Mujeres en la ciencia para vivir más y mejor

Con satisfacción vemos que más mujeres se integran al mundo de la ciencia, desde distintas disciplinas, pero no habrá igualdad de género mientras no se tenga acceso a la educación completa. Si más mujeres llegan a la universidad es muy probable que haya más féminas que firmen investigaciones relevantes.

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La ciencia no es solo la astronomía como mucha gente piensa, la ciencia es tan vasta que no nos damos cuenta de que convivimos con ella en nuestro hogar.

Por ejemplo, en la cocina, desde la formación de los ingredientes y lo que ocurre cuando se someten a temperatura.

Cómo ayudamos al planeta al seleccionar la basura o al evitar el plástico. Por qué los medicamentos nos ayudan a combatir infecciones o síntomas molestos. Todo eso es ciencia.

¿Cómo funciona el ventilador? ¿Cómo genera el viento a través de la fuerza y velocidad de las aspas? Cómo puede ser que la heladera enfríe los alimentos.

¿Cómo interactuan la fuerza y la velocidad cuando paseamos en bicicleta? La gravedad y su implicancia cuando caen los frutos del árbol. O cómo es posible que los celulares nos puedan dirigir mediante el GPS. Todo eso es ciencia.

Son aplicaciones cotidianas, lo mismo que las ciencias sociales y esto desde luego, es solo para empezar a hablar con los niños y encender en ellos la curiosidad. De todo esto podemos hablar con niños y niñas, a quienes les encanta preguntar.

Las mujeres científicas que deslumbran con el camino que trazan en distintos ámbitos de la medicina, la economía, ingeniería, y tantas otras áreas quizá tuvieron un pequeño empujón de una maestra que les mostó con un experimento lo infinito que es el mundo.

Las niñas que descubren las ciencias pueden amar la historia, la antropología o la entomología. Y empezar con una voz fuerte y clara a marcar el camino del conocimiento.

Después de este trabajo de hormiga, que quizás comenzó un papá mientras miraba documentales con sus hijas o unas vacaciones estudiando ajedrez.

Son pasos chiquititos hacia una mente brillante, y una firme voluntad. Las mujeres son tan inteligentes como los hombres, eso ya lo sabemos. Ahora hace falta que más chicas lleguen a involucrarse en investigaciones.

Ese terreno casi desierto en Paraguay donde llegar a la universidad y concluirla es todavía un sueño para muchas familias en las que llegan uno o dos.

La educación completa, terciaria y de especialización puede generar una chispa de curiosidad que crezca como una fuerza imparable desde una pregunta.

El mundo es de las mujeres, lástima que muchas no se dan cuenta todavía, y es triste que desde el Estado no se promocione más un tipo de entrenamiento que genere curiosidad, ensayo, error, hallazgos.

Si se fomenta la educación, la voluntad de leer y descubrir es muy probable que una nena que mira un programa de viajes espaciales se permita soñar algún día trabajar en la NASA, o en algún proyecto útil para la agricultura.

Las mujeres ya lo demostraron, pueden con una casa, los hijos, el trabajo, jugar al fútbol o cuidar a un enfermo. Las mujeres saben manejar las emociones, la sonrisa, la mirada.

Porque, otra vez, según la ciencia una sonrisa actúa positivamente en el cerebro ya que según los especialistas al reírnos los niveles de cortisol, (hormona del estrés) disminuyen.

Si el Estado invierte más en educación tendremos más científicas, que pueden hacer mucho bien a la sociedad, por ejemplo, pueden descubrir una vacuna, y con ello permitirnos vivir más y mejor.

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