” como se dice. Dicen los propulsores de la agenda ambientalista que la ganadería, la agricultura y hasta la carne afectan el clima. Pero no se quedan ahí. Se expresan en documentos como por ejemplo: “La larga sombra del ganado” hasta proponer “Menos carne es igual a menos calor”. Es la perversa agenda globalista contra el Paraguay.

Clima

Dicen los propulsores de la agenda ambientalista que la ganadería, la agricultura y hasta la carne afectan el clima.

Perversa

Perversa agenda globalista contra el Paraguay. Expresan en documentos cómo “Menos carne es igual a menos calor” y “La larga sombra del ganado”.

(*) Catedrático de materias jurídicas y en UniNorte. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”; “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República”.

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