Con preparación previa y una buena elección del centro, la primera experiencia de nuestro cachorro en la peluquería canina puede convertirse en un paso positivo para su salud y bienestar.
Más que estética: por qué importa la peluquería veterinaria
La peluquería veterinaria no es solo un servicio estético. Un corte de pelo adecuado, el cuidado de la piel, la revisión de orejas, uñas y almohadillas, e incluso el baño con productos específicos forman parte de la prevención de problemas de salud.
Veterinarios dedicados al comportamiento animal señalan que “una buena experiencia en peluquería desde joven reduce el estrés en futuras visitas al veterinario, facilita la inspección física y mejora la calidad de vida del animal”.
Además, la peluquería veterinaria suele contar con el respaldo clínico necesario para detectar a tiempo señales de alergias, infecciones cutáneas o parásitos externos.
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Antes de reservar: elegir el lugar adecuado
El primer paso para preparar a la mascota empieza antes de cruzar la puerta del centro.
Comprobar que es un servicio profesional y supervisado:
- Verificar que se trata de una clínica o centro veterinario con peluquería integrada o vinculada.
- Preguntar si el peluquero o peluquera tiene formación específica en manejo de animales y, en lo posible, formación en comportamiento.
- Consultar qué protocolos siguen con animales muy nerviosos o agresivos y si evitan el uso de castigos o sujeciones innecesarias.
Visitar el lugar sin la mascota:
Acudir previamente para observar:
- Limpieza del espacio y desinfección de material.
- Presencia de superficies antideslizantes.
- Zonas separadas para perros y gatos, si ofrecen servicio para ambas especies.
- Manejo del ruido: secadores, jaulas, ladridos.
Un entorno tranquilo y controlado reducirá significativamente las probabilidades de que la primera sesión sea traumática.
Preparación en casa: acostumbrar, no forzar
Los especialistas coinciden en que la mejor forma de preparar a la mascota es mediante habituación progresiva a los estímulos que encontrará en la peluquería.
1. Manipulación suave y frecuente. Durante varios días (o semanas, si es un cachorro o un animal muy sensible), se recomienda:
- Tocar con suavidad patas, orejas, cola y vientre mientras el animal está tranquilo.
- Levantar las patas unos segundos como si se fueran a cortar las uñas.
- Separar con delicadeza el pelo para simular una revisión de piel.
La clave es asociar la manipulación con algo positivo: premios de comida, caricias o juego inmediato después.
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2. Introducción al cepillado. Incluso si el peluquero hará el trabajo más intenso, es útil que la mascota ya conozca el cepillo.
- Empezar con sesiones muy cortas (30 segundos a 1 minuto).
- Usar un cepillo adecuado al tipo de pelo, suave al inicio.
- Ofrecer premios mientras se cepilla, sin presionar si el animal se muestra incómodo.
Un perro o gato que ya acepta el cepillado tendrá menos problemas con el peinado, el desenredado o el secado en la peluquería.
3. Ruido y vibración: simulacro en casa. El secador y las máquinas de corte son dos de los elementos más molestos para muchos animales. Algunas recomendaciones:
- Encender el secador en otra habitación a baja potencia para que el animal se acostumbre al sonido.
- Reducir la distancia poco a poco, siempre sin dirigir el aire directamente a la cara.
- Si es posible, acercar al animal a una maquinilla apagada, dejarle olerla y, en otra sesión, encenderla a cierta distancia para que se acostumbre al zumbido.
En todos los casos, se debe premiar la calma y evitar sujetar al animal a la fuerza.
Salud al día: vacunas, desparasitación y revisión previa
Antes de la primera cita, veterinarios consultados recomiendan asegurar:
- Vacunas al día, especialmente en cachorros y gatitos, por el contacto con otros animales.
- Desparasitación interna y externa reciente, para evitar contagios en el propio animal y en el centro.
- Revisión veterinaria previa si el animal tiene alguna enfermedad crónica, problemas cardíacos, respiratorios o de piel.
También es importante informar al centro de:
- Alergias conocidas (a productos de higiene, alimentos o medicamentos).
- Cirugías recientes o zonas del cuerpo dolorosas.
- Historial de miedo extremo, agresividad o crisis de pánico en otras situaciones.
Cuanta más información tenga el equipo, mejor podrán adaptar la sesión.
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El día de la cita: cómo reducir el estrés
La preparación el mismo día puede marcar la diferencia. En el caso de los perros:
- Un paseo moderado antes de la cita ayuda a liberar energía.
- Evitar juegos muy bruscos o ejercicio intenso justo antes, para no llegar con sobreexcitación ni agotamiento extremo.
Para gatos:
- Preparar el transportín con una manta conocida.
- Mantener el transportín en casa días antes, abierto, con premios dentro, para que no se asocie solo con salidas estresantes.
En ambos casos, es preferible llegar con algo de tiempo, sin correr ni transmitir nerviosismo.
Además, se recomienda no ofrecer una comida abundante justo antes de la sesión:
- Un estómago demasiado lleno puede favorecer náuseas o vómitos por el estrés.
- En perros muy ansiosos, algunos profesionales recomiendan, si el veterinario lo ve adecuado, acudir con un poco de hambre para que los premios tengan más valor y se pueda usar la comida como refuerzo positivo.
Qué llevar y qué decir al llegar
En la primera visita, conviene llevar:
- Cartilla o pasaporte veterinario actualizado.
- Lista de alergias y medicación (si la hay).
- Una foto de cómo se desea que quede el corte de pelo, para aclarar expectativas.
Al llegar, es importante explicar:
- Si es la primera vez que el animal acude a una peluquería.
- Qué partes del cuerpo tolera peor (patas, cara, cola).
- Si alguna vez ha intentado morder o escapar durante un manejo.
Cuatro o cinco frases claras pueden ayudar al peluquero-veterinario a anticiparse a posibles problemas.
Durante la sesión: ¿quedarse o salir?
No existe una regla única. Algunos centros prefieren que los tutores salgan de la sala para que el animal no trate de buscar refugio en ellos; otros permiten la presencia siempre que no aumente la ansiedad.
Expertos en comportamiento señalan que:
- En animales muy apegados a su tutor, la presencia de este puede aumentar la frustración al no poder “llegar” a él.
- En animales inseguros pero no excesivamente dependientes, la presencia tranquila del tutor puede servir de apoyo.
Lo recomendable es seguir las indicaciones del profesional y observar cómo reacciona el animal en futuras visitas.
Después de la peluquería: refuerzo y observación
La experiencia no termina al salir de la peluquería. Lo que ocurra después influirá en cómo la mascota recordará la sesión.
- Al llegar a casa, permitir que el animal explore, huela y se sacuda si lo necesita.
- Ofrecer una actividad agradable: paseo tranquilo, juego suave o descanso en su lugar favorito.
- Evitar castigos o regaños aunque durante la sesión se haya portado “mal”; el miedo no se corrige con castigo.
También es recomendable:
- Revisar la piel en busca de enrojecimientos, irritaciones o cortes.
- Observar si aparecen signos de estrés prolongado (jadeo excesivo, esconderse, lamido compulsivo) y, si persisten, consultar con el veterinario.
¿Cuándo buscar ayuda profesional en conducta?
Si pese a la preparación la mascota muestra:
- Pánico intenso al acercarse al centro.
- Intentos de agresión reiterados.
- Bloqueo total (quedarse rígido, no moverse, no responder).
podría ser necesario el apoyo de un veterinario especializado en comportamiento animal.
En algunos casos, se recomienda combinar:
- Protocolos de desensibilización y contracondicionamiento.
- Fármacos ansiolíticos o feromonas, siempre prescritos por un profesional.
El objetivo no es “forzar” al animal a soportar la peluquería, sino enseñarle a gestionarla con el menor miedo posible.
La primera sesión de peluquería veterinaria de una mascota puede sentar las bases de toda una vida de cuidados higiénicos y revisiones más sencillas. Elegir el centro adecuado, preparar al animal con tiempo y colaborar estrechamente con el equipo profesional son pasos clave para transformar una posible fuente de estrés en una rutina más llevadera —e incluso positiva— para todos.