Fuerte mensaje de la Conferpar durante la misa de la víspera de la Virgen

Fray Juan Antonio, carmelita descalzo, predicó durante la misa de las 19:00 de la víspera de la Inmaculada Concepción de María. Fernando Romero

La Conferpar, en un manifiesto leído al final de la misa vespertina de la víspera, afirmó que no es posible hablar de bien común mientras la corrupción corroe, mientras la impunidad protege a unos pocos, y mientras las prioridades del Estado dejan fuera a los más pequeños.

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La misa de las 19:00 de la víspera de la Inmaculada Concepción de María contó con la participación de la Conferencia de Religiosos del Paraguay. Al finalizar la celebración hicieron lectura de un manifiesto sobre la realidad del Paraguay.

“Decimos con mucho respeto, pero también con claridad, no es posible hablar de bien común mientras la corrupción corroe, mientras la impunidad protege a unos pocos, y mientras las prioridades del Estado dejan fuera a los más pequeños. No es posible construir naciones sin transparencia, sin escucha, sin instituciones sólidas, sin políticas públicas serias y sin un verdadero compromiso con el pueblo”, expresa una parte del escrito de la Conferpar, integrada por congregaciones religiosas, como dominicos, jesuitas, salesianos, carmelitas, hijos de María Auxiliadora, entre otros.

Dar de comer no es solo un gesto de compasión, es gobernar con justicia, legislar con verdad, administrar con transparencia y sin doblez, es gobernar con sensibilidad social, es garantizar educación de calidad, acceso a la tierra, salud integral, protección de los derechos humanos y participación ciudadana real. Es poner en primer lugar a quienes siempre quedan para el final”, añade el manifiesto.

Religiosas de diversas congregaciones que integran la Conferpar asistieron a la misa presidida por Mons. Claudio Giménez.

Realidad que nos duele

Existe en nuestro país una realidad que nos duele, que nace como un grito del pueblo. Escuchamos el gemido de los niños, que aprenden en aulas que se caen, donde la lluvia entra antes que la luz, donde los maestros sostienen con amor lo que deberían sostener las políticas públicas. La educación semilla del futuro se marchita por falta de cuidado. No podemos callar frente a la desigualdad educativa que condena a los más pobres a un futuro incierto”, expresa la carta.

“Sentimos el cansancio de los campesinos, hombres y mujeres que siembran vida y cosechan abandono. Caminos de tierra, tierra sin título, título sin justicia. Sus manos agrietadas por el trabajo piden no caridad, sino dignidad”, enfatiza.

Ellos enfrentan el abandono histórico del Estado, reclaman acceso a la tierra, acompañamiento técnico, caminos transitables, créditos dignos y mercados justos. Sus voces, muchas veces acalladas, exigen ser escuchadas, sin criminalización ni indiferencia, indica en otro párrafo.

Vemos también la herida abierta de nuestros pueblos indígenas, guardianes antiguos de esta tierra fértil y joven, despojados, olvidados, silenciados. Ellos, que fueron los primeros, siguen siendo los últimos, continúan padeciendo despojos, violaciones a sus derechos, invisibilización cultural y falta de políticas públicas que garanticen la vida digna, lamenta el pronunciamiento.

Su sufrimiento debe interpelar profundamente a la conciencia nacional, nos tienen que doler sus padecimientos, son nuestros hermanos, expresa.

“Y palpamos el dolor de tantas familias que buscan pan, trabajo, salud y paz en un país donde el esfuerzo honesto no siempre alcanza y donde la desigualdad se vuelve sombra que crece”, indica el documento.

También vemos con preocupación a tantos jóvenes que, por falta de oportunidades, se ven forzados a emigrar o caer en redes que dañan la vida, la trata de personas, la drogadicción. La crisis ambiental, la deforestación y la contaminación del agua siguen atentando contra la casa común y golpean con más fuerza a los más vulnerables, dice en otra parte.

Invitamos también a todos los ciudadanos y ciudadanas a asumir su parte, participar, vigilar, organizar, organizarse, exigir con responsabilidad y construir juntos una sociedad más justa y solidaria según el plan de Dios.

Vida consagrada

La misa vespertina fue presidida por el obispo emérito de Caacupé, Claudio Giménez, y la prédica estuvo a cargo de fray Juan Antonio, carmelita descalzo. Durante su mensaje se refirió a la vida consagrada a Dios y resaltó como modelo de entrega a María Felicia de Jesús Sacramentado, Chiquitunga, la primera beata paraguaya.

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