El 2025 dejó una cartelera extensa y heterogénea, marcada por una sucesión casi ininterrumpida de estrenos. El año presentó propuestas de fuerte intimidad actoral, como La verdad efímera, interpretada por Paola Irún y Guada Lobo, y avanzó hacia territorios poéticos y políticos con Por rojo, por marica y por raro, obra que compiló textos de Federico García Lorca bajo la mirada del dramaturgo uruguayo Fernando Palle y la dirección de Héctor Silva.
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La dramaturgia internacional dialogó con la escena local a través de títulos como La Isla, territorialización de En Alta Mar, dirigida por Víctor Sosa Traverzzi a partir del texto de Slawomir Mrozek, y con la llegada de producciones de gran circulación como Reverso, protagonizada por Carla Peterson, y Sex, con Julieta Ortega, Diego Ramos, Gloria Carrá y Nicolás Riera.
En paralelo, la creación nacional sostuvo el grueso de la programación. Juan Carlos Cañete estuvo presente con Un matrimonio perfecto, La pijamada y A mi marido le falta un tornillo, mientras que Pablo Ardissone abrió la temporada del Arlequín Teatro con La cruz del Chaco. Bruma Mendoza llevó a escena Prohibido suicidarse en Río de Janeiro y luego profundizó su exploración de los clásicos con El retrato de Dorian Gray.
Diversas salas alojaron propuestas de los más variadoso lenguajes, desde la improvisación teatral de Perdid(m)os en Colombia, con Fani Cantero y Guarania, hasta la creación colectiva de Ñembo’e, escrita y dirigida por Miguel Agüero, y la pieza íntima Hasta que te quieras, de Andrés Colinas.
Lo prolífico de algunos directores marcó con claridad el año. Mario Santander estrenó La vuelta al mundo en 80 días y El cuervo, mientras que Marcela Gilabert dirigió tanto Largo viaje de un día hacia la noche como Psicópata. Jorge Báez estuvo al frente de No soy yo, sos vos y Barrunto, y Hugo Robles firmó una de las presencias más constantes de la cartelera con No somos nada, Mujeres de ceniza, Las Mal Queridas y Dicen que de noche cuesta más.
La escena también dio lugar a miradas autorales diversas, como Reinas y Él, de Patricia Reyna; Domesticadas: el origen, de Nelson de Santaní; Vivir al límite, de Ana Jara; Sangre, de Tana Schémbori; y Lux in Macbeth, de Fidel Rojas. A estas se sumaron propuestas de revisión histórica y literaria como Dos hombres junto al río: Bertoni y Barrett, el encuentro que nunca fue; El Rubio, inspirada en Las orgías del General, y El almacén del español, que puso en escena la memoria del poeta José María Gómez Sanjurjo.
El calendario incluyó además trabajos de fuerte impronta formal y experimental, como Berenice, dirigida por Karina Lucarelli; Bajo la alfombra, de Maxi Lynn; Dualifraspejo, de Andrés Arredondo; Contestación. Hoy ¿cuál es tu pregunta?, dirigida por Nelson Arce; y Cápsula 5, resultado de un laboratorio entre EnBorrador Teatro en Construcción y Casa Diversa.
La dramaturgia dialogó con el humor o el drama a través de títulos como History Time 2.0: La historia continúa, escrita y dirigida por Rodney Acosta; Cambala, de Rodrigo Pastore Samaniego; Dirrrty Boys, con Alan Jara y Andrés Capurro; La oficina de las malas noticias, dirigida por Clau Espínola y Patrick Altamirano; Vamos a estar peor, de Calolo Rodríguez; y Anna Cappelli, protagonizada por Antonella Zaldívar.
También se sumaron a la cartelera Yo, Zelda, de Luz Saldívar; Joayhu ha Traición Guerra Aja, del Grupo Real Teatro; En familia, de Alcibiades González Delvalle; Contame tu historia, del Grupo de Teatro Espontáneo Kusuví; Tres funerales tras el suspiro, escrita y dirigida por Hugo Núñez; La bruja que me habita, dirigida por Hugo Matto; Mujeres de arena, dirigida por Nadia Capdevila; y Papá, ¿qué es un golpe de Estado?, de David Amado, interpretado por Paola Ferraro.
El año se completó con aportes colectivos como títulos breves de TIAtro Mbyky, la celebración de los diez años de la Familia Café con Leche y la llegada al país de la compañía Teatro Strappato con Betún.
El resultado fue una cartelera amplia, sostenida y diversa, donde el volumen mismo de obras estrenadas terminó por convertirse en uno de los rasgos más elocuentes del teatro paraguayo en 2025.
Humor y stand up: un territorio en expansión
El stand up y la comedia consolidaron en 2025 un espacio propio dentro del ecosistema teatral. The Comedy Club, el Teatro Latino y otras salas se convirtieron en plataformas para un humor que osciló entre lo autobiográfico, lo político y lo absurdo.
Propuestas como Siempre las malas de la película, Crisis de los casi 40, Migajas o Inteligencia Artesanal confirmaron la fuerza de las voces nacionales, mientras que la llegada de figuras internacionales como Manuel Ángel Redondo, Pablo Albella y Alfredo Casero amplió el diálogo regional y atrajo nuevos públicos.
El Festival “Fernando se ríe”, en su segunda edición, y espectáculos como K-Pérucita… ¡Y pumto! dieron cuenta de un género en plena efervescencia.
Festivales: comunidad, descentralización y derechos
Los festivales volvieron a cumplir un rol central como espacios de encuentro, formación y circulación. La Semana del Teatro del Cepate, la cuarta edición de Niñas y Niños al Teatro, el Festival Teatro por Derechos Humanos, la Semana Internacional Ñande Impro y la muestra Teatro urgente reafirmaron al teatro como herramienta de reflexión social.
Especial mención merecen las iniciativas con vocación descentralizadora, como el Festival Internacional de Artes Escénicas Añandu Unipersonales, que apostó a llevar propuestas a distintos puntos del país y a integrar miradas locales e internacionales. Recordemos que la escena no se limita a la capital.
Otros hitos: libros, premios y celebraciones
El año también estuvo marcado por hechos que exceden el escenario. La presentación del libro Piriri Teatro, de Erenia López, aportó reflexión y memoria sobre el trabajo teatral comunitario. El centenario del nacimiento de Máxima Lugo fue celebrado con homenajes concretos, como la designación de una calle con su nombre y un estreno especial en Villeta.
Los Premios Edda de los Ríos consagraron a Finca la fe como gran ganadora de la noche, en una gala atravesada no solo por el reconocimiento artístico, sino también por reclamos laborales y pedidos de mayor apoyo estatal. El Teatro Municipal fue escenario de celebraciones institucionales, como los 50 años de trayectoria de Clotilde Cabral y los 170 años del Ignacio A. Pane.
Despedidas que marcaron a la escena
El 2025 también fue un año de pérdidas significativas. La muerte de Juanito Carter, pionero del teatro de títeres; de Ana Ivanova, actriz y promotora cultural de enorme proyección; de José Luis Ardissone, fundador del Arlequín Teatro; y de Jesús Pérez, figura fundamental del teatro, el cine y la televisión paraguaya, dejó una huella profunda en la comunidad artística. Sus trayectorias recuerdan que la escena actual se sostiene sobre décadas de trabajo, pasión y militancia cultural.
El reclamo que atraviesa todo: la urgencia de políticas culturales reales
Como telón de fondo de esta intensa actividad, el reclamo por mayor apoyo estatal a la cultura volvió a hacerse oír. Todo este movimiento no puede ni debe leerse como una épica de la resistencia. La abundancia de estrenos y festivales no compensa la falta de políticas culturales sostenidas, ni el carácter limitado, informal o insuficiente de los fondos existentes.
El teatro paraguayo produce, estrena y circula a pesar de esas condiciones, no gracias a ellas. El desafío pendiente no es la creatividad, que ya existe, sino el compromiso concreto del Estado con el desarrollo cultural como política pública.