Paraguay, centro regional de inversiones y empleos

Nuestro país como un centro regional de captación de inversiones para la industria, el comercio y los servicios no es mero sueño. Es absolutamente posible. Paraguay cuenta para tal propósito con los activos estratégicos suficientes que además pueden ser maximizados. Energía eléctrica, tierra, clima, gente joven. Sin embargo, la puesta en marcha de este tipo de centro regional no se debe a que los paraguayos no lo deseen, sino porque sus dirigentes son los que impiden ese gran salto cuántico que podemos llevar a cabo.

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Obstinados, de escasas luces y sobre todo corruptos, con ideas equivocadas, por demasiado tiempo los habitantes de este país no cuentan con un objetivo a realizar, posible y realizable.

El problema de fondo está en las ideas del pensamiento político económico que a la fecha tiene como nombre estatismo o la deificación del poder del gobierno como un eje de promoción del desarrollo.

En realidad, esa deidad llamada poder coercitivo estatal glorificado al extremo por los profesores, incluso en las mismas universidades, ha calado hondo en la práctica de los partidos políticos, motivo por el cual estas organizaciones ya no existen como tales, pues en vez de promover el debate, el disenso, las propuestas y la permanente reflexión, se han convertido en maquinarias electorales. Se prefiere al sumiso y obediente a los clanes antes que al ciudadano líder comprometido.

Hoy vale más mostrarse como un bailarín o subirse sobre la mesa a gritar para así llamar la atención cuando que se requiere de referentes ciudadanos de firmeza y liderazgo con ideas y propuestas y no la chabacanería barata y deleznable a la que se acude para ganar adeptos.

Esa es una y no la única razón por la cual no salimos de la coyuntura, no podemos mirar lejos al decir de Ortega y Gasset. Resulta necesario mirar hacia el futuro con elevado sentido aspiracional. Solo así en Paraguay podrán llevarse a cabo las transformaciones para dar el salto hacia la modernidad.

Debemos pensar en grande, avanzar mirando lejos. Debemos aspirar alto y empezar a hacer cambios monumentales. Esto significa no solo poner en práctica este centro regional de captación de inversiones y empleos, sino que desde este momento convertir al país en un faro de libertad atractivo como ningún otro en el mundo para la radicación de inversiones nacionales y extranjeras.

Nuestro país debe crecer cuando menos al 8 por ciento anual. Al emitir la señal de que en el Paraguay se puede invertir y realizar mejoras y no solo para exportar, como se pretende muchas veces, sino también para atraer capitales de amplia y positiva repercusión sobre los salarios de los trabajadores y las ganancias empresariales, estaremos dando un paso nunca antes hecho en nuestra historia.

El proceso

Bajos impuestos, menos burocracia, sin leyes populistas y con una fuerte seguridad, tanto física como jurídica en su sentido amplio, en un breve plazo elevará el retorno del capital maximizando la rentabilidad de las empresas en un proceso en el que también se beneficiará el fisco en sus recaudaciones.

Y esto comparado con lo que está ocurriendo en países como Argentina, donde el capital empieza a huir por la incertidumbre y las equivocadas medidas de su Gobierno, pues aquí en Paraguay esas inversiones serán todavía mejor bienvenidas y plenamente garantizadas.

No obstante, hay que insistir que una idea posible como la expresada aquí requiere de instituciones firmes y consolidadas. No es posible hacer fructificar una economía abierta interna y externamente sin un Gobierno garante de la seguridad jurídica, los contratos, la propiedad privada y lo atinente a las inversiones que llevan a cabo los individuos y las empresas.

El modo en que se ha venido procediendo en estos años no ha dado el resultado requerido. Y si bien se hicieron algunos cambios que volvieron atractivo al país en un entorno regional adverso para las inversiones –como la estabilidad monetaria y la sostenibilidad fiscal que, por cierto, los podemos perder si no hacemos los cambios como lo expresado en esta nota– todo ello es insuficiente.

¡Acaso hay mejor lección que la que hoy tenemos! Los hechos hablan por sí solos. El papel de los gobiernos en entorpecer y molestar la iniciativa de millones de emprendedores no ha hecho más que hacernos perder tiempo y recursos.

No más presión tributaria

Si se pretende seguir elevando la presión tributaria sin consideración alguna a la economía y se sigue con la politiquería en donde los que se presentan a ocupar cargos es para decirnos que su objetivo es seguir redistribuyendo más dinero de unos para otros, entonces estamos en un círculo no solo perverso sino también peligroso.

Nos vienen diciendo y repitiendo que cuanto más dinero el político y el burócrata cuenten a su disposición, la vida de la gente mejorará y ¡esto no es cierto! Si se pretende como parece ser tener un plan con proyectos de ley que sólo hablan de justicia social y redistribución de riqueza sin tomar en cuenta lo que le ocurre a diario a la gente, pues lo que se está haciendo es retrasar las grandes reformas que necesitamos, como también perpetuar los problemas de siempre.

Nada puede ser más perjudicial para la prosperidad de un país que sus dirigentes tengan el propósito de elevar la participación del Estado mediante más impuestos, más regulaciones, más burocracia, disponiendo de más dinero para redistribuirlos entre los pobres. Esta es una noción populista que termina por destruir el sentido moral de la persona beneficiada, que de ese modo concluye rindiéndose ante la seducción del dinero fácil y sin responsabilidad.

Certidumbre y confianza

Cualquiera sea el Estado con el respectivo gobierno que tengamos y me refiero del signo político que fuera, en ningún modo puede suplantar la iniciativa, el esfuerzo, la inversión y la división del trabajo en un mercado libre, donde personas y empresas colaboran para disponer de más bienes y servicios. El Gobierno, cualquiera sea, no cuenta con los recursos y nunca los tendrá a su disposición para eliminar la pobreza, el desempleo o repartir tierras para los ocupantes de propiedades privadas.

En realidad, si hay algo que en estos años se ha venido probando es que el Estado como tal no solo no dispone de un solo guaraní, que previamente no le haya sacado a la gente, sino que igualmente la sustracción del dinero hecho de modo coercitivo termina en elevar la C y en riquezas malhabidas de aquellos que precisamente “administran” el dinero de otros.

Lo que hoy tenemos es el avance de la consolidación infame de la “industria de la pobreza y la dependencia” de la politiquería. La pobreza y el desempleo no se deben a que el paraguayo es haragán como siguen diciendo los que así les conviene para alzarse con la dirección de esas personas en situación de vulnerabilidad; se debe a que sus gobernantes disponen malas ideas contra sus prójimos para mantenerlos en la mendicidad y la informalidad.

Y lo expresado no es solo un tema económico y político que desde luego lo es. Es un tema de orden moral. Los problemas sociales que afectan y hasta destruyen a las familias se deben a la destrucción de la educación inicial y las barreras puestas para la creación de empleos, todo ello ocasionado por las malas ideas estatistas que sobrevaloran el rol del Estado sobre las personas.

Tenemos una oportunidad única, no perdamos el vagón del tren para subirnos definitivamente a un desarrollo sostenible en el tiempo, porque si seguimos con las ideas equivocadas de política y economía, luego puede ser muy tarde. Paraguay, centro regional de inversiones y empleos.

Liderazgo

Se requiere de referentes de firmeza y liderazgo con ideas y propuestas y no la chabacanería barata y deleznable a la que se acude para ganar adeptos.

Salto

Resulta necesario mirar hacia el futuro con alto sentido aspiracional. Solo así en Paraguay podrán dar transformaciones para dar el salto hacia la modernidad.

(*) Catedrático de materias jurídicas y económicas en UniNorte. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”; “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros, como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República” .

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