De hecho Netanyahu, de 71 años, de los cuales los últimos 12 en el poder, centró su campaña electoral en el éxito de la vacunación en Israel, donde casi el 50% de la población recibió las dos dosis, o sea casi dos tercios de los votantes.
El líder israelí podría no alcanzar mayorías para formar ejecutivo.
En esta ocasión, los principales rivales de Netanyahu en los comicios son el centrista Yair Lapid, Gideon Saar, exmiembro de la formación de Netanyahu, y el líder de la derecha radical Naftali Bennett, seguidos de una decena de partidos que, según el sistema proporcional israelí, tienen que recabar al menos un 3,25% de los votos para entrar en el parlamento.
Los últimos sondeos colocan en cabeza al Likud (derecha) de Netanyahu con aproximadamente 30 escaños de 120, seguido de Yesh Atid, con unos 20. Los partidos de Saar y Bennett obtendrían 10 cada uno.
Para alcanzar la mayoría necesaria de 61 diputados para formar gobierno, Netanyahu espera aliarse con la derecha religiosa pero también, por primera vez, con la extrema derecha.
Yair Lapid cuenta con un acuerdo con partidos de izquierda y del centro pero también con una parte de la derecha decepcionada por el primer ministro.
“Es el momento de la verdad”, dijo Lapid, tras depositar hoy su voto en Tel Aviv.
Pese a la vacunación y la reapertura de los comercios, los partidos políticos no pudieron celebrar grandes mítines y la campaña se desarrolló sobre todo en las redes sociales. Cada partido se esforzó por convencer a sus adeptos de superar el “cansancio electoral”, después de tres comicios.
Frente a la baza de la vacunación usada por Netanyahu, la oposición usó el argumento del juicio contra el primer ministro por “corrupción”, “malversación” y “abuso de poder”, que comenzó hace unos meses y que alimenta un movimiento de protestas que se celebran cada sábado en todo el país desde hace 39 semanas.